La portavoz de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, pasa frente a Pedro Sánchez y Carmen Calvo durante su sesión de investidura
El día que Pedro Sánchez se mostró apesadumbrado por el etarra muerto, se conmemoraba el asesinato de Cristobal Martín Luengo, subteniente de la Guardia Civil, uno de los cientos de muertos provocados por esa banda criminal. Pero ni para él, ni para ninguna víctima del terrorismo, el presidente tuvo ni la más mínima alusión.
Señor presidente, es usted un canalla
Quizá puede parecer un exceso calificar al presidente del Gobierno de España como un canalla pero no es más que una definición que se ajusta perfectamente a su comportamiento: persona que merece desprecio, ruin y miserable. Por desgracia, las palabras de Pedro Sánchez en el Senado lamentando la muerte de un terrorista al que mencionó con nombre y apellidos, obviando los motivos por los que estaba en prisión y sin dedicar tan siquiera una escueta mención hacia las víctimas que contribuyó a causar, se puede y se debe calificar como una actitud absolutamente ruin y miserable que merece todo el desprecio de la sociedad. Porque, además, desde su alta responsabilidad, el presidente del Gobierno tiene una inmensa capacidad de influencia que repercute directamente en la opinión pública y que debería emplear en todo lo contrario de lo que hizo: en ensalzar el recuerdo de los que perdieron su vida defendiendo a España, la democracia y la libertad y en recordar que se les debe hacer justicia.
El día que Pedro Sánchez se mostró apesadumbrado por el etarra muerto, se conmemoraba el asesinato de Cristobal Martín Luengo, subteniente de la Guardia Civil, uno de los cientos de muertos provocados por esa banda criminal. Pero ni para él, ni para ninguna víctima del terrorismo, el presidente tuvo ni la más mínima alusión. Y no la tuvo intencionadamente, porque ha asumido las tesis de ese partido en el que se apoya para gobernar y ha decidido -para no molestarlo-, ocultar la terrible trayectoria de Eta.
Resulta estremecedor comprobar como el Gobierno arrumba la memoria del sacrificio de tantas vidas truncadas por el fanatismo separatista; como obvia descaradamente el profundo daño que ha causado en la sociedad y acepta las insidias sobre nuestro sistema penitenciario, sabiendo, como sabe, que si existe algún privilegio en las cárceles es, precisamente, para los terroristas de Eta.
De la trayectoria de ese sujeto que se ha quitado la vida -¿quizá por el peso del arrepentimiento?-, poco sabemos, -no interesa entrar en detalles- solo que fue sentenciado por colaboración con banda armada, tenencia de armas y falsificación de documentos oficiales. Pero si se investiga un poco se encuentra que durante el juicio que se celebró en la Audiencia Nacional en abril de 2007 declaró que «seguiría ejerciendo la lucha armada» y que no reconocía a un tribunal «español y fascista». Ese es el individuo por el que se preocupa el Presidente de todos los españoles.
¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta situación tan envilecida? ¿Cómo es posible que tengamos que escuchar a los representantes de Eta defendiendo a los asesinos en el Congreso?
No ha sido sólo Pedro Sánchez el que nos ha traído hasta aquí. Él se encontró con el camino expedito. Se lo desbrozaron antes los que decidieron legitimar a Eta y permitirle estar en las instituciones. Disfrazaron las cesiones como una derrota para ellos y como un triunfo para la democracia. Un triunfo que consiste, entre otras muchísimas infamias, en escuchar en la sede de la soberanía popular que los «presos» son «víctimas de la venganza del Estado», en que políticos inmorales necesiten a esos representantes de la indecencia y les entreguen sin pudor la dignidad de los españoles para seguir en el poder.
Los enemigos de España sosteniendo al Gobierno de España, ¿A qué nos puede conducir semejante dislate? Por eso y por mucho más, señor Sánchez, es usted un canalla.
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