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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 25 de marzo de 2020

La feria fallera de 1980: El Cordobés y Dámaso González, triunfadores




Ya que de esta feria fallera de 2020 no se puede hacer un resumen, sirva para “matar la afición” rememorar qué pasó en el ciclo josefino de hace cuarenta años.Un ciclo en el que el anuncio de sus carteles, despertó más de una polémica. Unos carteles que fueron organizados por parte de los empresarios del coso valenciano, la sociedad integrada por los hermanos José y Manolo Flores Camará y el matador de toros retirado Pedro Martínez Pedrés y con Emilio Miranda en funciones de gerente.

La feria fallera de 1980
El Cordobés y Dámaso González, triunfadores

Valencia, 23 marzo 2020
Y es que de hacían sentir las ausencias de toreros que habían triunfado en esta plaza el año anterior, casos de Emilio Muñoz, alternativado con éxito el 11 de marzo de 1979, o de Ángel Teruel, quien en ese mismo ciclo fallero de 1979 se había llevado un total de cinco orejas, y asimismo se echaba en falta a Luis Francisco Esplá.

Los compusieron un abono no demasiado extenso, compuesto por cuatro corridas de toros, un festejo de rejones y una novillada picada, y en el cual la figura de Manuel Benítez El Cordobés se ofreció como el principal atractivo, al ser contratado para dos tardes. La excelente entrada que había registrado la plaza en su actuación del mes de septiembre del año anterior fue determinante para tratar de aprovechar de nuevo el tirón taquillero del coletudo de Palma del Río, quien había hecho una multitudinaria reaparición en los ruedos el mes de julio en la plaza de Benidorm.

El abono de aquellas fiestas josefinas se abrió con una corrida de rejones programada para el día 9 de marzo. Aquella tarde se lidió un encierro de Luis Albarrán para un cuarteto de jinetes compuesto por Alvaro Domecq, Manuel Vidrié, Joao Moura y el sevillano Antonio Ignacio Vargas. Un festejo de largo metraje que no arrojó un lucido balance. Con todo, se pudo ver el el temple y la torería del portugués Moura, quien una vez más se vio privado de recompensas por su deficiente manejo de los aceros. Únicamente el siempre espectacular y temperamental Antonio Ignacio Vargas logró despertar las ovaciones de los espectadores, llevándose la única oreja del festejo.

El Cordobés, éxito en taquilla

El día 15 de marzo tuvo lugar la primera corrida de toros del ciclo. Los tendidos del coso valenciano registraron una gran entrada, superior a los tres cuartos del aforo, para presenciar la primera actuación de Manuel Benítez El Cordobés. Este quiso hacer honor a la confianza depositada en él por la empresa y logró abrir la puerta grande tras desorejar al quinto toro de la tarde después de una actuación marca de la casa. Se lidiaron cuatro toros de Matías Bernardos y dos remiendos de El Sierro, frente a los que el jerezano Rafael de Paula apenas pudo dejar algún retazo aislado de su torería y empaque, en tanto que Pedro Moya Niño de la Capea porfió tesonero pero sin poder alcanzar especiales logros.

Otra gran entrada, rozando el lleno, registró la plaza al día siguiente, y ello sirvió para poner de manifiesto el gran tirón taquillero de Benítez. Y no sólo triunfó en la taquilla el heterodoxo diestro, sino que también volvió a hacerlo sobre la arena.

En esta ocasión cortó una oreja de cada astado de su lote y de nuevo fue paseado en volandas hasta la calle. Y, tal como sucedió el día anterior, fue el único componente de la terna en tocar pelo, ya que en esta ocasión ni el veterano Jaime Ostos en papel de ilustre telonero ni Palomo Linares, lograron eclipsar a Manuel Benítez. El ganado que salió por los chiqueros estuve compuesto por cuatro reses de Mari Carmen Camacho y dos de Carlos Núñez.

Al día siguiente se anunció la primera y única de las novilladas del abono, con un cartel de cuatro espadas más que sobrado de alicientes y repleto de novedades para el aficionado. Con todo, sobre lo inicialmente anunciado se produjo la baja de Vicente Ruiz El Soro. El torero de Foios, apoderado por la casa Camará y que había debutado con caballos el pasado mes de septiembre, sufrió una grave cornada en la cabeza días antes en la plaza de Castellón y no pudo acudir a su cita fallera. Su lugar fue ocupado por Luciano Núñez, quien justificó su inclusión con una más que digna actuación, en la que sobresalió por un empacado y templado manejo del capote.

Aquel día, y a pesar de tratarse de una novillada, la plaza se llenó en sus tres cuartas partes. Los utreros de Diego Romero dieron un excelente juego para los toreros, aunque los aficionados echaron en falta una mayor presencia y cuajo en los astados y una mayor dosis de bravura. La única oreja que se concedió fue a para al esportón del espigado Andrés Blanco, quien una vez más hizo gala de su excelente corte de torero en dos trasteos de buen concepto y sobrados de torería. Por su parte Mario Triana, quien la temporada pasada había cortado orejas a espuertas tanto en la feria de julio como en los festejos de septiembre, se tuvo que conformar con recoger ovaciones tras dos labores aseadas y muy asentadas, aunque algo faltas de vibración.

El cuarteto lo completó el sevillano Pepe Luis Vázquez, cuyo debut en esta misma plza el pasado ciclo fallero había sorprendido con una actuación plena de gracia y pinturería, con un toreo de duende y sabor adornado con retazos de extraordinaria torería. En esta ocasión cumplió y dejó entrever de nuevo apuntes de su extraordinaria concepción de la tauromaquia, pero también dejó ver de conformismo y una cierta falta de ambición.

Dámaso, el ídolo

No fallaron los pronósticos y el triunfo de Dámaso se volvió a consumar por enésima vez. El de Albacete hizo el paseíllo el día 18 y aprovechó el gran juego del encierro de Torrestrella para llevarse un total de tres orejas. Técnica, temple, entrega y unos enormes deseos de agradar fueron los ingredientes de sus dos labores, de largo metraje pero sinceras y emotivas. El buen juego de los astados de Álvaro Domecq propició asimismo el éxito de Francisco Rivera Paquirri, quien cortó las dos orejas del gran cuarto y con un cartílago fue recompensada la torería empacada de José María Manzanares. En este festejo sufrió una cornada el banderillero Pirri.

Los toros de Juan Pedro Domecq fueron los anunciados el día 19 de Marzo, día del santo Patrón en el que se ponía punto y final a la feria. Aquel día se programó un cartel de escaso relieve, lo que propició que los tendidos del coso valenciano se ocupasen apenas en la mitad de su aforo, a pesar de lo señalado de la fecha. Algunos pusieron como excusa que ese mismo día en Mestalla el valencia CF y el Barcelona se enfrentaban en el partido de vuelta de las semifinales de la Recopa de Europa. Un encuentro que acabó con un marcador de 4-3 favorable a los merengues, quienes meses después se alzaron como campeones del torneo al derrotar en los penalties al Arsenal, tras acabar el encuentro y su prórroga con empate a cero goles.

La única oreja que se concedió en aquella corrida, que también fue de ocho toros, se la llevó el sanluqueño Paco Ojeda, en su primera temporada en el escalafón superior. Y tanto José Luis Galloso, como Julio Robles y el valenciano Manolo Sales no pasaron de la discreción.

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