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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 6 de abril de 2025

ZP y la paz con alzacuellos / por Javier Torres


'..Hoy contemplamos la obra de Zapatero con perspectiva y nos encontramos que de la legalización de ETA hemos pasado a la amenaza real de ilegalizar a VOX..'

ZP y la paz con alzacuellos

Javier Torres
Cuando se cumplen 35 años de la detención de Henri Parot en Sevilla y el Valle de los Caídosdoblemente profanado— es violado con la estrechísima colaboración episcopal y el silencio de tantos católicos profesionales, Zapatero pasea La solución pacífica por las tertulias del duopolio que creó para ampliar la trinchera socialista, entonces bajo el monopolio del grupo Prisa. El artífice de los dos grandes temas que espantan a la derechita Excel (la fulminación de la reconciliación a través de la ley de memoria histórica y el fin de la ETA) aparece para recordarnos que todo es parte del mismo plan para deslegitimar la transición y, con ella, a la propia monarquía heredera del franquismo, al que tantas veces le imputaron el nacimiento del terrorismo vasco.

Llegada la democracia, sin embargo, ETA siguió matando. Mató como nunca. Y eso condicionó el relato que los escribas oficiales del 78 construyeron basado en la mayor de las vilezas: que los atentados anteriores a 1975 tenían justificación. Es la teoría de Zapatero que identifica la democracia con el Frente Popular, es decir, con su abuelo fusilado, que por algo le dijo a la madre de Irene Villa cuando le pidió que se pusiera en su lugar, que le entendía perfectamente porque él perdió a su abuelo en la guerra.

El caso es que en vísperas de la Expo del 92 varios guardias civiles detuvieron a Henri Parot cuando conducía un coche con 300 kilos de explosivos dispuesto a volar la comisaria superior de la Policía Nacional en el centro de Sevilla. Habría sido la peor masacre de ETA, mucho mayor que la de Hipercor. Parot acumulaba 82 asesinatos a sus espaldas (casa cuartel de Zaragoza, general Quinta Lacaci…) y pretendía asestar un golpe letal a España en vísperas de la celebración del quinto centenario del descubrimiento de América y los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Canal Sur, por cierto, acaba de emitir un documental y el consejo de redactores (estructura socialista mantenida por el PP) quiso boicotearlo porque —sostienen— el terrorismo de ETA es cosa del pasado. Es la gran victoria de Zapatero y la gran derrota de España. La conferencia de Ayete en 2011 (otro Pacto de San Sebastián nefasto) consagró, sin entrega de armas ni renuncia al objetivo de la independencia, la segunda transición diseñada por el hombre que resucitó el Frente Popular. Sin los peacemakers, asegura ZP, no se hubiera logrado el fin de la violencia.

Hoy contemplamos la obra de Zapatero con perspectiva y nos encontramos que de la legalización de ETA hemos pasado a la amenaza real de ilegalizar a VOX, ya sea por racista, homonacionalista (palabro inventado por el lobby arcoíris) u homófobo, aunque los únicos que zurran a los gays sean las manadas que no comen jamón. El sistema integra a Txapote y Josu Ternera, pero expulsa a Ortega Lara. Sólo da voz a las víctimas que avalan ante Évole la traición que consagra a Otegui hombre de paz mientras margina y arrebata el derecho a voto a los que expulsaron del País Vasco, pues adulterar el censo electoral —como también hacen sustituyendo talento nacional por mano de obra barata africana— es otro logro del padre político de Sánchez e Iglesias.

Por eso yerran quienes enterraron el zapaterismo en 2011, pues década y media después su legado no sólo sigue intacto, sino ampliado. El PP se va de chacolís y peluquería con Bildu, la memoria histórica ya suena a voz de Prego y nuestro Obama español aspira al Nobel de la paz. Zapatero ha perfeccionado la técnica. Habla muy despacio y menciona paz e igualdad cada diez minutos con aire de cura postconciliar en pantalón vaquero, a esos que Bono frecuentó para comulgar con trozos de pan más grandes que el ego del padre Ángel.

Nuestra democracia setentayochista se consolida. El Eurostat confirma que el poder adquisitivo de los españoles no ha variado en un cuarto de siglo, o sea, 25 años tirados a la basura en materia económica, social y política. Nadie protesta, los españoles parecen anestesiados y la Conferencia Episcopal, que sacó a un millón de personas a la calle durante el zapaterismo, sólo rechista si Trump no es suficientemente provida. El cardenal Sarah escribe que la Iglesia se muere porque los pastores tienen miedo de hablar con absoluta honestidad. 


Hoy sabemos que cuando las cruces que más importan son las de la declaración de la renta, entonces no cabe esperar nada de una jerarquía eclesial vendida por un puñado de monedas de oro.

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