Dos toros -1º y 4ª- para rejones de San Pelayo (Pedro Capea), tres en puntas -3º, 5º y 6º- de Lorenzo Fraile, el quinto con el hierro de Puerto de San Lorenzo, los otros, con el de Ventana del Puerto y un segundo tris, sobrero, de Valdefresno.
Pablo Hermoso de Mendoza, silencio y dos orejas. Diego Urdiales, silencio y silencio tras aviso. Juan Ortega, una oreja y ovación..
David Saleri, sobresaliente, no fue invitado a intervenir.
Barquerito
Colpisa/Bilbao, 24 Agosto 2023
Por eso, pero no solo por eso, la corrida iba a irse hasta casi las tres horas, que pesaron como si fueran de plomo. En parte, porque no asomó ni un rayito de sol en toda la tarde. Con el pie cambiado empezó la corrida. Pablo Hermoso, en la tarde de su despedida, anduvo fallón con un primer toro que se paró enseguida y esperó. Dos rejones de castigo, cuatro farpas y tres cortas dejaron al toro medio muerto. A Pablo, según protocolo obligado, se le rindió homenaje en la tarde se su adiós con el aurresku de honor propio. Pablo lo recibió montado. Rareza.
A Diego Urdiales lo sacaron a saludar desmonterado antes de soltarse el segundo de corrida, el toro lisiado de la desgracia. Corretón de salida, el toro de Valdefresno romaneó en el segundo puyazo, lo peleó pero no pudo con el caballo. Hizo hilo en banderillas con Víctor Hugo tras prender el par que cerraba el tercio y Perico Muñoz, tercero de la cuadrilla de Juan Ortega, hizo el quite de la tarde. A Diego le habría gustado el toro porque lo brindó desde los medios. Muletazos de horma, pero enseguida tocó tirar del toro y reclamarlo a la voz. Ni así. Venido abajo, se fue abriendo y soltando el toro antes de parase y rajarse. Una estocada al segundo intento. Coz del toro.
Al tercero, del Puerto, cinqueño y hondo, le ajustó las tuercas Juan Ortega con un manojo de verónicas encajadas a modo y rematadas con media suntuosa, de mucho vuelo. Fue toro de buen aire por la mano derecha, y por ella se acopló Ortega sin duelo, acariciando y adormeciendo la embestida. Se sabía que iba a torear despacio, pero no tanto. La falta de gas del toro hizo de su toreo en redondo casi un espejismo. Habían sido notables las dobladas de apertura y la faena había ido tomando cuerpo cuando Ortega se echó la muleta a la izquierda. Pegajoso, el toro lo desarmó y, de paso, avisó con rajarse. En su amago se encontró con tres molinetes distintos. Caló. Una estocada ladeada y un descabello. Una oreja para celebrar el debut en Bilbao, donde se le esperaba.
La segunda parte de corrida, ya sin sobreros de sobresalto, empezó a casi las ocho. Pablo Hermoso anduvo resuelto, inspirado, feliz, acertado y un punto teatral con un toro, ahora sí, con fuelle y fondo. Se adornó con los aires de su invención en los galopes en tablas, clavó arriba y reunido, lo bordó en banderillas con el tordo Malbec, se lució en piruetas al salir de suerte y en la cara del toro, y cobró un rejón de muerte que bastó. Dos orejas. Y adiós a Bilbao con una interminable vuelta el ruedo que concluyó con Pablo besando la arena negra de Vista Alegre.
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