Parece una contradicción. Y puede serlo. Pero el estado del espectáculo y su entorno tiene más cosas buenas que malas. Y da fuerzas para el optimismo y la continuidad de esto.
Vamos mal pero no vamos mal
Vamos mal pero no vamos mal. Parece una contradicción. Y puede serlo. Pero el estado del espectáculo y su entorno tiene más cosas buenas que malas. Y da fuerzas para el optimismo y la continuidad de esto.
Vamos mal porque los taurinos del dinero no mueven un dedo para arreglarlo o al menos hacer frente a los antis, políticos podridos y locos de atar.
Ni lo intentan. Después de lo de Cataluña (brazos cruzados a verlas venir), del cierre temporal de Illumbe (ni mover un dedo), los Balañá de turno (que Dios los tenga en su gloria monetaria hasta que los billetes que han ganado con los toros se les pudran por su miserable comportamiento mientras que los demás parece que han olvidado definitivamente que en Barcelona por lo menos puede haber corridas en su Monumental), miraron para otro lado –salvo el último momento cuando estaba perdido- dejando caer la Feria de la Blanca, y también en la Coruña se han dejado comer el pan como pasará en Baleares con estos tancredos inútiles.
Vamos mal con idiotas como el Dani Rovira, que tenía yo razón cuando dije en Clarín que todo el humor se lo llevó en su primera peli, humor que por cierto era del guionista, claro. Todo lo demás no ha podido ser peor, aunque hay que agradecerle todas las muestras a favor de los toros que ha suscitado.
Vamos mal porque desapareció el espectáculo del Bombero que a tantos divirtió, especialmente a millones de niños pero los progres (o sea, los regres) se cargaron a los enanitos para defender –y un pepino- sus derechos y conseguir dejarlos sin trabajo y sin pan y sin popularidad merecida y haciendo ganar mucho dinero a las empresas hasta el punto de salvar el presupuesto de muchas ferias.
Con todo esto, no vamos mal porque la sociedad taurina responde mucho mejor que los mudos y cobardicas que se llevan el dinero sin dar la cara. Y tenemos ferias como las de Santader –a más-, Mont de Marsán –estupenda como siempre- Roquetas de Mar –que se abre paso- y Albacete, ejemplar. Y toreros como Ponce que dan la cara fuera del ruedo y montan la corrida Crisol, goyesca y picassiana, para abrir caminos. Y cómo defiende con argumentos el sentimiento del toreo.Y cómo se lo explica a los niños. Y las enormes verdades que dijo en el Pregón de la feria taurina de Murcia.Y cómo se mantiene la minisemana taurina de Illumbe y remonta poco a poco la Aste Nagusia. Y la emoción en Arles con un repugnante espontáneo antitaurino contra el que la banda estalló con la Marsellesa y toda la plaza emocionada cantando lo que era una demostración de defensa de sus derechos y de sus aficiones.
Y toreros nuevos, como Ginés Marín, y otros que no lo son pero que nos dejan con la boca abierta como Ponce, Perera, Ferrera, Roca Rey y Juli. Ellos, con Ginés, los espadas del 17.
Y ahí quedan las Fallas, las 35 de Madrid con 600.000 seguidores y los sanfermines. Incluso las de los tres cuartos, que eran entradas buenísimas hace años y ahora les ponemos pegas.
Y las retiradas felices de Ortega Cano y Francisco Rivera Ordóñez.
Y lo orgullosamente que defendió y aclamó el toreo a Iván Fandiño y despidió con muchísimo amor y respeto a Gregorio Sánchez, Manolo Cortés, Palomo Linares y Dámaso González.
Y todas las manifestaciones patrióticas que contribuyen, porque se dan en plazas de toros, a enaltecer la tradición y cultura taurinas : el himno en Melilla y la plaza llena de banderas españolas, el padrenuestro en Sanlúcar, las ganas de Ferrera de querer banderillear en Bilbao con los colores de la bandera de España que sí lo hizo Iván García por indicación valiente de Cayetano. Y otras fuera de las plazas como el gran gesto de torear con la bandera española de esa niña de 14 años nada más ganar en Egipto el campeonato mundial de taekwondo. Gracias Cheyenne Brito Rico.
Tenemos una Cristina, sí, en contra, la Narbona, pero otra Cristina a favor, la Cifuentes, parece, incluso dispuesta a remodelar la abandonada plaza de Las Ventas). A la socialista la puso firme un militante de ese partido y aficionado –Marcial García- con una carta con la siguiente despedida : un amante de un arte que tu mediocridad no entenderá nunca.
En fin, que son tan estúpidos nuestros enemigos que los indepedentistas catalanes, después de abolir el espectáculo ¡¡eligen una plaza de toros, la de Tarragona, para empezar la “nueva era” soñada…!!
Ya ven como estamos mal pero no estamos mal.
Vamos mal pero no vamos mal.
Podemos ir mejor, incluso bien.
Falta luchar contra la locura nacional –difícil empeño- que nos puede llevar al abismo en todo.
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