Empezaremos por lo mejor, por la torera. Olga Casado está en todas las lenguas. Y su rabo no digamos. Ha habido muchos festivales descubriendo toreros. Algunos, eso sí, en Las Ventas que catapultaron a José Miguel Arroyo “Joselito” y Jaime González “El Puno”. El primero subió mucho y a un buen nivel. Y al segundo le vino muy bien para torear bastante después.
Olga, Castella y la tele timadora
Ricardo Díaz-Manresa
Comprendo el entusiasmo por Olga a la que le salió redonda la tarde. Primero, por el brindis a la Presidenta, jefa de hecho de la oposición al Desgobierno, aunque con algún fallo importante como política, mientras Feijoy, antes Feijoó, se empeña en meter la pata y demostrar que no vale para el puesto.
Y segundo, por la faena, culminada con orejas y rabo y salida a hombros y alegría general.
Y encima muchos echando las campanas al vuelo. Como dice un amigo mío: aguantad los caballos. Era un festival, ella actuando en el escalafón novilleril de principiante, animal reglamentariamente afeitado y hay que esperar, quiera Dios que no tenga percances, cuando la hiera un animal en puntas en festejo de luces y con picadores y supere la cornada. Y siga toreando igual. De momento, enhorabuena y suerte. Y viene muy bien una mujer torera con calidad y transmisión. Pero he visto a muchos salir por la Puerta del Príncipe y por la grande de Las Ventas, de los que nunca más se supo. Y a una única mujer salir a hombros de Madrid. ¿Alguien sabe quién es?
Lo de Olga, lo mejor. Y despertadora de muchas ilusiones. Y lo de Castella, lo más valiente y lo más claro. Y ya era hora de que lo dijera un torero. Castella incluso, con su verdad y su claridad, maneja incluso mejor alguna veces la lengua que la muleta. Y es profesional de mucha categoría.
Y lo dijo en la televisión y en directo, que es como tiene más consecuencias. Como el brindis de Jaime Ostos a Lozano Sevilla, que quitó al crítico del toreo pese a que era el taquígrafo de Franco. Y ha pasado mucho tiempo entre uno y otro porque los humanos tendemos a la comodidad y muchos a la cobardía.
Pero ahí tuvimos al valiente de Castella diciendo lo que había que decir y que viene muy bien para dejar las cosas claras. Este torero, muy directo, de padre francés y madre polaca, sabe decir las cosas, cuándo, dónde y como hay que hacerlo.
La respuesta de la tele timadora, que nos hurtó, lo recuerdo, las ferias de San Miguel de Sevilla, la de Otoño en Madrid y la despedida de Ponce en Valencia en su adiós a España, ha contestado porque callarse no se calla. Y ha desvelado incluso todo lo que debe, pero de devolver a los socios lo que prometió y no cumplió nada. Quitó a los abonados un gran traje y ahora les da unos calcetines con un festejo de recortadores y una corbata o pañuelo con un festival. Cara tienen un rato.
Y menos mal que el festival de Valencia sirvió para ayudar a las víctimas, triunfar a Olga Casado y dar la oportunidad a Sebastián de dejar en su sitio, una vez más, a la tele timadora.
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