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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 5 de marzo de 2021

Vierten odio sobre España / por Rafael Comino Delgado

 Así pues, o ponemos remedio con urgencia a esta situación, sacando de la política a sujetos como los citados, y haciendo leyes más acordes a los delitos de odio, o acabaremos muy mal, porque la situación está sobrepasando lo tolerable.
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Vierten odio sobre España

 Rafael Comino Delgado
¿Qué nos pasa a los españoles? ¿Por qué hay tanto odio por doquier? ¿Quién o qué lo genera?

Así es desde hace unos años, o más exactamente desde que el 2004 don José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la presidencia del gobierno, empezó a crecer en España el odio de unos frente a otros. O por lo menos yo así lo percibí. Nací en la postguerra inmediata, conviví con miembros de uno y otro bando, les ví conversar cordialmente, tomar copas, hablar y jamás, ni en casa, ni el colegio, ni en la universidad había percibido antes el odio de unos contra otros, que empecé a percibir tras la llegada de ese siniestro personaje, escasamente dotado intelectualmente, pero especialmente dotado para generar odio. Después de él han venido otros que incluso le han superado, como Pablo Iglesias, Pablo Echenique, Juan Carlos Monedero, y muchos más. De tal manera que España está saturada de odio; tanto odio han vertido sobre España que está inundada. Y téngase muy presente que todos esos sembradores de odio lo han utilizado y utilizan con el único objetivo de enriquecerse a costa de la desgracia de los demás, por lo tanto, para ellos siempre, “cuanto peor mejor”.

Ya no se puede hablar de política entre personas de diferente ideología, ni siquiera entre familiares o amigos de toda la vida, pues genera situaciones como la provocada por un periodista llamado Máximo Pradera, que ha llegado incluso a desear a la Sra. Macarena Olona y a los expresidentes José María Aznar y Donald Trump (me da igual que sea o no español, es un ser humano) que padezcan un cáncer. Es obvio que quien así piensa y escribe es un trastornado mental, enfermo de odio, que tiene su mente, su alma, su corazón totalmente podridos de odio. Y a falta de capacidad para escribir un artículo defendiendo, razonadamente, su ideología, se dedica a escribir deseando el sufrimiento a otros, simplemente porque piensan diferente a él. ¿Adónde hemos llegado y por qué?  Pero eso no es lo peor, lo peor es, ¿hasta dónde vamos a llegar? Pues sabemos hasta donde hemos llegado, y sabemos que ha ocurrido porque unos desalmados han inculcado, y siguen inculcando, oído en el corazón de muchos españoles poco dotados mentalmente, pero no sabemos, aunque imaginamos, hasta donde vamos a llegar.

Ahora bien, la situación nos debe hacer reflexionar y darnos cuenta de que si los que escriben deseando el mal, o lo dicen rapeando (el rapero Hasél), o lo expresan queriendo quemar vivos a unos policías, llegan a ese extremo es porque  son de muy escasa inteligencia, tienen muy escasa capacidad de razonar, fácilmente emocionables, y de ello se aprovechan los más inteligentes como son Pablo Iglesias o Pablo Echenique, o Monedero, etc., que les calientan la sangre y la mente, a través de los medios y de las redes, con mensajes, más o menos explícitos, induciendo a la violencia. De tal manera, pienso yo, que si, por ejemplo, hubiesen llegado a quemar vivo al policía, o hubiese alguna muerte en las vandálicas manifestaciones a favor de Hasél, los verdaderos criminales no serían los ejecutores de la acción, que lógicamente tendrían su responsabilidad, los verdaderos criminales serían Iglesias, Echenique y todos los que han alentado esos actos salvajes, y que tienen la capacidad de con solo un mensaje en twitter evitarlo o provocarlo, y hasta ahora lo han estado provocando.

Habrá que recordar a todos los citados que se suele odiar a aquellos que nos hacen sentir inferiores, que “el odio es la colera de los débiles”(Alphonse Daudet) y la de los cobardes, digo yo, que se suele cosechar aquello que se sembró, y que en la vida todo lo que se da vuelve, incluso multiplicado, y ellos solo han sembrado y dado odio, mucho odio, por tanto, ¡que Dios les ayude! porque van a necesitar mucho de esa ayuda. ¡Demos tiempo al tiempo!

Así pues, o ponemos remedio con urgencia a esta situación, sacando de la política a sujetos como los citados, y haciendo leyes más acordes a los delitos de odio, o acabaremos muy mal, porque la situación está sobrepasando lo tolerable.

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