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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 19 de agosto de 2019

La música taurina / por Rafael Comino Delgado



Como un buen y bonito pasodoble no hay nada para acompañar una gran faena; eso debe quedar meridianamente claro, al menos en nuestra opinión. Vamos a dejarnos de crisoles, porque lo que no pega no pega, igual que lo que no puede ser no puede ser.

La música taurina

Rafael Comino Delgado
Presidente de la Plaza de Toros del Puerto de Santa María
La música taurina de siempre, la música que siempre ha sonado en la plaza, y debe seguir sonando, es el pasodoble. No hay otra que le pueda igualar, sin embargo, cada vez con más frecuencia oímos, durante una buena faena, otras músicas, por ejemplo la clásica (el concierto de Aranjuez a Ponce en el Puerto), el Orobroy a Manzanares, una marcha de semana santa, o la Misión de Ennio Morricone, etc.

Acompañar una gran faena con el concierto de Aranjuez-la pieza musical más oída en el mundo- no nos parece mal, siempre que sea en una ocasión especial, pero no que se haga habitual. Sobre lo del Orobroy,  música procesional, o la Misión prefiero no comentar.

Como un buen y bonito pasodoble no hay nada para acompañar una gran faena; eso debe quedar meridianamente claro, al menos en nuestra opinión. Vamos a dejarnos de crisoles, porque lo que no pega no pega, igual que lo que no puede ser no puede ser. Estamos con ello desconcertando al aficionado, no sabe si decir olé, tocar las palmas, callarse, atender más a la música que al toreo, o viceversa. Rompe el compás de la faena y mezcla lo que no se puede mezclar.
También  nos parece fuera de lugar, sin paliativos, aunque sé que lo hacen con la mejor intención, cuando alguien se arranca, desde el tendido, a cantar un fandango, o cualquier otra cosa más o menos flamenca. Unos lo hacen mejor y otros peor, aunque podría  valer para un bautizo familiar o una celebración cacera, pero de ahí no pasa, y con ello  solo  consiguen  desviar la atención de  los aficionados, interrumpir la faena (muchas veces el torero deja de torear hasta que el espontaneo termina su minuto de gloria). Particularmente, y repito que se lo hacen con la mejor voluntad, no me parece oportuno, pero seguramente habrá a quien le guste, y le respeto. He odio a muchos toreros decir que les molesta, pero se aguantan por cortesía.
Por supuesto, aquello que hizo Alejandro Talavante de cantar mientras toreaba, el día 1 de septiembre de 2013, en Mérida, fue un garrafal error que no creo vuelva a repetir. ¡Zapatero a tus zapatos!
En conclusión, la música taurina por antonomasia es el pasodoble, y todo lo demás son ocurrencias, que cuanto menos se den mejor.


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