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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 25 de mayo de 2013

LAS DIFERENCIAS / Por Antolín Castro


La terna orejeada. Castella y Manzanares escoltan a Talavante que ganó la tarde

"...no tengo más remedio que solicitar le sean concedidos, con efecto retroactivo, los máximos trofeos, orejas y rabo, a Iván Fandiño por la faena ejecutada el pasado miércoles y por la que solo se llevó una oreja, por supuesto con faena de más valía, en fondo, forma y exposición, incluida su grave cornada, que las presenciadas hoy..."

LAS DIFERENCIAS

Antolín Castro.- 
España
S.I. Llegábamos hoy a la décimo sexta tarde consecutiva de toros en Las Ventas. Anunciado quizá el cartel estrella por atractivo para el público. Los toros de Victoriano del Río, tantas veces triunfador en la feria y tres de los llamados figuras del toreo: Sebastián Castella, José Mª Manzanares y Alejandro Talavante. Todos hacían su segundo paseíllo y ninguno había cubierto las expectativas en su anterior paso por la plaza.

Esa podría ser la primera diferencia a establecer: hoy si complacieron a sus seguidores en particular y a los espectadores en general. Cuatro orejas se ha llevado la terna, tocando todos pelo y Talavante por partida doble. El festejo del domingo con tres apéndices para la terna internacional ha sido ya superado. Otra diferencia para esa y para tantas tardes de vacío. La diferencia también se ha sentido en el transcurrir de la tarde, utilizando distintos termómetros o medidas. 

La primera oreja se la llevó Manzanares por un trasteo limpio, pero ayuno de bragueta, toreando con el pico y aliviándose en un dulce ir y venir del pupilo de D. Victoriano. Parte de la plaza, la más exigente, le afeaba las formas despegadas con las que transcurrió todo el trasteo, mientras a la otra parte, la mayoritaria, les daba exactamente igual esa falta de apreturas. Una faena limpia pero sin alma, que difícilmente podía superar el examen del toreo exigible en esta plaza. Pero la democracia impuso esa diferencia con relación a los que protestaron fuertemente el trofeo.

De inmediato llegó otra diferencia. Talavante hacía un trasteo a un manso de primeros tercios y de fijeza y acometividad en el de muleta. Esta faena si alcanzó momentos de emoción y en ella el extremeño se pasó el toro como debe de hacerse, sin abuso de las ventajas presenciadas en el anterior. Emotiva, voltereta incluida, la faena fue a más, interpretando cambios de manos y un repertorio amplio. Estocada hasta las cintas y era evidente que la oreja ganada con seguridad habría de convertirse en dos, cuando menos por el diferente peso comparativo con la anterior del alicantino. Diferencia sobre diferencia, nos ofreció más variedad Talavante en este toro que en los seis del otro día. Y es que otra diferencia es torear ‘victorianos’ en lugar de ‘victorinos’. ¡A que sí!

Llegó Castella y apretó el acelerador para no quedarse fuera del cajón, añadiendo la diferencia de tener toro útil en lugar del lesionado anterior al que se vio precisado a despachar sin torear. Con el pase cambiado por la espalda comenzó y siguió con su habitual repertorio, en el que se entremezclaban buenos pases con otros más populistas. Su faena, rematada con un espadazo, era merecedora de oreja, si la comparamos con la primera de la tarde. El Usía se vio obligado a concederla. Alguien dijo que ovación, oreja y vuelta hubiera sido lo más ajustado a la exigencia que siempre tuvo la plaza de Madrid. Pero esa es la diferencia mayor, que ya no es así de exigente esta plaza, derritiéndose con algunas figuras prácticamente igual que en las plazas de provincia.

Meditando sobre el conjunto de todas las diferencias expuestas, no tengo más remedio que solicitar le sean concedidos, con efecto retroactivo, los máximos trofeos, orejas y rabo, a Iván Fandiño por la faena ejecutada el pasado miércoles y por la que solo se llevó una oreja, por supuesto con faena de más valía, en fondo, forma y exposición, incluida su grave cornada, que las presenciadas hoy. A la salida los aficionados comentaban la diferencia entre lo visto anteayer y lo visto hoy, pronunciándose en ese sentido. Preferían quedarse con aquella faena antes que las tres de hoy. Menuda diferencia.

La terna, obvio es decirlo, dieron buenos pases a lo largo de la tarde, pero sus trasteos no alcanzaron lo que un torero realizó hace dos días, por plenitud y autenticidad. Por último, otra diferencia es que los que vieron al de Orduña eran menos triunfalistas que los que vinieron hoy. Ya ven, no hay manera de acabar con las diferencias, por lo que cierro la pluma para no aburrirles más.
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