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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 8 de junio de 2015

LA FAENA MÁS INTENSA / por Antolín Castro


Sí señor, Rafaelillo ante un Miura, aunque a muchos les parezca que es otro día
-Foto: La Loma-

"...Hoy, todos han tenido algo que aplaudir. Ya es bastante. Pero lo principal es que hemos presenciado una faena sincera, más vivaz, más intensa. No podría catalogarse de completa, ni de maciza, pero sí de mucha emoción y hasta de pellizco. Sí, todo junto, interpretado por Rafaelillo ante un toro de Miura..."

LA FAENA MÁS INTENSA

S.I.15.- El cierre de este San Isidro 2015 ha tenido similitudes con gran parte de la feria, pero también ha tenido momentos de una gran intensidad. La corrida de Miura, ni ha estado completa en su presentación y mucho menos en su comportamiento, de ahí lo de las similitudes vividas a lo largo de los días.

Pero este último día, en el que el que más y el que menos estaba deseando salir de allí cuanto antes tras treinta y un días soporíferos por el juego de los toros o por el calor soportado, han sucedido cosas que harán que la tarde no se pierda definitivamente, ni se enmarque, entre aquellas en las que la nada es la que ha imperado.

Hoy, todos han tenido algo que aplaudir. Ya es bastante. Pero lo principal es que hemos presenciado una faena sincera, más vivaz, más intensa. No podría catalogarse de completa, ni de maciza, pero sí de mucha emoción y hasta de pellizco. Sí, todo junto, interpretado por Rafaelillo ante un toro de Miura.

Las embestidas, bien entendidas por el diestro murciano, o pertenecían al grupo de las oleadas o eran templadas como si el toro fuera de otro encaste. Rafaelillo lo ha entendido y se ha aplicado a darle en cada momento lo que el toro pedía. Ora el regate oportuno, al principio, ora la naturalidad y despaciosidad de redondos o naturales con hondura. Así, alternativamente, iba ganando los corazones de los aficionados que llenaban los tendidos y poco a poco iba fraguando la faena más intensa de la feria. A ello hubo que sumar el derrote seco del Miura, que no dejó de ser Miura en ningún momento, del que salió ileso pero con la taleguilla rajada.

El escenario que se había producido era visible, la plaza aplaudía al héroe y al torero y hacía votos para que la faena se culminara con una gran estocada. Por el clamor de la plaza aquello se preveía de dos orejas, pero la espada pinchó en lo alto por dos veces antes de alcanzar una estocada caidilla. La ovación tras el primer pinchazo le liberaba de presión, pero no así del segundo fallo. Conclusión: a la primera le hubieran dado las dos, a la segunda una y a la tercera ha dado la vuelta al ruedo más clamorosa y sincera de la feria. En un mar de lágrimas iba Rafaelillo paseando la arena, mientras el público aplaudía sin cesar. Él perdió el premio pero nadie podía borrar las emociones vividas.

En su primero, fue D. Julio Martínez, presidente del festejo, quien le privó de la oportunidad de poder hacer algo manteniendo un absoluto inválido, un escombro, en el ruedo. De ahí que el torero murciano aportara toda su apuesta, pero de verdad, en uno solo, el cuarto. Hoy hemos visto al mejor Rafaelillo, al que conoce el oficio y esta ganadería, pero también al que sabe torear como los que lo hacen con el monoencaste.

Javier Castaño ha porfiado con su lote, sin muchas opciones. Sin embargo su cuadrilla han dado que hablar. Ángel Otero y Fernando Sánchez hubieron de saludar en su primero tras un gran tercio de banderillas y Marco Galán fue protagonista también al ser herido a la salida de un par en el quinto de la tarde.

Mejor que el domingo pasado hemos visto a Serafín Marín, pero eso ha sido insuficiente. Si en el primero le han silenciado, en el último, el más potable del encierro, ha disgustado al público y ha sido pitado tras reiterados fallos con los aceros.

Tarde para cerrar feria, larga feria, que deja algo anotado en nuestra memoria: La faena de Rafaelillo y el tercio de banderillas de la cuadrilla de Castaño. Ambos actos han merecido que la gente se rompiera las manos aplaudiendo. No ha sido el gran final perseguido, pero tardes ha habido en lo que no se ha podido aplaudir nada.


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