Rafael Orellana, de nuevo se lleva el triunfo de la tarde, al cortar el único apéndice este sábado en Caño Zancudo. Foto: Alexander Hernández
Orellana corta la única oreja en medio de la noche
Exigua
asistencia de público ayer en Caño Zancudo en festejo que se desarrollaría bien
entrada la tarde-noche.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Escaso eco en el ánimo
de los aficionados el que ha tenido el cartel del festejo taurino en el marco
de las ferias y fiestas de la calurosa población merideña de Santa Elena de
Arenales, conocida como Caño Zancudo. Ello en parte motivaría que la corrida
pautada para la lidia de cuatro reses comenzara bien adentrada la tarde-noche,
lo que hizo que este se llevara a cabo entre sombras ante la escasa iluminación
del coso portátil.
A tal efecto se
lidiaron reses de Los Ramírez
y un toro de Rancho Alegre
(1º), encierro bien presentado y que en su mayoría han ofrecido posibilidades
de lucimiento a los espadas actuantes, donde lamentablemente el uso de la acero
limitó el que se cortasen apéndices. Los tendidos registraron un poco más de un
cuarto de plaza.
Rafael Orellana hubo de despachar dos de los astados de la función
en razón de no presentarse el novillero peruano César Bazán “El Yetta”, dejándose entrever por
problemas al momento de su trasladado desde Bogotá. El que abrió plaza, un
zambombo con edad y kilos del hierro que fue del valenciano Oswaldo
Michelena le pasó con limpieza, sin muchas conjeturas. Al final palmas fue
el veredicto de los presentes. Con el que cerró plaza, más reposado se observó
el espigado coleta, aprovechando la nobleza y recorrido del pupilo de Ricardo
Ramírez. Le despachó con brevedad paseando la única oreja del festejo.
Gregorio Torres “Maravilla” contaría con materia prima para lucirse en
todos los tercios de la lidia en la que intervino, dejando en evidencia sus
ganas y deseos de triunfo. El astado con recorrido y celo por las telas dejaría
momentos de lucimiento en la retina, pero el fallo con los aceros hizo que las
palmas fueran premio al conjunto de su labor.
Recién llegado del
Perú, Alexander Guillén igualmente dejaría buenas maneras y detalles
caros en su labor, con el condicionante de la
escasa iluminación presente. El regular uso de la espada no le permitiría “tocar
pelo”, siendo aplaudido.
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