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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 14 de diciembre de 2014

DIEGO URDIALES, poco pero bueno..


Tal como está el patio y sus circunstancias, Urdiales desde luego es hoy por hoy un torero “para aficionados”, no para las mayorías sociales que acuden a los carteles de más relumbrón.



Un torero al que cada día se le ve más a gusto
DIEGO URDIALES, poco pero bueno..

Todo lo ha vuelto a confirmar durante 2014 en tan sólo 11 tardes, dos ellas fruto de sendas sustituciones. Pero aunque la estadística sea tan corta, la realidad es mucho más larga: Diego Urdiales ha vuelto a dejar claro que es un torero de los pies a la cabeza, con concepto de autenticidad y de pureza cada día menos visto en los ruedos. Por eso los aficionados le han visto tan a gusto durante la pasada temporada y se lo han reconocido mucho más allá del interés que le han prestado los empresarios. Y es que el riojano es hoy una realidad que va mucho más allá de ser ese torero "esforzado", llamado a matar las corridas duras; es, sencillamente, un torero importante digan lo que digan las estadísticas

Festejos: 11
Orejas: 8

Lo suyo ha sido cosa de tan sólo 11 tardes, dos de ellas alcanzadas por la vía de las sustituciones. Pero han sido suficientes para volver a poner en valor lo ya demostrado: la realidad torera de Diego Urdiales, acostumbrado como está a caminar con su verdad por delante, se lo reconozcan o no los empresarios.

Aunque se le dejara fuera del circuito principal, han sido 11 tardes importantes, de ellas 8 en plazas de primer orden y con triunfos importantes en Dax, Mont de Marsan, Logroño, Madrid y Zaragoza.

A pesar de lo hecho durante 2014, que ha tenido un valor objetivo, a lo mejor también durante 2015 se le volverá a dejar en la marginalidad. Pero si tal se diera, no sería más que la prueba del 9 de la de cortedad de miras de los organizadores de las grandes ferias.

Y es que Urdiales es hoy un torero al que no sólo se le ve con gusto desde el tendido; es que aporta elementos propios de una tauromaquia muy bien asentada sobre los pilares de la autenticidad, un elemento del que estamos ayunos tatas y tantas tardes.


Cuando todo esto lo viene demostrando desde años atrás, se entienden aún menos los usos y costumbres que imperan hoy en el mundo del toro, en el que la repetición hasta el hartazgo, la carencia de los conceptos fundamentales del toreo y un peligroso dejarse ir por la senda de la comodidad tanto daño están haciendo.

Pero a Urdiales se le puso en su día el sello de los toreros esforzados, llamados a matar, cuando se les llama, las corridas duras de las ferias. Y de ahí no hay quien le mueva, metidos como andamos en la rutina permanente.

Hasta cierto punto es comprensible, porque el riojano a estos efectos es un toreroincómodo, que no está dispuesto a dejarse ir cumpliendo estrictamente la condición que se le adjudica a un "primero” , sino que camina por libre un día si y otro también.

Sin embargo, hay que reconocer que en su toreo Urdiales sabe conjugar al unísono el temple con la quietud, la verdad con el valor, la autenticidad con la pureza de las suertes… Y por más que tales sean valores permanente de la Tauromaquia, hoy se llevan menos, salvo unas cuentas excepciones.

Algunos podrían decir que sí, que todo eso es así, pero que “no arrebata”. Quizá sean los que no le vieron fajarse con la corrida de los “adolfo” de Madrid, por ejemplo. Pero si por “arrebato” entienden el tirón en la taquilla, nos estaríamos inclinando por un baremo que hoy se ha vuelto falso: ¿cuántas han sido las figuras que anunciadas en trío apenas han llegado a la media entrada?. Mejor ni contar los casos.

Tal como está el patio y sus circunstancias, Urdiales desde luego es hoy por hoy un torero “para aficionados”, no para las mayorías sociales que acuden a los carteles de más relumbrón. Parece que lo está dirigiendo a ese camino en que lo acabaremos convirtiendo en uno de esos toreros que con el paso del tiempo resultan reconocidos por la afición, pero que durante su paso por la profesión apenas si se les prestó una atención mayor. Cantar las historias del pasado puede ser bonito e incluso gratificante para el interesado; para los aficionados del presente no dejará de ser una oportunidad perdida.

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