Uno de los suyos
¿Correrían Largo e Iglesias a abrazar a Rubalcaba al reconocer en él a uno de los suyos?
ABC.-Día 21/07/2011 - 03.58h
LA nación más vieja de Europa vive en suspenso.
¿Y si Camps fuera inocente? ¿Vendrá Neymar? ¿Habrá elecciones en otoño? ¿Extremadura y La Mancha deben más que Alemania? (Aquella Alemania, claro.) ¿Tienen «glamour» los chotas de la Eta? ¿Se pondrá corbata Sebastián?
Sebastián es un señorín del barrio de Salamanca convencido de que, cuanto peor educado, más demócrata. Los chotas de la Eta, si damos crédito a la prensa de mayor progreso, tienen «glamour». Extremadura y La Mancha deben, en efecto, más que aquella Alemania. Habrá elecciones en otoño. Neymar está al caer. Y Camps…
El delito de Camps es parecer más de derechas de lo que es. El sincorbatismo de Sebastián y unos zapatos como los de Rubalcaba, que recuerdan a un par de cocodrilos, lo hubieran salvado. Ahora lo condena hasta la justicia poética. ¿O es que no había más plazas que Valencia para el festival de José Tomás?
A un caballero con fama de cursi se lo lleva por delante el delito más cursi que cabía imaginar: cohecho impropio pasivo, y explíquelo uno en el bar. Tanta cursilería ha excitado el celo de nuestros cursis (¡ah, el rastacuerismo hispánico!), que se han puesto noventayochistas para charlatanear contra la corrupción en el país más corrupto de Europa, donde vivir es ponerse una corbata, no unas manos que puedan estrangularte con ella.
¿Noventayochistas, decíamos?
—Vamos a hacer un proyecto político en el que si un socialista de hace cien años levantara la cabeza se reconociera inmediatamente y exclamara: «¡Estos son los míos!» —dice Rubalcaba en Extremadura, la región que con ese proyecto más ha avanzado en aquella dirección.
Rubalcaba regresa al XIX porque se cree sublime sin interrupción, y en aquella época lo sublime tomó la forma de lo titánico: ganar unas elecciones llevando a Zetapé al hombro.
Estamos en 1906. Los correligionarios de Rubalcaba son Iglesias y Largo, concejales en Madrid, con Alberto Aguilera de alcalde, que propone hacer constar en Acta la satisfacción del Concejo por haber resultado ilesas Sus Majestades. No hay discursos. Al preguntar si se aprueba, Iglesias se levanta y con voz clara y firme contesta: «Con nuestro voto en contra».
Bilduismo poético.
—Señores, hay que sacrificar ciertas costumbres, porque ha entrado en la Casa ¡la pareja de la guardia civil! —acostumbraba ser el comentario gracioso de Aguilera.
Y con eso Largo presumía de que los temían «como los gitanos temen a la guardia civil»:
—Comprendieron que se había terminado la vida plácida y la impunidad para los chanchullos.
¿Correrían Largo e Iglesias a abrazar a Rubalcaba al reconocer en él a uno de los suyos?
—Este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita… —dice Iglesias en 1910.
Hace exactamente cien años.
Si mucho bla bla bla bla, pero de Paco Camps en cocreto na de na.
ResponderEliminarY es que hay que mantener la linea editorial del blog
(Y seguimos con las películas de indios, por aquello del plumero ¿se ve o no se ve?)
Esta gente de la banda armada GAL,de la colaboración con banda armada ETA, de expolio continuado de las arcas públicas, con los Bono, Chaves y Cía. está que trina con lo de Camps. O sea que el hombre reconoce su culpa, se le sentencia por el tribunal y le condena al pago la multa correspondiente. ¿Y qué quieren, a lo mejor llevarlo a una cheka y darle matarile por facha cabrón? No tienen arreglo. ¿A cuantos siglos de prisión habrían que condenar a toda la banda socialista cuyos nombres no cabrían aquí? Hay que ser cínicos y maliciosos.
ResponderEliminarOswaldo.-
Oswaldo, usted tiene una imaginación que solamente puede ser merecedora de gente, que por educación no voy a nombrar.
ResponderEliminarLo que si supongo es cuando mienta usted de llevarlo a una cheka y darle matarile, se está usted mismo retratando de lo que haría, pues con esos pensamientos menudo pájaro está usted hecho.
¿Usted es de los de misa? yo pienso que no, porque si lo fuera, habría que hacer un brindi a la hipocresia.
Saludos
Patricia Gógora