Claro que, dichos sujetos, a la hora de sus exigencias no son capaces de acordarse de que, dentro del escalafón existen hombres que se visten de toreros y se juegan la vida de verdad, ahí las aberraciones que comenten con sus actitudes absurdas porque, ya me contarán como sería la corrida de Linares, una reata de animalitos propios de una plaza de tercera, en este caso de Álvaro Núñez con un sobrero de Román Sorando. ¿Qué querían dichos sujetos? Vamos que, más tarde, tal y como se desarrolló el festejo, con la gorra podían haber matado sus toros pero, lo de ayer resultó una tropelía más de la que a diario se cometen en el mundo del todo; digamos, en el mundillo de las figuras porque Escribano, por ejemplo, no hace el gilipollas ninguna tarde, más bien todo lo contrario.
Como no lo hizo Curro Díaz que se hizo cargo de la corrida, asumió la responsabilidad a la que se enfrentaba, sabedor de que era el día grande en su pueblo que, por culpa de unos graciosos, Linares no podía quedarse sin si festejo más emblemático. Al final, tal y como nos han contado testigos presenciales del festejo, Curro Díaz ni se despeinó que suele decirse, cortó cinco orejas, dejó contentos a los aficionados y les demostró a los señoritos del escalafón que, pese a discrepancias, ante todo hay que ser un señor y, Morante Y Manzanares demostraron ser unos bandarras de mucho cuidado. Tras comprobar lo de Linares, uno piensa en tantos pueblos de Dios e imagina la de cosas que pasaran en dichos sitios cuanto aparecen las figuras del toreo.
Hoy, claro, todo son agasajos y parabienes para Curro Díaz al que, como es normal, presionaron los señoritos para que se cayera el cartel y no hubiera toros en Linares pero, a Curro le pudo su categoría humana, primero porque es de Linares y acto seguido porque tiene mucha dignidad. Las pruebas son elocuentes. Con lo que le cupo en suerte, Curro Díaz extrajo a sus oponentes lo que tenían dentro y, gracias a su arte y más tarde por sus estocadas, salvó la tarde con una dignidad admirable que, los pájaros antes citados no hubieran hecho nada con semejante material.
Ser figura del toreo para hacer el ridículo por el esperpento que dieron ayer en Linares los Morante y Manzanares, en honor a la verdad, ¿merece la pena ser figura para que todo el mundo te vea como un personaje indigno? Yo creo que no pero, como miles de veces dije, en el toreo existen dos mundos, el de las figuras, esa media docena de señoritos que hacen lo que les vienen en gana e imponen su ley, y el resto de los toreros en los que son la práctica totalidad, matar el toro auténtico se juegan la vida y, a muchos de ellos, hasta se les discrepa. ¿Se puede entender semejante locura? Así está montado el mundo del toro y, lo peor de todo es que nadie lo cambiará y siempre tendremos que soportar a los sinvergüenzas de turno para que se burlen de los aficionados.
Enhorabuena para Curro Díaz, un torero genial y un hombre que anda por derecho en la vida; lo de ayer fue la prueba más contundente que podía mostrarnos.
Opinión de Ginés Parra
ResponderEliminarNo me escondo, pues tan desgarrador comportamiento en el 77 aniversario de la mortal cornada de Islero al gran Manolete, es tan indigno, de tan mal torero...