la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 12 de abril de 2021

HÉROES ANÓNIMOS. "MARCHENITA", victima de sus sueños.

JUAN MANUEL MORAZA "MARCHENITA " (1936 - 1954)
Matador de novillos, nacido en Marchena (Sevilla), en 1936 y de muy modesta categoría, falleció el 21 de septiembre de 1954, cuando contaba 18 años de edad. El día 3 de septiembre de 1954 toreó en la Plaza de Toros de Valderrobles (Teruel), una novillada sin picadores, alternando con Jesús Omedas en la lidia de novillos de don Ramos Matías. Al estoquear a su segundo enemigo resultó enganchado y herido muy gravemente en el vientre, lesiones de las que fallecía en Valencia el día 21 de ese mes. 
El Toreo sigue.

En la clinica donde fue ingresado con su Madre, hermana y apoderado.

Valderrobles, pueblecillo perdido en las serranías turolenses, con la nota briosa de su placita de toros, como pincelada luminosa del maestro Zuloaga; estampa que se repite en centenares y centenares de lugares españoles durante el taurino mes de septiembre. En estas plazas pueblerinas es donde vibra, con toda intensidad, el alma española ante la tragedia de la lidia. 

Los irregulares tablados se hallan ocupados por abigarrado gentío que no da reposo a la «bota», y las gentes gritan y gesticulan, enardecidas, ante la presencia del toro, que, engallada su cabeza, desafía al público cercano, despejando el pueblo de mozos. La figurilla garbosa del torerillo se yergue ante el furioso animal, y una y otra vez burla a la fiera. Sigue toreando con las rodillas en tierra, poniendo el corazón en la muleta. El clamor de los ¡oles! y de la ovaciones colman sus ilusiones, y embriagado por las palmas se olvida del peligro. Está viviendo sus sueños. Se perfila para matar, y al consumar la suerte su cuerpecillo de adolescente es terriblemente corneado. El color bermejo de su sangre pone la nota trágica en la tarde bulliciosa... 

Allá se llevan, pálidos y sangrantes, a Juan Manuel Moraza, «Marchenita›, que así se llamaba el torerillo, con un terrible cornalón en el vientre; su apoderado, enloquecido, va taponando con la mano la herida, y en tránsito de agonía llegan a la casa del médico. El público, tan alegre unos momentos antes, permanece mudo y apenado, mientras de bellos y femeninos ojos aragoneses caen unas lágrimas piadosas. Los médicos, hermanos Navarro Tafalla, luchan a brazo partido con la Muerte, para ganarle la vida del chavalillo, y uno de los doctores, en, cede en el acto su sangre generosa. No basta; la vida se acaba, pero allí está la bella señorita a la que el diestro brindó el toro, y allí está su sangre para salvar la vida que se va y le cede su sangre para otra transfusión. 

El vecindario siguió horas y horas ante la clínica, en angustiosa cola, para disputarse la piedad de ofrendar su sangre, efectuándose hasta ocho transfusiones, cedidas por nobles corazones baturros. Esta impresionante página taurina, digna de la musa de un poeta auténtico, se escribió en la villa de Valderrobles (Teruel) el día 3 de septiembre de 1954.

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