En las páginas de la publicación taurina por excelencia aparecen entrevistas y reportajes de auténtica calidad, información precisa y puntual y los trabajos de los colaboradores habituales. Un artículo de su director, José Luis Benlloch, pasará a la historia del periodismo taurino quizá como el análisis más equilibrado y honesto de todo lo publicado hasta ahora sobre la difícil y peligrosa situación en que sobrevive el llamado arte de Cúchares. Su visión sobre el papel que juegan y deben seguir jugando toreros, ganaderos, empresarios, aficionados y público en general es un ensayo general con todo. Que hay que recortarlo y guardarlo como una joya.
Haría muy bien la mal llamada clase política en leérselo tres veces y aplicarse el cuento, porque con su ataque furibundo, más o menos disimulado, a uno de los elementos artístico-culturales más racialmente nuestro, están enseñando el cartón de su desprecio a la España real. Y eso en democracia se paga con votos, a favor o en contra. La consecuencia que cabe extraer del referido trabajo del director de la revista es que en estos trascendentales momentos, el toreo como espectáculo artístico cultural tiene que auto aplicarse el “todos para uno y uno para todos” de Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas, porque pensando egoístamente, cada sector de los indicados, solo en sus propios intereses vamos a la debacle.
Algo así como “o nos salvamos todos o no se salva nadie”, porque el toreo es patrimonio histórico-artístico-cultural de todos los españoles, sean de la ideología que sean y pertenezcan a la clase política o económica a la que pertenezcan. Benlloch ha puesto el dedo en todas las llagas que amenazan al toreo con sinceridad, crudeza y buen estilo.
Esperemos que su experiencia, su valentía y clarividencia para poner en solfa la realidad actual del toreo no caiga en saco roto.
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