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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 25 de febrero de 2017

Mérida-Venezuela: Álvaro y sus querencias / por Carlos Guillermo Cárdenas D.


XIX Concierto de Pasodobles Taurinos 
del “Mérida Country Club” 
XLVIII Feria Internacional del Sol 2017


Álvaro y sus querencias

Carlos Guillermo Cárdenas D.
La voz sonora retumbó en el Gran Salón. Varios los motivos para conmemorar el quincuagésimo aniversario del coso taurino que lleva por epónimo a su dos veces primo hermano, Sandia Briceño, pues conjugaron sus vidas dos jóvenes Sandias con dos muchachas Briceño Ferrigni. Además, otro más que justificado motivo la decima novena presentación de la Banda Taurina de la Mesa de los Indios del maestro Antonio Rangel, banda ya tradicional de emblemáticos pasodobles y toda una institución en el mundo de la tauromaquia.

El orador de orden, que prefiere otra denominación, pues: “dista mucho de lo que se llama orador y tampoco de orden, y así lo declaro solemnemente, pues he sido muy de orden en mi vida”, convirtió las palabras en una especie de “corrida mixta” donde toreros y novilleros comparten cartel.

Nos paseó por la Mérida de comienzos del siglo XX en las palabras del prominente escritor Menotti Spósito (1913) cuando expresó que en la ciudad “estiraban su pereza ocho calles longitudinales y veinte y tres transversales” que comenzaban en la Cruz Verde de Milla (frente al antiguo Hotel Prado Rio) hasta el Parque Glorias Patrias con el hermoso monumento alegórico a la mujer indígena.

Relató los momentos más significativos desde la inauguración del Mérida Club Campestre (MCC) el año 1938, hasta el cambio para la nueva y moderna sede en la Avenida Andrés Bello y el baile inaugural con traje de etiqueta (04Feb1967). Álvaro, también de smoking y corbatín compartió con Isbelia, compañera de un camino, el ritmo de la otrora orquesta de Luís Contreras.

Álvaro Sandia Briceño, que ha sido buen orador, sí, y de verbo fluido, presentó retazos de la Mérida que él como nadie, la describe con anécdotas y crónicas que reviven la ciudad que se niega a fenecer. ¡Álvaro, un conspicuo merideño!.

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