
Monasterio Real de Nuestra Señora de Guadalupe
'..Por Pizarro y por Hernán Cortés. Por Núñez de Balboa, Pedro de Valdivia y Orellana. Por Zurbarán, y Gabriel y Galán. Que Dios reparta suerte hoy entre mis queridos españoles de Extremadura, y que los próximos años sean los de la gente del campo y los ganaderos, los de las familias de siempre que puedan dedicarse a lo que deseen sin que unos politicastros sin escrúpulos, aquí o en Bruselas, se lo impidan..'
¡Arriba, Extremadura!
Rafael Nieto
He pasado mucho tiempo de mi vida cerca de Extremadura, en concreto en el último pueblo de la provincia de Ciudad Real antes de llegar a Badajoz, Agudo. Conozco el carácter de sus gentes, la gastronomía sin igual, los paisajes que claramente uno ve que han sido creados por las manos de Dios. Es una tierra tan extraordinaria, tan genuinamente española, que cada vez que vuelvo me sorprendo de lo afortunados que somos los españoles, por tantas cosas. Porque siendo tan humilde y sencilla su gente, no puede ser más rica una tierra de la que salieron algunos de los más ilustres hombres de España a la conquista de América, adonde llevaron lo mejor de nuestra patria: la Fe, la cultura y la civilización.
No es casualidad que Extremadura haya sido abandonada por los poderes públicos desde prácticamente siempre, y con especial saña en los últimos cincuenta años. En el mercadillo político en que ha devenido España por culpa del chalaneo bipartidista, han salido agraciados los más desleales y tramposos, los que ofrecían «estabilidad» en Madrid a cambio de dinero para sus regiones, y en cambio han recibido desprecio y olvido las comunidades menos problemáticas para el Estado, quizá por aquello de que «el que no llora, no mama». Unas regiones han organizado juegos olímpicos y en otras sigue sin haber un tren decente que no se pare en mitad del campo.
Pero eso no ha sido todo. La lacra socialista, que es una peste mucho más destructiva que el cólera, cayó en Extremadura como una maldición en 1983, y sobre todo Rodríguez Ibarra pero también Fernández Vara produjeron en Cáceres y Badajoz el mismo desastre que perpetró Felipe González a nivel nacional, pero sin afrontar las necesidades urgentes que sufrían los extremeños y que siguen estando, en buena medida, vigentes. Los lapsus peperos de Monago y de Guardiola no solamente no han servido para paliar ese déficit de inversiones y de gestión, sino que han contribuido a mantener Extremadura como una de las grandes olvidadas de España. La cenicienta de una nación que, es cierto, tiene repartida la esclerosis por casi toda la piel de toro.
De alguna manera, la región biprovincial es un resumen bastante certero de la creciente desatención que sufre el conjunto del pueblo español desde que la partitocracia tomó el control de nuestras vidas. Y las elecciones, como las que se celebran hoy, sirven para que el foco mediático se dirija ahí, como ha venido ocurriendo en las semanas anteriores de campaña; pero todos sabemos que, salvo que se produzca un resultado verdaderamente histórico, ese foco desaparecerá al día siguiente de terminarse el recuento de los sufragios. Porque PP y PSOE, recogidos los bártulos, volverán a sus vicios y a sus miserias; a las promesas de todo a cien y a la obsesión por la moqueta y el coche oficial. Dando la espalda de nuevo a las mismas personas a las que han estado pidiendo el voto hasta hace dos días.
Lo que dejan los malos gobiernos no son solamente las desgracias acumuladas por la falta de infraestructuras, sino también vidas truncadas y familias rotas; personas que han tenido que marcharse de su tierra cuando no querían, por falta de oportunidades y de empleo; porque el dinero de todos, que tendría que haber servido para sembrar y recoger, se ha marchado ya saben ustedes dónde. Esos políticos mendaces que han estado destrozando Extremadura durante cuatro décadas, ellos y quienes ahora han recogido el testigo de la misma fórmula de pobreza, son los responsables de toda esa amargura, de los españoles que tienen que salir fuera porque dentro no les dan lo que merecen. Aquello a lo que tienen derecho, que es una vida digna con los suyos.
Por Pizarro y por Hernán Cortés. Por Núñez de Balboa, Pedro de Valdivia y Orellana. Por Zurbarán, y Gabriel y Galán. Que Dios reparta suerte hoy entre mis queridos españoles de Extremadura, y que los próximos años sean los de la gente del campo y los ganaderos, los de las familias de siempre que puedan dedicarse a lo que deseen sin que unos politicastros sin escrúpulos, aquí o en Bruselas, se lo impidan. Que las urnas renueven la esperanza en una Extremadura mejor que sea anticipo de lo que se viene a nivel nacional, de esa regeneración pendiente de la que les hablé la semana pasada. Que hablen los extremeños en las urnas como lo hizo en El Miajón de los Castúos, y que sea para bien de todos.
21 de diciembre de 2025
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