Con todos los respetos, porque alguien ahí se juega la vida o como mínimo el tipo, la ceremonia del toro quizás no sea siempre lo que se ve y esto se intuye en las prosas taurinas, donde hay una extraña inflación poética y tendencia a lo ininteligible. Por eso las crónicas de José Ramón Márquez son agua clara, clara pero fría, porque espabilan. A la tauromaquia la rodea también una cursimaquia. Si casi todo está falseado en España, ¿no lo estarán también un poco los toros?
Las crónicas de Márquez, en el blog Salmonetes ya no nos quedan (blog no siempre citado, pero por el que han ido a procesionar casi todos en algún momento) son una demostración de gran cronismo: elegancia, conocimiento, amenidad retranqueada e independencia, incluso acrisolada independencia.
Traslado lo que me cuentan los taurinos, que yo de toros no sé (bastante tengo con Lucas Vázquez), pena porque en los toros está todo.
Bergamín diferenciaba entre la posición (o colocación) ante la suerte y la postura, que es exactamente lo contrario. Y la postura nos lleva a la impostura. Los que saben de toros conocen el lugar en el que la colocación ya no es colocación sino facilidad o numerito.
Los que no sabemos, sin embargo, nos dejamos embrujar por la postura, por la plasticidad del talle, y movidos por un pujo artístico nos vamos de llenos al engaño. En los toros se percibe lo popular, pero también la cercanía de un flamenquismo señoritingo.
Así que caminamos en el filo de la navaja de lo popular y de lo contrario, su impostación.
Las crónicas de Márquez ayudan porque tiene el ojo para precisar la verdad dentro de la Verdad del toro y la preocupación por encontrar lo popular genuino. En su Gente pa tó (Letras de Almagre), hay una galería de personajes (glorias carpetovetónicas) alrededor de lo taurino, en el periodo anterior a la edad moderna de la actividad. A veces pensamos, ¿dónde se fueron los personajes del siglo de Oro? Quizás algunos se fueron metiendo allí.
En el libro hay un texto (que no me suena bien pero peor suena pieza) que parece un rescate tecnológico. Márquez hace una crónica de las corridas de toros de Carabanchel en el verano de 1909. Como genial anacronista, aplica su lenguaje de cronista actual a lo allí ocurrido, una auténtica escabechina festiva con muertos, invasiones, heridos, protestas… El resultado es asombroso. ¿Dónde está ese mundo?
Relacionado: XXIV 'Fábula Literaria Vicente Zabala' a D. José Ramón Márquez autor del libro 'GENTE PA TÓ''

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