El golpista Carles Puigdemont y el general Fernando Aznar Ladrón de Guevara compartiendo risas, esta mañana. |
Y mientras el general Fernando Aznar Ladrón de Guevara parece tan complacido con la compañía del mayor agitador del Reino, centenares de agentes de policía y de la Benemérita sufren a diario, en las calles catalanas, el acoso, las amenazas y las intimidaciones de la jauría callejera liderada por Carles Puigdemont. ¿Se puede ser más miserable? ¿Se puede ser más repugnante? ¿Se puede ser más rastrero, canalla y cobarde?
A.D. / 24.09.2017
Imagen irritante. Imagen vomitiva tomada esta misma mañana. Cuando media España contempla impotente y escandalizada el cúmulo de acontecimientos que ponen en jaque la convivencia y la unidad nacionales y cuyo principal responsable no es otro que el presidente golpìsta de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont, nos llega la instantánea del traidor compartiendo risas con el inspector general del Ejército en Cataluña, Fernando Aznar Ladrón de Guevara, durante la misa de la Merced celebrada por el arzobispo separatista de Barcelona, Juan José Omella.
Nos preguntamos en qué creen estos altos mandos uniformados más allá de cobrar cada mes y de quedar bien con la autoridad establecida. Nos preguntamos qué sentido le dan estos pellas a conceptos tales como el honor, la dignidad y el coraje, a tenor de una imagen que avergonzaría a cualquier militar con apego a esas exigencias vitales.
¿Puede un general español contemporizar alegremente con quien pretende destruir la patria que juró defender con su propia vida? ¿Qué clase de vividores y desalmados están hoy al frente de la institución castrense? ¿Se puede exigir a policías y guardias civiles que se expongan en las calles catalanas al odio de los sediciosos, si quien por escalafón y autoridad moral debiera servirles de ejemplo, parece sentirse arrobado por la cercana presencia del jefe de esos mismos sediciosos? ¿Se puede vestir el uniforme militar de forma tan infame? ¿Cabe imaginarse al general Goded posando de esa guisa junto a Lluis Companys?
Con millones de españoles indignados por la deriva independentista en Cataluña y con su principal promotor, este general de pacotilla nos ofrece la respuesta grotesca y estrafalaria que ustedes ven. Sobre los militares, como el protagonista del adefesio, nada que deba sorprendernos. Hace tiempo que el patriotismo que pregonan es más falso que un euro de madera. Meros funcionarios uniformados, vividores sin ningún apego a ese honor y a esos valores que fueron guía y norte para otros soldados en tiempos no tan remotos. Meros figurantes en desfiles sin sustancia y comparsas en misiones internacionales de pitiminí, donde se sigue a rajatabla la hoja de ruta establecida por el mundialismo en contra de las patrias europeas.
Las creencias que nos ofrecen estos uniformados son creencias vacías, porque hace tiempo que dejaron de creer en los preceptos doctrinales que fueron el sustento fundamental de los generales de otro tiempo. No parece desacertado lo que sostuvo el general de Brigada Blas Piñar en una entrevista en “La ratonera”. Descartó la implicación emocional de los generales contra una previsible ruptura de la nación e incluso manifestó que se echaría mano de ellos para reprimir desórdenes de los unionistas o actos de insubordinación de mandos intermedios del Ejército contrarios a la ruptura de España.
Y mientras el general Fernando Aznar Ladrón de Guevara parece tan complacido con la compañía del mayor agitador del Reino, centenares de agentes de policía y de la Benemérita sufren a diario, en las calles catalanas, el acoso, las amenazas y las intimidaciones de la jauría callejera liderada por Carles Puigdemont. ¿Se puede ser más miserable? ¿Se puede ser más repugnante? ¿Se puede ser más rastrero, canalla y cobarde?
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