Hasta que completemos la “desescalada” y acabemos totalmente “desconfinados”, y mientras esperamos que la “cogobernanza” consiga un desarrollo económico, social e institucional duradero para alcanzar la “nueva normalidad”, no estaría mal que alguna televisión apostara ya por retransmisiones taurinas desde el tesoro medioambiental que son nuestras dehesas.
Desescalada y desconfinamiento para cogobernar hacia una nueva normalidad
Carlos Bueno
Avance taurino / 7 Mayo 2020
Si se dan las condiciones previstas, la fase 3 de la ‘desescalada’ propuesta por el Gobierno comenzará el 9 de junio. La palabra “desescalada” no existe, no la contempla el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, como tampoco existe “desconfinar”. Cuando Pedro Sánchez utilizó la primera expresión debió referirse a bajada, descenso, y en el caso del segundo concepto a liberación, restablecimiento.
Quizá por eso, después de dos meteduras de pata gramaticales, propuso llamar al plan de “desescalada” el de “transición hacia una nueva normalidad”, pero cometió otro error de lenguaje, pues no puede ser normal algo nuevo, todo lo contrario, lo desconocido es excepcional y lo de siempre es tradicional.
El último desliz lo pronunció el jefe del Ejecutivo el pasado domingo, cuando propuso la “cogobernanza” con las Comunidades. No, “cogobernanza” tampoco existe. Gobernanza es la manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero. Loable intención. Y eso es precisamente lo que le hace falta a la tauromaquia, que se desarrolle a todos los niveles y que lo haga de forma estable y perenne.
Decía que el 9 de junio podría comenzar la fase 3 de la mal llamada “desescalada”. Será entonces cuando las plazas de toros optarían a reabrir sus puertas. Para que ese plazo se cumpla podría afirmarse que los astros deberán confluir, porque se medirá la capacidad del sistema sanitario, la situación epidemiológica de la zona, las medidas de protección en los espacios públicos y los datos de movilidad y socioeconómicos. Vamos, que casi deberá producirse un milagro.
Como milagro será que las plazas abran aún cuando se den todas las circunstancias positivas. Porque la premisa para que alcancemos la “nueva normalidad” en los tendidos es que se respete un espacio libre de nueve metros cuadrados por espectador. Y eso sería nuevo pero no normal, aficionados separados unos de otros y la recaudación en taquilla reducida a un tercio. No es rentable, por lo tanto inviable. Todo indica que este año la tauromaquia está sentenciada.
Y como Canal Toros debe ofrecer programación taurina a sus abonados, los dirigentes han propuesto la realización de corridas a puerta cerrada. Es absurdo. Una plaza vacía es el eco de un lamento. Es cemento gris. Es tristeza. No hay color ni calor. La fundamental emoción no existe. Las ovaciones, las broncas, la petición de orejas y los pitos desaparecen. El toreo está formado por tres patas irrenunciables: toro, torero y público. Si falla uno de sus ingredientes pierde el sentido.
Así que, en estos momentos, intuyendo que a las plazas no regresará la normalidad de antaño ni tampoco una nueva, sólo me ilusiona el proyecto de ANATUR, que propuso televisar festejos desde las plazas de tientas de las ganaderías, con la lidia completa de los toros al estilo campero y todo aderezado con reportajes de campo, rodeados de vida. Estoy convencido del atractivo que eso podría suponer para los televidentes, al menos mientras dure la crisis del coronavirus y todo pueda volver a una normalidad clásica.
La ganadería de El Pilar va a llevar a cabo una experiencia sugerente y que guarda cierta relación con la idea de ANATUR. Los días 8 y 9 de mayo ofrecerá en directo la tienta de toros a la luz de la luna, con Juan Mora y Diego Urdiales como protagonistas. Será a las 22:30 horas coincidiendo con la luna llena y se podrá acceder desde cualquier dispositivo en la modalidad de pago por visión en una plataforma llamada Eventbrite. Interesante apuesta la de El Pilar por mostrar algo atractivo a los aficionados en época de reclusión. Ya ven, renovarse o morir.
Hasta que completemos la “desescalada” y acabemos totalmente “desconfinados”, y mientras esperamos que la “cogobernanza” consiga un desarrollo económico, social e institucional duradero para alcanzar la “nueva normalidad”, no estaría mal que las televisiones apostaran ya por formatos atrevidos desde el tesoro medioambiental que son nuestras dehesas. Eso supondría un doble apoyo, a la tauromaquia y a las ganaderías que tan mal lo están pasando con la situación actual.
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