LAS CORNADAS PARA LOS TOREROS
Antolín Castro / OyT
España
14 /07/2011
Parece una obviedad pero depende... Depende de qué entendemos por torero o si hemos de utilizar la calculadora para conocer estadísticas.
Ni una cosa ni la otra. El sentido de mi titular es tal cual, literal. Cuanto más torero, más cornadas. No se si es un axioma, un refrán, una costumbre, pero es de una verdad incuestionable. El ejemplo ha sucedido en Pamplona. Toreaba Juan Mora y se las ha llevado a pares, librándose de otras de verdadero milagro.
Parto del principio que decía el maestro Joaquín Vidal: “Torear bien es muy difícil y además muy peligroso”. Quería decir que los que ejecutaban el toreo mejor, más puro, más auténtico, se sometían a más peligro que los que simplemente daban pases. No pienso enumerarles la lista de los toreros de uno y otro corte para establecer las estadísticas, pero es tan cierto como lo escribió el maestro Vidal.
Además, para avalar cuanto afirmo, diré que los que mejor torean, se prodigan menos que los otros, pero el cálculo de probabilidades se va al carajo al tener más cornadas que sus compañeros que torean mucho, aunque sea mucho peor. O quizá por eso, por torear menos puro corren menos peligro y se da ese sin sentido aritmético.
Repito que no quiero dar listas y comparaciones, pues a buen entendedor con lo dicho le ha de bastar. No así al seguidor de lo taurino por rutina que nunca analizará nada. Curro Romero, uno de los toreros considerados más medrosos y miedosos recibió muchas mas cornadas que muchos de los que han presumido, y se les ha considerado por la masa, como valientes.
Juan Mora nos ha dado una lección de torería, de entrega, de verdad en la última de Pamplona. Recibió una cornada en el escroto al recibir de capa a su segundo toro. Puede achacarse a que el toro llevaba la cara suelta, pero que te coja solo es posible si estás quieto y te lo pasas muy cerca. Eso estaba haciendo el extremeño. No se amilanó y con un vendaje espontáneo salió con más ganas a la cara del toro. Una ecuación elemental: Un torero de verdad es igual a un valiente de verdad.
El comienzo de faena primoroso, con ganas de torear despacio, muy despacio, por el lado izquierdo y surgió de nuevo la cara suelta, que casualmente le pilló muy cerca. Lo volteó y le infirió una cornada importante en el muslo derecho. Un torero, otra vez, camino de la enfermería. Con la cantidad de toros en estos días, con la cantidad de astas afiladas que ha habido en la arena pamplonica y le tiene que ‘tocar’ al que torea más despacio y con las zapatillas más asentadas. Blanco y en botella. Justos seremos si recordamos que otro Mora, David, pasó también con dos heridas por la enfermería, por suerte de menor importancia, y es que también estaba toreando manteniendo el principio de Vidal: Torear bien.
Ya sabemos que eso es muy difícil y además muy peligroso. Repasen el escalafón, hagan memoria, miren en una y otra dirección y verán con qué frecuencia a unos les pasa y a otros no. Les dejo que lo vean por su cuenta, aunque me temo que muchos no tendrán interés ni en preguntárselo.
Ni una cosa ni la otra. El sentido de mi titular es tal cual, literal. Cuanto más torero, más cornadas. No se si es un axioma, un refrán, una costumbre, pero es de una verdad incuestionable. El ejemplo ha sucedido en Pamplona. Toreaba Juan Mora y se las ha llevado a pares, librándose de otras de verdadero milagro.
Parto del principio que decía el maestro Joaquín Vidal: “Torear bien es muy difícil y además muy peligroso”. Quería decir que los que ejecutaban el toreo mejor, más puro, más auténtico, se sometían a más peligro que los que simplemente daban pases. No pienso enumerarles la lista de los toreros de uno y otro corte para establecer las estadísticas, pero es tan cierto como lo escribió el maestro Vidal.
Además, para avalar cuanto afirmo, diré que los que mejor torean, se prodigan menos que los otros, pero el cálculo de probabilidades se va al carajo al tener más cornadas que sus compañeros que torean mucho, aunque sea mucho peor. O quizá por eso, por torear menos puro corren menos peligro y se da ese sin sentido aritmético.
Repito que no quiero dar listas y comparaciones, pues a buen entendedor con lo dicho le ha de bastar. No así al seguidor de lo taurino por rutina que nunca analizará nada. Curro Romero, uno de los toreros considerados más medrosos y miedosos recibió muchas mas cornadas que muchos de los que han presumido, y se les ha considerado por la masa, como valientes.
Juan Mora nos ha dado una lección de torería, de entrega, de verdad en la última de Pamplona. Recibió una cornada en el escroto al recibir de capa a su segundo toro. Puede achacarse a que el toro llevaba la cara suelta, pero que te coja solo es posible si estás quieto y te lo pasas muy cerca. Eso estaba haciendo el extremeño. No se amilanó y con un vendaje espontáneo salió con más ganas a la cara del toro. Una ecuación elemental: Un torero de verdad es igual a un valiente de verdad.
El comienzo de faena primoroso, con ganas de torear despacio, muy despacio, por el lado izquierdo y surgió de nuevo la cara suelta, que casualmente le pilló muy cerca. Lo volteó y le infirió una cornada importante en el muslo derecho. Un torero, otra vez, camino de la enfermería. Con la cantidad de toros en estos días, con la cantidad de astas afiladas que ha habido en la arena pamplonica y le tiene que ‘tocar’ al que torea más despacio y con las zapatillas más asentadas. Blanco y en botella. Justos seremos si recordamos que otro Mora, David, pasó también con dos heridas por la enfermería, por suerte de menor importancia, y es que también estaba toreando manteniendo el principio de Vidal: Torear bien.
Ya sabemos que eso es muy difícil y además muy peligroso. Repasen el escalafón, hagan memoria, miren en una y otra dirección y verán con qué frecuencia a unos les pasa y a otros no. Les dejo que lo vean por su cuenta, aunque me temo que muchos no tendrán interés ni en preguntárselo.
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