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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 2 de julio de 2015

Hay futuro / por Paco Delgado




"...Hay que luchar, hay que trabajar, naturalmente, hay que pelear y hacer que la voz de los aficionados deje oir alto y claro que sus derechos valen tanto como los de los demás. Pero no sólo son ellos los que deben dar la cara y partirse la jeta. La gente del toro debe echarse también a la calle y apoyar una causa que es la suya más que la de nadie...

Hay futuro
  • No hay que dejarse llevar por el pánico ni por las amenazas, veladas o calladas, de la nueva clase dirigente.

Paco Delgado /26/06/2015
No future! gritaban a voz en grito los chavales ingleses -y luego de medio mundo- que, ataviados según el canon ideado por el avispado Malcom McLaren, hicieron del punk su bandera y su protesta ante las pocas oportunidades que se les presentaban en aquellos primeros años setenta del pasado siglo, cuando la crisis del petróleo hacía estragos en el mundo occidental. Y pese a que la crisis actual, con todo, no amaina, y con la nueva amenaza de la izquierda radical haciendo mucha sombra sobre la fiesta, no parece, sin embargo, que aquel grito de guerra punki sea aplicable en este caso: Hay futuro. Y lo dejaron claro, por ejemplo, los tres novilleros actuantes en la feria de Hogueras (Borja Álvarez, Ginés Marín y Varea) y que demostraron nivel ante una buena novillada de Fuente Ymbro. Como lo han demostrado también los Posada de Maravilla, Roca Rey, Álvaro Lorenzo, Francisco José Espada, Galdós y varios novilleros más que prometen. Y lo viene haciendo a lo largo de esta campaña López Simón. 
O el tirón que siguen teniendo diestros como Juli o Morante. Y, desde hace un cuarto de siglo, Enrique Ponce, no sólo incombustible si no que cada año que pasa crece un poco más...

Y hay que ver las cosas con optimismo si se fija uno en la cantidad de toros que están embistiendo y cómo vuelven a dar productos de gran juego ganaderías como Núñez del Cuvillo, Zalduendo o Juan Pedro Domecq, un tanto en baja forma en las últimas temporadas y que ahora parecen reverdecer.

Y se nota que hay futuro cuando la estadística nos cuenta que entre el 1 de enero y el 15 de junio de este año han acudido a las plazas de toros 1.655.300 espectadores, de acuerdo con un informe elaborado por la plataforma La Economía del Toro para la Unión de Criadores de Toros de Lidia, lo que, comparado con las cifras de 2014, indica un crecimiento de 101.250 entradas y una subida del 6,5%. Que no está mal.

No hay que dejarse llevar por el pánico ni por las amenazas, veladas o calladas, de la nueva clase dirigente -en la que también hay gente sensata e inteligente, con dos dedos de frente y consciente de la importancia del espectáculo taurino, su tradición, arraigo y significado en muchos órdenes de la vida española-, que parece que, tras la dejadez crónica que la fiesta taurina ha sufrido por parte de los distintos gobiernos que nos han tocado desde ni se sabe, ahora está dispuesta a echar mano del verduguillo. Pero, que se sepa y a ciencia cierta, sólo son casos contados y puntuales, aunque, ojo, no hay que despreciarlos ni dejar pasar como si nada.

Hay que luchar, hay que trabajar, naturalmente, hay que pelear y hacer que la voz de los aficionados deje oir alto y claro que sus derechos valen tanto como los de los demás. Pero no sólo son ellos los que deben dar la cara y partirse la jeta. La gente del toro debe echarse también a la calle y apoyar una causa que es la suya más que la de nadie.

Y aunque tradicionalmente el taurino -y cuando digo o escribo taurino me refiero al que está en esto de manera interesada económicamente en cualquiera de sus vertientes empresariales- haya escurrido el bulto, mirando sólo para su negocio y muy muy a corto plazo, sin llegar a crear una verdadera industria sólida y afianzada, ha llegado el momento de dejarse de cuentos y dar la cara, de salir a pecho descubierto y tratar de hacer valer sus razones. No cuela ya que dejen que sean los aficionados los que, a modo de infantería, se batan el cobre y se dejen machacar mientras ellos permanecen en una retaguardia muy alejada del frente. Sólo así, y estando todas las partes unidas y convencidas, se podrá vencer una enfermedad que no es un simple sarampión, como se nos quiere vender.

Hay futuro, seguro, pero pongamos los medios para que no se aborte.

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