Toro de Cuvillo lidiado el día de San Isidro
"...muchísimo peor es la presentación del ganado, que ha bajado hasta los límites muchas veces de las plazas de segunda..."
"...muchísimo peor es la presentación del ganado, que ha bajado hasta los límites muchas veces de las plazas de segunda..."
Madrid empequeñece
Por Antolín Castro
La feria de San Isidro, que todavía colea, ha ocupado el mes de mayo. Decíamos en el editorial anterior que si era cuesta arriba o cuesta abajo. Es evidente lo que ha sido: una cuesta abajo con clara tendencia a seguir bajando.
Discreparán muchos, medios y aficionados, ya que es seguro que les parece que ha sido, que es, una gran feria, donde han salido a hombros toreros de relumbrón, Talavante y Manzanares con dos orejas en un solo toro, la última César Jiménez con el 1+1 y rejoneadores de primera, Ventura y Leonardo, además de muchas orejas sueltas repartidas entre los coletudos más cotizados, Castella en días diferentes, Manzanares y El Cid, pero ¿es realidad o simplemente un espejismo propiciado por un triunfalismo atroz?
Es evidente que los resultados son engañosos, de las orejas unitarias concedidas los aficionados recuerdan más la de Fandiño que otras de las muchas concedidas. Manzanares de tres sólo una está dentro de la exigencia que debe, que debería, tener Madrid, ya que ‘cumbre’ no estuvo, como él mismo reconoció. Las dos de Talavante gozan de mayor apoyo que las del alicantino.
Pero siendo esto grave, mucho, muchísimo peor es la presentación del ganado, que ha bajado hasta los límites muchas veces de las plazas de segunda. Un listón exageradamente bajo que ha propiciado un exceso de animales sin el trapío que deben tener en la primera plaza del mundo. No se puede llenar la boca de esta afirmación y después dejar de lado su exigencia equiparándola a cualquier otra. Naturalmente, llama la atención los bailes de corrales en los días de las llamadas figuras. Vergonzoso.
Y si malo era lo primero y peor lo segundo, infinitamente más dañino es el juego, entre amoruchado y bobalicón, de los toros que se lidian. A salvo la de Escolar y Peñajara que eran toros sin educar -los toros no van ni deben ir a la escuela- la mayoría de lo que sale es para echarse a llorar. No sabemos dónde vamos a llegar con el descastamiento y endulzamiento de la cabaña brava. Entre una cosa y otra, lo que sale a la plaza es lo más parecido a los borricos, en este caso con cuernos.
En OyT se lo hemos contado, y lo seguimos haciendo, cumpliendo con dos deberes: el de no faltar a la verdad de lo que sucede cada día en la feria y en el intento de salvaguardar y defender esa Fiesta que dicen defender -pero solo se aprovechan de ella- todos los profesionales que viven de la misma. Nosotros no vivimos de ella, nos desvivimos por ella que es sustancialmente distinto y mucho más edificante.
La feria de San Isidro, que todavía colea, ha ocupado el mes de mayo. Decíamos en el editorial anterior que si era cuesta arriba o cuesta abajo. Es evidente lo que ha sido: una cuesta abajo con clara tendencia a seguir bajando.
Discreparán muchos, medios y aficionados, ya que es seguro que les parece que ha sido, que es, una gran feria, donde han salido a hombros toreros de relumbrón, Talavante y Manzanares con dos orejas en un solo toro, la última César Jiménez con el 1+1 y rejoneadores de primera, Ventura y Leonardo, además de muchas orejas sueltas repartidas entre los coletudos más cotizados, Castella en días diferentes, Manzanares y El Cid, pero ¿es realidad o simplemente un espejismo propiciado por un triunfalismo atroz?
Es evidente que los resultados son engañosos, de las orejas unitarias concedidas los aficionados recuerdan más la de Fandiño que otras de las muchas concedidas. Manzanares de tres sólo una está dentro de la exigencia que debe, que debería, tener Madrid, ya que ‘cumbre’ no estuvo, como él mismo reconoció. Las dos de Talavante gozan de mayor apoyo que las del alicantino.
Pero siendo esto grave, mucho, muchísimo peor es la presentación del ganado, que ha bajado hasta los límites muchas veces de las plazas de segunda. Un listón exageradamente bajo que ha propiciado un exceso de animales sin el trapío que deben tener en la primera plaza del mundo. No se puede llenar la boca de esta afirmación y después dejar de lado su exigencia equiparándola a cualquier otra. Naturalmente, llama la atención los bailes de corrales en los días de las llamadas figuras. Vergonzoso.
Y si malo era lo primero y peor lo segundo, infinitamente más dañino es el juego, entre amoruchado y bobalicón, de los toros que se lidian. A salvo la de Escolar y Peñajara que eran toros sin educar -los toros no van ni deben ir a la escuela- la mayoría de lo que sale es para echarse a llorar. No sabemos dónde vamos a llegar con el descastamiento y endulzamiento de la cabaña brava. Entre una cosa y otra, lo que sale a la plaza es lo más parecido a los borricos, en este caso con cuernos.
En OyT se lo hemos contado, y lo seguimos haciendo, cumpliendo con dos deberes: el de no faltar a la verdad de lo que sucede cada día en la feria y en el intento de salvaguardar y defender esa Fiesta que dicen defender -pero solo se aprovechan de ella- todos los profesionales que viven de la misma. Nosotros no vivimos de ella, nos desvivimos por ella que es sustancialmente distinto y mucho más edificante.
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