No parece una noticia muy destacable, máxime si ya sabemos que le tocó un lote infumable y que no pudo mostrar esas cualidades que le han hecho abrirse paso en plena pandemia. Ningún triunfo le avala en la plaza francesa tras lo sucedido.
Pero que no se preocupe nadie, no le pasará factura alguna. Como debe ser. Juan Ortega tiene ante si una temporada llena de paseíllos por cumplir. Pocas veces nos alegramos tanto porque se den estas situaciones para que, un torero con capacidad, cualidades y méritos más que sobrados, no se desperdicie su arte.
Fue en Linares el pasado año, en plena pandemia de toreo barato, cuando surgió un torero que nos mostró cómo luchar contra el virus de la artificialidad y el ventajismo en el que se encuentra sumido el toreo desde hace tiempo.
Juan Ortega fue la vacuna segura. Ahora todos los aficionados quieren estar vacunados y se muestran ilusionados cuando le ven anunciado en los carteles donde antes aparecían otros con bastantes menos méritos que él.
La verdad es que los primeros aficionados que se vacunaron con él fueron los de Las Ventas años atrás. Esa plaza y esa afición suele ser siempre la primera en darse cuenta, en descubrir y valorar las cualidades de muchos toreros a los que el circuito no les deja ni las migajas.
Tampoco crean que Juan Ortega, con su toreo y su verdad, hubiera sido suficiente para que le abrieran un hueco en un sistema tan hermético como injusto. La suerte, su suerte y la nuestra, es que alguien con peso, en este caso Simón Casas, diga ahora va a ser.
Su agenda comenzará a llenarse de compromisos. Las distintas plazas que regenta le verán anunciado en sus carteles y ese es el modo para que todos aceptemos que está dentro del circuito. Pero no nos engañemos, entra porque alguien tiene poder para meterle. Cuántos casos hay de que, aún habiendo mostrado amplias cualidades, toreros se quedan parados en el camino?
Sin un apoyo fuerte, tan fuerte, el eco de buenas actuaciones, quedan en nada. Fijémonos que la plaza de Linares no es precisamente una plaza de lanzamiento, tampoco las cámaras de la televisión. Actuaciones buenas y muy buenas las hemos visto muchas veces, pero sin un ‘mandamás’, que apueste por el torero, el recorrido seguirá retorcido.
Por Juan Ortega ya había apostado, y bien, Pepe Luis Vargas, pero totalmente insuficiente, salvo para darle moral y apoyar su lucha, de cara al asalto de los carteles de las ferias. Para llegar a ellas hay que contar con un apoyo ‘feriante’ al que nadie le ponga pegas a la hora de anunciarle.
Gracias al apoyo de Pepe Luis Vargas, Juan ha mantenido sus ilusiones intactas, su capacidad torera es de nacimiento, y puede ver ahora luz donde antes todo era oscuridad. Por eso decía lo de que no pasa nada con la mala suerte en Nimes, si cuentas con apoyo suficiente, y con la fuerza que hace falta, tendrás muchas más ocasiones para seguir mostrando la clase de torero que eres.
Mi agradecimiento a Simón Casas viene hoy de la mano de que me permitirá ver a Juan Ortega muchas veces. Si esta gente apostara siempre por los toreros buenos, por los auténticos, se podría enderezar, en buena medida, el rumbo de la Fiesta. En este caso, al menos, han tenido suerte los aficionados.
Foto del Twitter del torero
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