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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 21 de marzo de 2022

El Trofeo Chenel / por Pla Ventura


Démosle las gracias a esta institución taurina por el apoyo que está dando a la fiesta y, por encima de todo, a ganaderos y toreros marginados. No caben todos, esa es la desdicha pero, si remediamos el mal de unos pocos siempre será mejor que todos sigan pasando hambre.

 El Trofeo Chenel

Pla Ventura
Toros de Lidia / 21 marzo, 2022
A fin de cuentas, tratar de analizar en profundidad el hecho de la Copa Chenel –yo le hubiera llamado Trofeo Chenel- no pasa más allá de ser una discusión bizantina en la que, todos tenemos la verdad y nadie somos capaces de mostrarla a los demás, sencillamente para que todo el mundo quede convencido ante una organización que, sin lugar a dudas tiene mucho más de bueno que de malo, a no ser que los taurinos lo echen todo a perder que todo pude ser posible.

Ya se ha anunciado la segunda edición de dicho trofeo y, como no podía ser de otro modo, las discusiones han comenzado en todos los órdenes. Los espadas asignados para participar en dichos festejos están que no caben de gozo mientras que, los que han quedado fuera muestran un disgusto enorme, una pena que, en definitiva, será de muy difícil consuelo. Yo le daría la vuelta a la cuestión e iría mucho más allá del contenido.

Si somos ecuánimes, ante todo, debemos de felicitar a la FTL y a la CAM como autores materiales de dicho evento puesto que, los toreros que participaron en la pasada edición, de no ser por este ciclo de corridas de toros sin ánimo de lucro, apenas hubieran toreado nada. Es más, me gustó la organización que, a modo de liguilla se iban quedando los mejores hasta que llegó la final y, por ende, el triunfador. Nada que objetar. Por dicha razón está anunciado en Madrid para confirmar su alternativa Fernando Adrián como triunfador de la pasada edición de la Copa Chenel que, sin esta circunstancia seguro que seguiría sentado en su casa.

Y, cuidado, fueron muchos los diestros los que mostraron aptitudes fantásticas para el toreo pero, tenía que quedar un triunfador, como así sucedió. Si digo que, los que resultaron eliminados, nadie le escuché quejarse porque entendieron que, Fernando Adrián fue mejor que los demás. Convengamos que, siempre hay uno mejor que nosotros, por buenos que nos creamos. Lo digo porque el egocentrismo no vale para nada y mucho menos en los toros; son los demás los que tienen que opinar sobre nosotros porque, nuestra opinión, ante nuestra propia persona carece de la más mínima objetividad. Todos creemos merecer lo mejor pero, la cuestión taurina tenemos que verla con mucha altura de miras y, de forma humilde pensar en los que han sido seleccionados para felicitarles. En la próxima nos puede tocar a nosotros, ese debería ser el sentir de todos los toreros humildes.

La pregunta que nos hacemos todos al respecto de los ausentes que no han sido seleccionados es la que sigue. ¿Habrán analizado los que han quedado marginados su situación actual y, a su vez, habrán comprendido que los seleccionados eran mejores que ellos? Esa es la pregunta que, la mayoría de ellos no se habrán hecho, de ahí la infelicidad que reina dentro de su ser. De los que se han quedado a las puertas de la selección, me quedo con el sentir de Miguel Maestro que, sabedor de sus condiciones toreras, hasta ha comprendido que tiene rivales de mayor peso, al tiempo que espera para que un día llegue el momento soñado. Entre otras cosas, Miguel Maestro es digno de admiración porque se sabe torero, sí señor, pero a su vez sabe que de momento su futuro inmediato pasa por el trabajo, el que compagina con sus entrenamientos y lucha titánica por ser torero.

Entiendo el disgusto de los que han quedado fuera de dicho ciclo pero, hasta que se instauró el pasado año la llamada Copa Chenel, ¿en qué plazas toreaban la mayoría de ellos? Esa es la pregunta que no tiene respuesta. Démosle las gracias a esta institución taurina por el apoyo que está dando a la fiesta y, por encima de todo, a ganaderos y toreros marginados. No caben todos, esa es la desdicha pero, si remediamos el mal de unos pocos siempre será mejor que todos sigan pasando hambre.

Los toreros ilusionados que no han logrado la gloria como tales tienen que mirarse irremediablemente en el espejo de Alberto Lamelas, ese héroe capaz de dejarse matar en esas corridas durísimas en las que participa en las que pone todo su corazón y anhelo pero, para fortuna suya, tiene un cerebro muy bien amueblado y sabe aprovechar las veinticuatro horas del día para trabajar con denuedo, entrenar y vivir con dignidad y, lo que es mejor, estar siempre dispuesto para jugarse lo más válido que tiene, su propia vida, lo que hace cada vez que se viste de torero.

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