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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 1 de julio de 2024

Vergüenza gay / por Jesús Laínz


 "..esa manifestación madrileña en la que los blancos y los heterosexuales tienen prohibido el acceso a determinados lugares reservados a los denominados colectivos «racializados». ¡Discriminación en España por el color de la piel y la orientación sexual! ¿Dónde queda, pues el artículo 14 de la Constitución?.."

Vergüenza gay

Jesús Laínz
La Gaceta/1 de Julio de 2024
Como cada año, la exhibición del orgullo gay ha vuelto a consistir en una sonrojante explosión de vulgaridad que abochorna a cualquier persona de bien, empezando por muchos homosexuales a los que les resulta totalmente ajena. Bien está, por supuesto, que las opciones sexuales sean de la incumbencia de cada cual y que nadie tenga nada que decir al respecto —como en tantos otros terrenos políticos, ideológicos, religiosos, científicos o médicos, dicho sea de paso—, pero de ahí a hacer de ello una reivindicación política interminable, agresiva y sectaria hay un abismo.

La desquiciada sexualización de nuestra senil época, saturada de potingues y viagra, ha conseguido poner en el centro de la actividad política lo que nunca debió salir de las alcobas. 


La bandera multicolor en La Moncloa demuestra insuperablemente el desprecio de nuestros gobernantes por las instituciones al desobedecer la decisión del Tribunal Supremo de que no se pueden desplegar banderas no oficiales en los edificios públicos. Y esta falta de respeto al tribunal y a todos los ciudadanos la cometen continuamente tanto el PP como el PSOE en las instituciones que gobiernan.


Pero tan desagradable asunto no termina ahí, puesto que el totalitarismo progre que nos gobierna, alimentado a dos manos por ambos partidos, no conoce límites. Y así se hace partícipes de las obsesiones LGTBIXYZ a niños que, por su tierna edad, ni siquiera se han fijado en lo que tienen entre las piernas: por ejemplo, utilizando las aulas para adoctrinar y organizando simpáticos festejos para que los nenes vayan percibiendo como normal toda esta chaladura.

Pero la disolución progre es multifacética y, como se diría en neolengua, interseccional y transversal. Ahí está para demostrarlo, en primer lugar, esa Palestina que se ha convertido en elemento central de la reivindicación homosexual aunque no tenga nada que ver una cosa con la otra y aunque en Gaza la homosexualidad esté castigada con diez años de prisión.

Y en segundo lugar está esa manifestación madrileña en la que los blancos y los heterosexuales tienen prohibido el acceso a determinados lugares reservados a los denominados colectivos «racializados». ¡Discriminación en España por el color de la piel y la orientación sexual! ¿Dónde queda, pues el artículo 14 de la Constitución? ¿Intentamos imaginar el cataclismo político y mediático que se desataría si en algún lugar se anunciara que no pueden acceder los homosexuales y los negros?

Todo este cúmulo de disparates no es fruto de la casualidad, ya que no es otra cosa que el resultado de la paciente siembra de sus bases ideológicas por personas y entidades autorizadas como el cineasta Eduardo Casanova, que declaró hace un par de años que «no nos oprimen ni la mujer ni el colectivo LGTBIQ+» y que «no tenemos que olvidar nunca que el que nos oprime es el hombre blanco heteronormativo«.

El futuro no se nos presenta precisamente luminoso. La Europa de la filosofía y la ciencia, de la poesía y la música, de la virilidad y el trabajo, de la fe y el derecho, no tardará en ahogarse en un mar de mierda y locura.

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