Sin ir más lejos, en nuestros últimos ensayos hemos abogado contra la “mala suerte” de algunos toreros a los que se les ningunea por puro capricho empresarial, siempre, con la connivencia de las figuras que también aportan lo suyo para ir cerrando el camino a muchos toreros que deberían tener más “suerte” o, dicho en cristiano, más contratos. Lo que está ocurriendo esta temporada calma al cielo pero, como digo en el anunciado, es la primera vez en mi vida y, como explico, un caso único en la historia del toreo que, como tal, merece nuestra reflexión que, por supuesto no vale para nada pero, al final, si tres docenas de aficionados comparten nuestro sentir el éxito está más que asegurado.
Nunca jamás había ocurrido en la vida lo que le ha sucedido a Fernando Adrián que, el pobre, según me han dicho, anda en manos se psiquiatras y, lo entiendo porque no es para menos. Este muchacho ostenta un título o entorchado que no ha “lucido” nadie en toda la historia del toreo y, dicho así, cualquiera tendríamos derecho en alegrarnos puesto que, hacer algo que no ha hecho nade jamás en el mundo del toro, en el peor de los casos es aleccionador y, por encima de todo esperanzador. Pero, amigo, ocurre todo lo contrario porque lo que le ha sucedido a Fernando Adrián es la peor canallada del mundo, como digo, algo que no había ocurrido jamás en la historia del toreo y, por mucho que les duela a los que mandan, nosotros, en calidad de aficionados tenemos la obligación de oponernos, de lanzar nuestro grito de protesta contra tan miserable y ruin acción que tanto daño le ha hecho al diestro mentado y, sin duda, al conjunto de la tauromaquia.
Fernando Adrián confirmó la alternativa en Madrid el pasado año y no ocurrió nada relevante; si se me apura, casi lógico. De todo modos toreó un buen numerito de festejos que, en el peor de los casos sirvieron para mantenerle ilusionado. Este año, como el chaval no había matado a nadie, tenía derecho a ser incluido en la feria madrileña en una actuación clamorosa que le valió cortar dos orejas y salir por la puerta grande de Las Ventas. Como quiera que la empresa reservara dos puestos para la corrida de Beneficencia por aquello de los triunfadores de San Isidro, por dicha razón entraron en el cartel Sebastián Castella y Fernando Adrián, acompañando a Emilio de Justo. Adrián cortó otras dos orejas en olor de multitud, lo que certificaba que, en menos de treinta días el torero había salido dos veces por la puerta grande de Las Ventas.
En esa fecha quedaban todas las feriar por hacer y, como era lógico, Fernando Adrián, dado sus éxitos madrileños merecía más que nadie que se le impartiera justicia y, craso error el nuestro, y el de él que es lo más grave. Pasan los días, vemos como se confeccionan todas las ferias y su nombre no aparece ni en el más recóndito lugar, con la excepción de Albacete en la que se le incluye con El Juli y Roca Rey, con toros de Jandilla. Por Dios, se me ha ido el santo al cielo, quise decir, con Sergio Serrano y José Fernando Molina con toros de Fuente Ymbro, lo que no quiere nadie.
Pero vamos a ver, tontos del culo, si hasta no hace mucho tiempo una oreja veraniega en Madrid equivalía a la firma de tres docenas de corridas y, como queda sentenciado, Fernando Adrián ha tenido que soportar la peor puñalada que se ha dado en la historia del toreo. ¿Recuerda alguien un tema similar? Es imposible, no ha sucedido jamás. Así está el toreo y de tal manera nos lo tenemos que tragar.
Confiemos que, desde ayer, Adrián, apoderado por Maximino Pérez encuentre el eco y respaldo que sus triunfos merecen y demandan. Hasta este momento, su caso, es único en la historia del toreo, para mal, como dije, tanto para el diestro como para que el taurinismo siga teniendo una credibilidad totalmente perdida. Vamos que, lo de Pedro Sánchez se queda en mantillas si lo comparamos con el mundo del toro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario