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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 5 de marzo de 2025

Hughes. Real Madrid, 2; Atlético, 1. Brahim contra la antimateria


'..El Madrid tuvo una ocasión muy clara en el 91, pero Mbappé y Vinicius nunca estuvieron del todo. En el Metropolitano sí que estarán..'

Hughes. Real Madrid, 2; Atlético, 1. Brahim contra la antimateria

Hughes

Pura Golosina Deportiva

Antes del partido, Mbappé se sentó en la escalera del túnel de vestuarios para atarse los cordones. Vinicius fue a matarle el espacio también ahí y se colocó a su lado a hacer lo mismo. Los dos se pusieron las botas al revés.

Sonaba el Himno Champions y los jugadores de Atlético ponían cara de no estar impresionados, pero sí impresionaba.

Javier Dorado, siempre con su cara de buena persona, de canterano tan correcto, se llevaba el recuerdo de todos.

La cantera del Madrid daba en cada generación un jugador o dos con cara de curas.

El Atleti salió esperando. Le honra a Simeone no disimular. Era tan claro el "para ti la vez" que sorprendió, y la segunda sorpresa fue el gol del Madrid. Un pase largo de Valverde desde el lateral para el desmarque de Rodrygo, que se marchó de Galán. Fue primero el arranque suyo que el pase preciso de Valverde. Rodrygo, lanzado, como un esquiador se metió a toda velocidad en el área, recortó hacia dentro y golpeó con la izquierda al palo largo. El golpeo se benefició de un bote vivo de la pelota.

Era un gol antológico de Rodrygo, que señalaba el escudo de la Champions en gesto afirmativo.

Rodrygo parecía otro. De repente tenía tatuajes, una inclinación hacia la masculinidad alfa. Mientras otros se difuminan, él se define, como el empollón que empezará a follar a los treinta.

Rodrygo lo intentó alguna vez más, pero es verdad que el Atleti esa fuga la tapó. Simeone hizo su fontanería. El Atlético se apelotonaba en el centro y eso le dejaba vida a Rodrygo, que la aprovechó un tiempo.

El gol era también de Valverde, que hacía de lanzador y playmaker desde el lateral derecho. No como Kroos, medio que se incrusta, sino como un lateral plenipotenciario al que el puesto le queda corto. Era el 2 pero también zaguero postrero y lanzador del equipo. El medio más afilado y más lejano.

La situación de Valverde puede tener consecuencias. El carrilero fue una innovación sobre el lateral derecho, y Valverde podría ser otra. ¿Por qué no superar la pobre especialización del lateral derecho, ese jugador tan limitado?

El Madrid se organizaba sobre un 4-4-2 defensivo. La línea media era el doble pivote con Rodrygo de extremo y Brahim más de interior, colisionando y cuerpeando con gran sentido táctico. Era una media a varios niveles. En el doble pivote, más seguro Tchouaméni y Camavinga aun errático e inseguro.

Jugarle al Atlético por el centro era una trampa. El quesito estaba donde Mbappé, iba allí el equipo y saltaba el cepo.


También era una trampa presionar porque al no ser perfecta, totalizadora la presión, capaz de un todo, dejaba espacios por donde entraba el peligro o al menos la posibilidad rojiblanca (esa posibilidad como zarpazo de vecino que envidia a tu mujer y a tus niños).

Ir al centro, malo; crecerse en la presión, malo también...

Pero el Madrid, prudente, lo hacía todo bien. Era muy consciente. Se comportaba como quien decide, un día determinado, hacer todo lo correcto. No permitirse ni un escaqueo.

Pero se notaba que sufría, que le costaba, que en cualquier momento...

El Atlético en ese instante estaba empequeñecido. Se notaba su carácter madrileño, urbano, cainita y en Europa eso parece poco. ¿Qué sabe hacer usted además de la perfecta puñeta a su vecino?

Había un temor esperanzado en el juego. Mucho cuidado con la pelota y mucho optimismo cuando algún espacio se abría, como si saliera por ahí un blanco conejo mágico.

Brahim peleaba como un medio-medio. Tan bajito, luchaba hasta los balones aéreos. Es de los jugadores que mejor miran al cielo, adivinando el punto exacto donde caerá la pelota.

Camavinga estaba regular y una pérdida suya originó en el 26 una ocasión atlética que salvó Valverde. La responsabilidad no era directa, pero un mínimo fallo era peligro a la espalda. La concentración tenía que ser máxima. El Madrid tenía que ir con pies de plomo, como un mal casado con la actual Ley de Viogen.

Tampoco el empate era culpa directa de Camavinga, pero estuvo en la foto. Luchó con Julián Álvarez una pelota, y luego le fue detrás sin presionarle, dándole el espacio para que organizara un chut perfecto y parabólico. Era noche de palos largos.

El gol hizo pupa. En el estadio sonaba el himno del Atlético. Por poco no se abre el hipogeo... Durante minutos se sintió orfandad, ausencia de idea. Nadie podía poder comandar nada. El Madrid era apenas la banda derecha y la pegajosidad bajini de Brahim. Antes del descanso, el Atlético llegó a tener incluso la pelota. Se apoderaba de ella despreciándola un poco, ignorándola, castigador con un deseo puramente inmediato; luego se veía que tampoco sabía tratarla, que no tenía grandes planes para ella, ideas de futuro. La pelota podía decirle: "¿Para esto, Cholo?".

Del descanso Ancelotti salió con mala cara.

En el palco, los ministros Puente y Albares junto a Florentino. ¿Se puede ganar algo con ellos allí? ¿Tendrá equipo Albares? Parece un ser incapaz de la lealtad mínima que exige animar a uno. Se sentó ya empezado el segundo tiempo, y a lo mejor venia de mear, pero pareció que acababa de regalar Ceuta.

Las únicas ideas del Madrid llegaban desde el lejanísimo sitio de Valverde. En esos minutos se firmaba el empate. Vini quería robar, electrizar como tantas veces, pero esta vez no lo conseguía... Es necesario colocar a Vinicius donde siempre y como siempre. Ahora sí: humildad, humildad posicional.

El Atlético estaba mejor en el campo. En el Madrid el encefalograma se hacía plano hasta que llegó la genialidad de Brahim. Se metió en el área con paredes y allí regateó a Giménez con un gesto quizás involuntario en el que se dobló su pie, se venció como un acuclillado bailarín ruso (con perdón) para desnivelar a Giménez; entró en el bosque de la defensa y cuando le llegaron los osos cholistas ajustó el tiro, otra vez al llamado palo largo. Se abrazó a la grada del fondo, se metió en ella y se vio que casi todos llevaban gafas de pasta.

Era un gol para recordar, gymkana de gnomo, sólo un miniaturista podía algo contra esa caja fuerte. Era Brahim contra la antimateria. El gol dio vida al Madrid, impidió que le cayera todo el encofrado cholista.

El Madrid podía ponerse al contragolpe, pero ni eso permitía el Atlético. La imposibilidad que proyecta también es psicológica. Es como cuando alguien se sugestiona porque siente que le han hecho mal de ojo. O como un principio de hipocondría.

En ataque era quedarse solo de noche en El Corte Inglés. Monigotes quietos que hablaban todo el rato de imposibles. Por eso lo intentaba Mendy, lo intentaba Rudiger...

La entrada de Modric ordenó un poco al equipo. Le dio un nervio que no tenía para llegar a estimular el ataque, para unir cerebro y extremidad. A Vinicius empezaron a llegarle balones que lo reubicaban.

Simeone, perdiendo, se colocaba con un 5-3-2. ¿Se puede algo así? La sensación era que cualquier movimiento colectivo sería impedido. El Atleti es como un alien cuya visión con infrarrojos solo lee los movimientos colectivos, las acciones como equipo. De ese modo, una escaramuza individual no la percibe.

Simeone se blindaba y Ancelotti no arriesgaba, aunque cundió la zozobra cuando entró Lucas por Valverde.

El desinterés de los dos entregó el partido a la velocidad de Modric. Su rostro lleno de surcos pide bótox como un terreno cuarteado por la sequía pediría agua.

Medios: Modric, Brahim, Rodrygo... contra la redada de Bukele que es el Atleti. Tchouameni, importantísimo, hizo uno de sus mejores partidos como madridista. Nos acordamos de que toca el piano, mediocentro que toca el piano y concentrado todo lo hizo bien.

Entró Endrick muy tarde. Todos sabíamos que con cinco minutos más hubiera marcado.

El Madrid tuvo una ocasión muy clara en el 91, pero Mbappé y Vinicius nunca estuvieron del todo. En el Metropolitano sí que estarán.


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