No me cabe la menor duda que, con festejos como el citado, Morante puede firmar no cien tardes que dice que tiene escrituradas, doscientos o trescientas, nada importa. Para colmo, hasta se devolvieron varios toros. ¿Se imaginan ustedes cómo sería la cosa para que en una plaza de tercera se devolvieran toros por doquier? Yo no me sorprendo de nada porque cuando no hay toro todo lo demás sale sobrando como dirían en México. Al final, una orejita pueblerina para ese Juli que ya da grima verle cada tarde en que, para colmo, tras las series se pone heroico antes sus feligreses. Es cierto que se llenó la plaza porque es la segunda feria de la temporada en que, para colmo, estaba Morante, nadie sabe para qué, pero allí estaba. Lo de Olivenza sucederá todas las tardes y en todas las ferias. Al tiempo. El problema será cuando ya no queden los tontos suficientes para llenar la plaza para ver la maldita parodia a la que se aferran los llamados figuras del toreo.
Incluso los revisteros oficiales ayer pasaron un mal trago. ¿Cómo podrían explicar aquello? Tarea complicada la que tenían, salvo que hubieran sido libres para contar lo que allí sucedió. No está el horno para bollos ¿verdad? Pero sí, pese a todo, en todas las crónicas se les ha notado el desencanto y, algunos, hasta han tenido la decencia de tratar a la corrida de toros como una novillada gorda sin apenas cuernos ni nada que se le parezca a un toro bravo. Respecto a los toreros imagino a Emilio de Justo en la soledad de su casa tras acabar el festejo y él mismo se pellizcaría para comprobar que había sido invitado al festín de la mentira. Y se lo preguntará el, el que ha sido hasta la fecha el adalid de la verdad en el toreo. Su historia es inmaculada. No debe de estropearla.
Allá ellos con sus bagatelas, sus mentiras, sus farsas. Mientras tengan bobos que paguen fortunas por ver semejante esperpento, todavía hacen poco.
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