"...Este fin de semana se ha celebrado en el centro cultural La Bòbila de L’Hospitalet el III Congreso Taurino de Cataluña y allí unos cientos de aficionados han tenido que soportar esa vejación por parte de unos intolerantes que, más protegidos que controlados por la policía, han campado a sus anchas contra quienes solo querían vivir en paz una pasión...."
No voy a pedir perdón por ser aficionado a los toros
Ángel González Abad
¿Hasta cuando he de aguantar que me sigan llamando asesino y torturador en Cataluña? Durante años, cada domingo de toros he soportado que me insultasen cuando me dirigía a la Monumental, he aceptado que amables mossos d’Escuadra me indicaran que no había que hacer caso a la nimiedad de que te mentaran a la familia. El Parlament prohibió las corridas de toros y cuatro años después he tenido que soportar los mismos insultos, he tenido que aguantar como caras vociferantes llenas de ira intentaban intimidarme cuando trataba de entrar en un centro cultural para participar en un acto programado con todas las bendiciones legales.
Este fin de semana se ha celebrado en el centro cultural La Bòbila de L’Hospitalet el III Congreso Taurino de Cataluña y allí unos cientos de aficionados han tenido que soportar esa vejación por parte de unos intolerantes que, más protegidos que controlados por la policía, han campado a sus anchas contra quienes solo querían vivir en paz una pasión.
Pues ya no estoy dispuesto a aguantar más vejaciones, no. ¡Ya está bien con la broma de los antitaurinos! Ni tengo que pedir perdón por que me apasionen los toros, ni eso es una provocación para nadie y mucho menos para ese puñado de maleducados que parece que nos persiguen como si la salvación de sus almas dependiera del número de infieles intimidados.
Miren, en ese centro cultural de L’Hospitalet se habló de sentimientos, de liturgia, se rindió culto al toro, se gritó libertad, pese a que esos -los seguiré llamando maleducados antes de que se me caliente la sangre-, pese a que esos maleducados se atrevieran a pisotear la libertad de unos cientos de personas. Y puede que cercenar libertades sea una acción política cada vez más en boga por esta tierra que quieren llevar a no se sabe muy bien dónde, pero pisotear la libertad es de malnacidos. Y este fin de semana en un centro cultural han querido pisotear la de cientos de personas honradas y apasionadas, cientos de catalanes soñadores que luchan con las armas de la razón y la palabra por la herencia que recibieron de sus mayores, por volver a vivir la Fiesta en su tierra.
Estoy de acuerdo con todas las personas que por los motivos que sea estén en contra de las corridas de toros, es más se lo admito. Pero la diferencia que hay entre ellos y yo que si soy aficionado taurino, es que mientras yo respeto sus ideas democráticamente y educadamente, ellos se expresa con violencia o lo que es lo mismo, como auténticos energúmenos/as.
ResponderEliminarAlbert Boadella en ABC (18/04/2004), acusa de fariseos a quienes, horrorizados por las crueldades taurinas, piden que se cierren las plazas y no tienen empacho, sin embargo, en atragantarse de sabrosas butifarras catalanas. ¿Qué requiere la elaboración, en la actualidad, de esta exquisita delicatessen mediterránea?. Que diez millones de cerdos vivan “toda su existencia en apenas dos metros cuadrados, mientras intentan equilibrar constantemente sus patas sobre unas rejas por las que fluyen los excrementos. Su único movimiento posible se reduce a inclinar ligeramente la cabeza para comer pienso, ya que el transporte al matadero se efectúa en idénticas condiciones”. No sólo los cerdos son brutalmente torturados para satisfacer el caprichoso paladar de los humanos. Prácticamente no hay animal comestible que, a fin de aumentar el apetito y el goce del comensal, no sea sometido, sin que a nadie parezca importarle mucho, a una barroca diversidad de suplicios y atrocidades, desde el hígado artificialmente hinchado de las aves para producir el sedoso paté, hasta las langostas y los camarones que son echados vivos al agua hirviendo porque al parecer, el espasmo agónico final que experimentan achicharrándose condimenta su carne con un plus especial, y los cangrejos a los que se amputa una pata al nacer para que la otra se deforme y agigante, y ofrezca más alimento al refinado degustador.
Boadella, hace mención también a la caza y la pesca, pero por no extenderme demasiado no transcribiré el contenido del mismo.
Una pregunta a todas esas gentes maleducadas ¿Serian capaces de privarse de ciertos placeres gastronómicos como la pierna de cordero, o un buen chuletón, por tomate y lechuga?. Si así fuese, ¡olé! y ¡olé!, y si por el contrario se mantienen diciendo que son “animalistas” TURURÚ y más TURURÚ.
Javier Lara