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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 1 de diciembre de 2014

LAS PLAZAS DE TOROS / por Antolín Castro


Plaza de toros de Barcelona, cerrada pero viva su belleza, grandeza e historia

"...Millones de animales mueren a diario en el mundo, pero lejos, muy lejos, de la cadena urbana de los que, a la postre, serán sus consumidores. Sin embargo, consumir las dos horas de una corrida, en armonía con la vida y la muerte, con la sensibilidad del proceso de convertir el enfrentamiento en arte, tiene su expresión e identidad en las plazas de toros..."


LAS PLAZAS DE TOROS
  • ¿Es posible mantener que las sociedades que las hicieron estaban enfermas? ¿Podríamos afirmar que la nuestra, la actual, es mejor que aquellas?

España [ 01/12/2014 ] 
Templos donde el rito tiene lugar. Catedrales del arte de torear. Centros de reunión de aficionados. Monumentos que engrandecen la arquitectura urbana. La cultura y las tradiciones de los pueblos, que también es parte de la cultura, tienen en ellas un lugar de encuentro. Un oasis donde la vida y la muerte tienen lugar tal como es, sin falsos tabúes que modifiquen su esencia, que la oculten a los ojos de las mayorías.

Millones de animales mueren a diario en el mundo, pero lejos, muy lejos, de la cadena urbana de los que, a la postre, serán sus consumidores. Sin embargo, consumir las dos horas de una corrida, en armonía con la vida y la muerte, con la sensibilidad del proceso de convertir el enfrentamiento en arte, tiene su expresión e identidad en las plazas de toros. 

Fueron construidas muchas de ellas en los siglos pasados, no son solo de ayer o de hace unos años, llevan algunas en pie más de dos siglos. No son un capricho de la sociedad actual. Una sociedad criticable y censurable en muchas cosas, no precisamente un modelo a seguir. Por eso se hace difícil, y hasta necio, censurar a las generaciones que levantaron esos templos con anterioridad a cada uno de nosotros. Por cada una que se ha construido estando nosotros presentes, hay cientos que se hicieron con anterioridad.

¿Es posible mantener que las sociedades que las hicieron estaban enfermas? ¿Podríamos afirmar que la nuestra, la actual, es mejor que aquellas? 

Es seguro que cuanto hicieron nuestros antepasados no fuera idílico o lo mejor, pero también es cierto que lo que hoy se hace y promociona no es todo para sentirnos orgullosos. Para eso están los equilibrios, para entender el pasado, el presente y el futuro.

Y causa dolor, y pena, que algunos quieran convertir esos templos en otras cosas. El coliseo de Roma sigue siendo eso, nadie lo ha cambiado por una mezquita; el teatro romano de Mérida sigue siendo lo que era, un lugar de representación teatral, no se ha cambiado por un polideportivo. Son solo unos ejemplos de que ha de mantenerse el espíritu y la función para la que fueron creados y así lo contemplarán las generaciones futuras. Modificar su uso es alterar el curso de la historia.

Urge declarar esos insignes edificios como patrimonio cultural, preservando que puedan caer en manos de otras actividades especulativas, que pueden ser más discutibles o menos lícitas que las que invitaron a construirlas. Aunque no se celebre el rito entre el toro y el torero, habrá que evitar que se celebren otros ritos o actividades en su seno.

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