Esta plaza, inaugurada en 1931 cuando tan solo habían transcurrido dos meses, se había proclamado la II República en España, y, tras un largo “vía crucis” de desmontes, cesión de terrenos, y no pocas contradicciones urbanísticas, allá por la vieja carretera de Aragón, hacia los extremos de la barriada de las Ventas del Espíritu Santo camino del cementerio, que daba paso a los cortejos fúnebres, rodeada de focos de chabolismo y población marginal.
Noventa aniversario de Las Ventas de Madrid
México, 26 Mayo 2021
Muchos son aquellos que recuerdan efemérides, sobre todo de toreros, de sus alternativas, sus gestas, también como no, recordamos el día, el toro y la ganadería de hechos luctuosos que marcaron el devenir de la tauromaquia, y llenaron con justicia páginas de su historia. Pero hay sin embargo, otras fechas trascendentales, que nos pasan más desapercibidas, siendo incluso, al menos tan importantes como lo fueron sus personajes.
Hoy me quiero referir a la plaza de toros de las Ventas en Madrid. Una plaza que su tuvo en sus inicios algunas contrariedades para su inauguración en 1931 del pasado siglo. Ha vuelto de nuevo a tener que cerrar sus puertas, y anular sus carteles estas dos últimas temporadas consecuencia de la cruda y lamentable pandemia que ha sembrado el temor y el desconcierto en el mundo entero. Tampoco han escapado del maléfico influjo virulento otras plazas y otras ferias en la Iberia taurina.
Corría el año 1959 cuando visite la monumental plaza de las Ventas, era la primera vez que iba a presenciar un espectáculo taurino y, (de paso seguimos), sin dejar de preguntarnos,- cómo pasa el tiempo -. Esta plaza, inaugurada en 1931 cuando tan solo habían transcurrido dos meses, se había proclamado la II República en España, y, tras un largo “vía crucis” de desmontes, cesión de terrenos, y no pocas contradicciones urbanísticas, allá por la vieja carretera de Aragón, hacia los extremos de la barriada de las Ventas del Espíritu Santo camino del cementerio, que daba paso a los cortejos fúnebres, rodeada de focos de chabolismo y población marginal.
Recoge la historia, que fue precisamente José Gómez “Joselito” quien propone la conveniencia de construir una plaza de toros de tamaño monumental, que abriera el espectáculo a toda la ciudad, y con ello, abaratar el precio de las localidades. Accede a ello la Diputación, y es un amigo del torero sevillano, el arquitecto José Espeliú quien pone en marcha el proyecto, iniciando las obras en el 1922, que duraron hasta el 1929.
Dos años después, la plaza abría sus puertas un 17 de Junio; y lo hacia con un festejo que se celebra en beneficio de los obreros en paro (“igual que ahora”). Por entonces, se celebraban muchas corridas benéficas para paliar no pocas miserias, desdichas, accidentes y casas de protección a menesterosos. Y lo más importante los toreros se apuntaban y acudían con total solicitud, y sin poner trabas para estos menesteres.
Para la ocasión se contó con ocho toreros que componían el cartel, Fortuna, Lalanda, Villalta, Barajas, Bejarano, Barrera, Armillita, y Manuel Mejias (Bienvenida), presidió el festejo Don Pedro Rico, alcalde de la ciudad, flanqueado por otros tantos matadores que habían sido hasta entonces historia viva de la tauromaquia, entre ellos Guerrita, Pastor, Machaquito y Bombita.
El despejo de plaza lo efectuaron cuatro alguacilillos, y amenizaron el evento la banda Municipal de Madrid y la banda Republicana, pero a la gran expectación despertada, se uniría aquello que a día de hoy aún pronosticamos “tarde de expectación, tarde de decepción”, el mal juego de los astados, dieron pocas opciones a los toreros, que salvo alguna faena meritoria, en conjunto el espectáculo fue un fiasco, curiosamente sonara la música en un tercio de banderillas de Marcial, cuestión que según parece, no gusto nada a críticos y revisteros de la época. Finalizado el festejo, la plaza se cerró y habrán de pasar más de tres años (1934) para que Belmonte, Marcial y Cagancho hicieran un nuevo paseíllo. Luego la Guerra Civil cortó su andadura hasta el 24 de Mayo del 1939.
Su hecho más relevante nos sitúa en el 1947 cuando Livino Stuyk crea la Feria de San Isidro. Y, hasta hoy… (Felicidades).
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