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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 7 de abril de 2025

El indulto en el toreo: entre la excelencia y el exceso / Por Sergio Hueso


'..Para que el indulto conserve su grandeza, debe evaluarse con rigor: bravura, fondo, humillación y presentación a la categoría del festejo. No todos los escenarios ni todas las tardes son iguales, y el criterio debe ser tan exigente como flexible ante las circunstancias..'

El indulto en el toreo: 
entre la excelencia y el exceso

Sergio Hueso
Las primeras ferias de la temporada taurina ya han dejado dos indultos, uno por cada certamen. Una cifra llamativa que, de seguir esta tendencia, podría convertir el perdón de la vida al toro en un gesto rutinario más que excepcional. El indulto, en su esencia, es un reconocimiento supremo a la bravura y nobleza de un animal que ha demostrado singularidad en todos los tercios de la lidia. Sin embargo, su creciente frecuencia invita a reflexionar: ¿estamos premiando la excelencia o diluyendo su valor?

El reglamento establece que el toro indultado debe ser extraordinario desde que sale del chiquero hasta que llega la suerte suprema. No basta con que cumpla; debe sobresalir. 

Sin embargo, en los últimos años se observa una relajación de los criterios: se concede el indulto a toros que, sin ser mediocres, tampoco alcanzan esa categoría de excepcionalidad. El riesgo es claro: si el perdón se otorga por costumbre o complacencia, pierde su sentido original.

El tercio de varas, antaño prueba decisiva de la bravura del toro, se ha reducido en muchas ocasiones a un mero trámite. La selección ganadera ha logrado ejemplares más voluminosos y móviles, pero no siempre con la casta suficiente para sostener una lidia íntegra. Son frecuentes los toros que, pese a su imponente presencia, pierden fuelle ante el castigo o carecen de esa fuerza que desafía al torero. El indulto, en estos casos, se convierte en un premio injustificado.

Para que el indulto conserve su grandeza, debe evaluarse con rigor: bravura, fondo, humillación y presentación a la categoría del festejo. No todos los escenarios ni todas las tardes son iguales, y el criterio debe ser tan exigente como flexible ante las circunstancias. El peligro de banalizar este gesto es que, al final, las estadísticas con un número elevado de indultos acaben enmascarando una realidad menos brillante.

Ojalá esta temporada no sea recordada por la cantidad de toros perdonados, sino por la calidad de los que lo merecieron. En el toreo, como en todo, lo excepcional no se decreta: se demuestra. 

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