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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 5 de diciembre de 2024

Olga Casado, de categoría superior / por Manuel Viera



"..Fue de verdadera apoteosis la sensación vivida en los tendidos de la plaza. Su toreó resumió la monumental manera de impresionar. Sensaciones que llegaron al alma. Quizá, sólo por esto, su inquietud creativa le ha de llevar a la invención de una tauromaquia tan diferencial como sublime.."



GALLEANDO
Olga Casado, de categoría superior

Manuel Viera
El gran triunfo obtenido el pasado domingo en el Palacio de Vistalegre de Madrid, conseguido desde la autenticidad de un apasionante toreo, rinde homenaje de admiración a la fortaleza, a la valentía y la actitud de una torero ambiciosa y capaz que, con mano firme y mente clara, exhibió en el ruedo de la plaza la pura verdad de su ilusionante concepto. Ése que, para los que jamás engañan, es la muestra sincera y sin contemplaciones de la emoción.

Fue de verdadera apoteosis la sensación vivida en los tendidos de la plaza. Su toreó resumió la monumental manera de impresionar. Sensaciones que llegaron al alma. Quizá, sólo por esto, su inquietud creativa le ha de llevar a la invención de una tauromaquia tan diferencial como sublime. Porque cuando el arte fluye de la búsqueda de una concepción despojada de banalidades la gente siente como un escape a la tensión o al gozo indescriptible. Tan distinto y auténtico fue lo que dijo con capote y muleta que hizo que el argumento fuese tan demoledor que su narración se convirtió en única y esporádica obra, cargada de solemnidad, mientras los tendidos bullían con tan soberbia realidad.

Bien es verdad, que la belleza en el arte del toreo y, sobre todo, la aptitud de esta incipiente torero, activa el componente entusiasta del público. Es el vigor de la bravura completada por la emotividad del arte de torear. Arte y valor sin cuento. Suficientes para una artística lidia colmada de momentos magníficos. La impecable verdad, la belleza de cada uno de los templados muletazos al bravo novillo de Garcigrande, y la naturalidad otorgada a la interpretación de su toreo le otorgan la categoría de superior. Un toreo de auténtica orfebrería con el que provocó a una gente que empezó a gozar y al mismo tiempo a enloquecer. Un toreo destinado a la sensibilidad.

Lo hizo Olga Casado, alumna de la Escuela José Cubero “Yiyo”, una genio en esto, con el último utrero de la gran tarde de toros benéfica para los damnificados de la catástrofe valenciana. Frescura, buen gusto y, sobre todo, la singularidad con la que ilustró sus esperanzadoras formas en su primer festejo con picadores. Casi nada.

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