La iniciativa de la empresa de la plaza de toros de Castellón merece un reconocimiento....
Convertir los abonos en un posible regalo de Reyes es una estrategia comercial acertada y una manera de integrar la tauromaquia en la vida cotidiana del público, reforzando el vínculo con su feria y con su plaza.
CAPOTAZO LARGO
Buenas ideas, credibilidad y atracción
Por Carlos Bueno
La iniciativa de la empresa de la plaza de toros de Castellón merece un reconocimiento. Adelantar la tradicional presentación de los carteles de la feria de la Magdalena para abrir las taquillas durante el periodo navideño es una decisión inteligente. Convertir los abonos en un posible regalo de Reyes es una estrategia comercial acertada y una manera de integrar la tauromaquia en la vida cotidiana del público, reforzando el vínculo con su feria y con su plaza.
Este ejemplo debería ser tomado muy en serio por los primeros ciclos del año, como Olivenza y, especialmente, las Fallas de Valencia. Hoy el márquetin ya no es un lujo ni un añadido, es una necesidad. El viejo hábito de colgar los carteles apenas unos días antes de los festejos ha quedado completamente superado. En la actualidad mandan las redes sociales, la planificación, la generación de expectación y la capacidad de mantener viva la conversación taurina durante semanas. Adelantar las combinaciones y poner a la venta las localidades con antelación contribuye decisivamente a incrementar la difusión, a crear ambiente y a que la ciudad respire toros mucho antes de que se abra la puerta de cuadrillas.
Es cierto que, en ocasiones, este avance no depende únicamente de las empresas. Los propietarios de los cosos, en muchos casos Diputaciones u otras administraciones públicas, también tienen una responsabilidad directa en facilitar calendarios y decisiones. Pero cuando hay afición, trabajo y buena voluntad, los problemas se pueden resolver. Castellón demuestra que, cuando existe una visión clara y compromiso con la fiesta, las cosas se hacen y funcionan.
Ahora bien, toda esta modernización y acierto en la gestión pierde parte de su sentido si no va acompañada de justicia a la hora de confeccionar los carteles. Los empresarios deberían dejar a un lado intereses entre colegas y actuar con la sensibilidad necesaria para incluir a quienes realmente se lo han ganado en el albero y han despertado la ilusión de los aficionados. Uno lee los avances de Valencia y duele no encontrar a Paco Ureña, protagonista de tardes inolvidables en esa plaza; a Diego Urdiales y Daniel Luque, que levantan la máxima expectación; o a Nek Romero, por quien se apostó sin tapujos durante su etapa de novillero y que ahora permanece inexplicablemente parado.
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También llama poderosamente la atención comprobar cómo a algunos se les mima sin demasiada justificación, incluyéndoles en ternas de lujo con ganaderías de postín, mientras a otros se les exige revalidar sus triunfos una y otra vez frente a los mismos hierros, como ocurre con Román, que volverá a lidiar La Quinta en Valencia y Victorino Martín en Madrid, o con Paco Ureña, que se las verá con Fuente Ymbro y Adolfo Martín en Las Ventas. Eso o nada.
El toreo no puede sostenerse sobre agravios comparativos ni sobre inercias interesadas. La justicia debería prevalecer siempre, atendiendo a los merecimientos de los toreros y al interés real del público. Solo así, combinando una gestión moderna con carteles justos y coherentes, se podrá mantener viva la ilusión del aficionado y fortalecer una tauromaquia creíble y atractiva.

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