Foto: Camilo Díaz
Cali cerró la feria recuperando exitosamente su tradicional fecha del treinta y uno. Un extraordinario encierro de Caicedo propició el broche triunfal del año y la feria. Castella hizo pleno de orejas y Bolivar y Roca Rey con dos cada uno salieron a hombros por la Puerta Señor de los Cristales con el ganadero.
- El ganadero dio la vuelta al ruedo tras rodar el sexto, y su pequeño hijo Martín salió a hombros por la puerta máxima con Bolívar y Roca Rey, no con Castella que había corrido al aeropuerto no más matar el cuarto.
Feliz año en Cali
Cali, Colombia, XII 31 17
Los bellos juanbernardos, astifinos, variopintos, conformaron de lejos el mejor conjunto de la feria en la ecuación trapío juego. Pesaron en promedio 477 kilos. Todos aplaudidos en los arrastres y el 3º y el 4º dieron la vuelta al ruedo. Su nobleza y son los hicieron ideales para el toreo lento y ligado en los tres tercios. Mas no fueron perfectos. De eso no hay. La raza y las fuerzas justas les hicieron decaer en los finales, pese a que fueron mínimamente picados o no picados. Atacaron el monopuyacito con algo de tardanza y sin mucha fiereza, pero ya en el mostraron celo y algunos metieron riñones. Persiguieron los banderilleros y siguieron las muletas con más fijeza y repetición que codicia. Con eso brindaron una fiesta sostenida y entregaron ocho orejas, que como venían las cosas en el palco hubiesen podido llegar a doce de no haber mediado bajonazo y multipinchazos. El ganadero dio la vuelta al ruedo tras rodar el sexto, y su pequeño hijo Martín salió a hombros por la puerta máxima con Bolívar y Roca Rey, no con Castella que había corrido al aeropuerto nomás matar el cuarto.
Una de las mejores tardes de Sebastián Castella en Cali donde tiene culto. Acoplado con su generoso lote, ahondó en los cimientos de su tauromaquia. Quietud, serenidad, verticalidad y proximidad. A “Tronante”, el primero, le meció cinco y media verónicas, lo pasó crudo y acertó. En el tercio de muerte abrió la pachanga con derechas e izquierdas de sobria y veraz ejecución y de ruidoso calado popular. Algún par de trompicones no limitaron a Usía para ordenar la música de las faenas excepcionales y las dos orejas automáticas tras la estocada levemente descentrada. La celebración fue unánime. Con el cuarto abundó de capa. Quite con espaldina y gaoneras y el sello de la casa en su muleta. Cuatro por pecho y espalda engarzados con dos derechas, el cambio y el forzado. Un follón. Siete naturales buenos ligados sustanciaron la faena que terminó circular y bien estoqueada. Para completar el poker y escapar temprano de la plaza.
Luis Bolívar, se tomó las cosas muy a pecho. “Barbazul” también. Hicieron acoplado dúo. De capa y muleta, templado y ligado en un trasteo basado en el pase natural. Unciendo las embestidas con atinada medida y cadencia. El paisanaje bullía con banda y todo. Tras un pinchazo arriba, una estocada fulminante y una petición escandalosa, cayeron las orejas. Frente al quinto se fue a portagayola como si lo necesitara, tres largas cambiadas de rodillas cantaron su vehemencia. Esa fue la tónica. Por la razón o por la fuerza. Con respaldo de masas. Menos poso y pureza que con el segundo, pero de no haber sido por el bajonazo costal, dos pinchos, un aviso y dos descabellos, quién sabe cuánto pelo le hubiese tocado, pues la parcial exigió el saludo con pasión.
Andrés Roca Rey, se abrió con tres afaroladas de rodillas, seis delantales y revolera. Tras el gran tercio de “El Piña” y “Viruta” La rumba era total. Volvió el peruano de hinojos con la muleta, por delante y por detrás cuatro veces, encadenados con dos derechas y uno de pecho sin levantarse. La locura. Corrió la mano una y otra vez con apretura en los embroques y aguante hierático. A una suerte, la suprema, del premio mayor dio en hueso tres veces y todo quedó en vuelta clamorosa.
Muy comprometido salió a matar el último toro del año en el mundo. “Tesorero” 510 kilos. Por delantales, por un lado y por el otro, por alto y por bajo buscó el triunfo, pero el toro se paró y entonces se acunó jugando la carta del efecto. No había de otra, y el público solidario rugió. Con eso a favor se tiró a volapié dejando la estocada desprendida. No hubo reparos cuando de arriba flamearon los pañuelos de la redención y la tarde terminó en un jolgorio desaforado.
El año de los toros volvió a terminar en Cali. La gente que tanto había protestado a lo largo de la feria salió enfiestada bajo la pirotecnia. La presidencia estuvo más que generosa, sí, pero la corrida fue muy buena. Quizás un tris más triunfalista que triunfal. Purismos aparte, digo. Feliz año.
FICHA DEL FESTEJO
Cali. Diciembre 31, 2017. Plaza de Cañaveralejo. 6ª de feria. Sol y nubes. Más de media plaza.
Seis toros de Juan Bernardo Caicedo, bien presentados, muy nobles y justos de fuerza, vuelta al 3º y al 4º, los demás aplaudidos en el arrastre.
Sebastián Castella, dos orejas y dos orejas.
Luis Bolívar, dos orejas y saludo tras aviso.
Andrés Roca Rey, vuelta y dos orejas.
Incidencias: Saludaron Carlos Rodríguez y Ricardo Santana tras parear al 2º, y “El Piña” y “Viruta” tras parear al 3º. Al terminar la corrida salieron a hombros Luis Bolívar, Roca Rey y el niño Martín Caicedo en representación de la ganadería.
Sebastián Castella abandonó la plaza tras la lidia del 4º.
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