Sobre el asunto de la política, la señora Esperanza Aguirre ha escrito un libro sublime el que titula, SIN COMPLEJOS, en el que analiza la situación política de España, destacando, como ejemplo, la actitud de Pablo Casado que, sin duda alguna, no es la más coherente de cara a su futuro. Una pena la de este chico que tiene cultura de sobra, don de palabra, sabe convencer pero le falta lo más importante para triunfar en política, ser humilde y respetar a sus adversarios, en este caso, antes que a nadie a Santiago Abascal que le pude hacer sombra en el enorme árbol de la derecha de España.
Es más, Pablo Casado al que no se le puede imputar delito alguno, pese a todo, sabe el lastre que arrastra por culpa de su partido que, cuando ganó Rajoy por mayoría absoluta, a partir de aquel momento vino la hecatombe en el Partido Popular y, a estas alturas, todavía, aquella inmensa losa de mármol de la corrupción sigue pesando tanto o más como el primer día. Insisto que, Casado no es culpable de nada de lo que sucedió en su momento pero, sabedor de cómo las gasta la izquierda en España debería tener mucho cuidado porque, como vimos, Pedro Sánchez con menos votos que nadie desbancó a Rajoy de la Moncloa. Está claro que sus armas fueron criminales, pero la gran verdad es que sigue siendo presidente del gobierno, de sus allegados y afines, pero presidente, mal que nos pese a muchos.
Para colmo de los males, el bipartidismo ya murió para siempre en España, por tanto, todos los partidos tienen que buscar aliados y, al respecto, Sánchez ha sido el más astuto del mundo; o el más osado e insensato, como le queramos definir pero, gracias a esos apoyos sigue sentado en el sillón que tanto anhelaba que, a este paso nadie le destronará.
Hablaba yo de la corrupción política en el PP que fue tremenda pero, como sabemos, aquello era pura broma con lo que han robado desde el PSOE, con la diferencia de que para la izquierda, los que robaron a manos llenas desde la poltrona de la derecha son unos ladrones, criminales, indignos y todo lo que le quedamos añadir que, además es cierto. Pero, como digo, la izquierda ha superado siempre en robos y malversaciones al PP pero, para nuestra “moderada” izquierda, en sus filas no hay ladrones. Y hay que reconocer que son unos monstruos porque nadie, ningún medio, habla de la corrupción de la izquierda y, en su momento la hubo por doquier. Como diría un castizo, la izquierda sabe nadar y guardar la ropa, ¡vaya si saben!
Sobre este asunto y muchos más, la señora Aguirre nos habla en su libro con una claridad meridiana y, sin duda alguna, el mensaje escrito es para toda España pero, muy concretamente para el Partido Popular y de forma taxativa para Pablo Casado que, como se comprueba, parecer tener un rey dentro de su cuerpo. Esperanza, entre otras muchas cosas, critica a Casado por aquel feroz ataque que éste le atizó a Santiago Abascal cuando el vasco hizo la moción de censura contra el gobierno porque, como pudimos ver, Casado utilizó más dureza contra Abascal que contra el apestoso Sánchez que es responsable de la crítica situación que está viviendo España.
Hay que ser muy torpe para presidir el primer partido de la oposición y ningunear a Santiago Abascal que es un político de una talla inmejorable al que se le tilda de ultraderechista por la cobardía del comunismo más exacerbado que, por nada del mundo quieren que este país prospere lo más mínimo y que seamos todos borregos de su manada. Convengamos que Abascal abandonó el PP porque la política de Rajoy no le parecía la más correcta y, seguro que tenía razón porque Rajoy acabó decapitado por los suyos.
El pasado domingo no pudimos ver la foto de Pablo Casado junto a Santiago Abascal en Madrid en la manifestación que se congregó contra el acto criminal que Sánchez tiene preparado que no es otro que el indulto de los que se rebelaron contra el régimen y destruyeron todo lo que hallaban en su camino, pronunciando, por un momento, la puta frase de ¡viva la República de la Cataluña independiente! Digamos que Casado huyó cuando lo creyó oportuno, todo antes que aparecer junto al gran Santiago Abascal. Un ridículo de clamor el del presidente del PP que, a estas alturas, los cafres del gobierno, todavía se están frotando las manos porque, sabedores de las lagunas tan grandes que tiene la derecha, ellos estarán en el poder toda la vida.
Si no se une la derecha, jamás llegarán al poder y, para colmo, como siempre ha sucedido, ha sido la derecha la que ha evitado el caos de España, el que dejó González, luego Zapatero y si es que todavía queda algo en pie, lo que heredará la derecha de estos irresponsables que ahora nos gobiernan.
Lo que digo no es de mi propiedad, es lógica pura que la entendería hasta los niños de primaria y, a su vez, lo que tanto enfatiza Esperanza Aguirre en su libro para que Pablo Casado tome nota.
Barrunto, sospecho que Pablo Casado puede creer –que seguro que lo cree- que el éxito de la señora Díaz Ayuso puede ser extrapolable hacia toda España, cosa que dudo muchísimo porque nada que ver Madrid con España y mucho menos la señora Ayuso con Pablo Casado que, si fuera inteligente y listo, que no lo es, daría un paso al lado y le cedería el entorchado del partido a la señora Díaz Ayuso que ha demostrado ser una auténtica lideresa en su partido.
Pero la política es un mundo muy complejo y el ego vive de forma permanente entre sus mandatarios, tanto de un partido como del otro pero, no estaría nada mal que Casado reflexionara y entendiera que Abascal tiene que ser su punto de apoyo, como lo ha sido en Madrid y en otras muchas ciudades, razones de enorme peso para rendirle admiración al político vasco que, ante todo, no se ha comido nunca a nadie, lucha por la paz, la igualdad, por la democracia, por los valores de antaño que estos borregos que nos dirigen han erradicado de nuestras vidas; digamos que, Abascal busca la lógica del entendimiento utilizando la Constitución como vía legal, por todo ello, despreciar a Santiago Abascal es como si el torero herido que llega a la enfermería y escupiera al doctor que va a salvarle la vida. Ortega no pudo vivir nunca sin Gasset, sencillamente porque eran la misma persona y, los políticos referidos, siendo distintos, deberían respetarse de forma mutua. Pablo Casado no será nunca nadie si no pacta y endereza su rumbo junto a Santiago Abascal, como le ocurriría a todo enfermo renal sin su dosis de diálisis.
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