La tarde fue de El Cid de principio a fin. Para él fueron las ovaciones, el cariño y la dedicatoria del tendido siete. Una pancarta se abrió hueco en el famoso tendido durante el paseíllo que rezaba así ‘El Cid, torero de Madrid. Gracias’.
La despedida de El Cid salva en parte
el petardo de Fuente Ymbro
Madrid 04 Octubre 2019
Si la tarde no hubiera contado con la despedida de Manuel Jesús ‘El Cid’, el petardo de los toros de Ricardo Gallardo hubiera dejado en un silbido la mascletá valenciana.
También en el haber del festejo, digámoslo pronto y en justicia, se ha podido ver la actitud sin cuento de Emilio de Justo.
El saldo enviado por Gallardo no lo ha salvado ni el sobrero, que ha hecho segundo, de Manuel Blázquez. Si manso era uno el siguiente lo era más; si descastado y blando otro, lo superaría con creces el que cerró festejo. Lo dicho, un saldo con calificativo de petardo. Ni el más chico, 520 kg. ni el más grande, 647 kg. parecían saber que eran toros bravos y de lidia.
La tarde fue de El Cid de principio a fin. Para él fueron las ovaciones, el cariño y la dedicatoria del tendido siete. Una pancarta se abrió hueco en el famoso tendido durante el paseíllo que rezaba así ‘El Cid, torero de Madrid. Gracias’. Ni más ni menos calificativos. Suficiente como para que se le ovacionara a continuación antes de romperse definitivamente el paseíllo, siendo posteriormente, y a propuesta del mismo tendido, la fuerte ovación de dicho reconocimiento en el día que se despedía el sevillano de Las Ventas.
El de Salteras quiso estar, y estuvo, en torero toda la tarde, tanto con capote como con muleta, pero ni los toros tuvieron las mejores condiciones ni él supo ajustarse cuando pudo. Disposición toda, pero ayuna del compromiso que hay que asumir para levantar ovaciones más allá de las del reconocimiento inicial.
Mejores mimbres tuvo su primero que el último en Madrid, pero no eran toros de triunfo gordo. Lo que si fue gordo, por lo inusual, es que los matara a la primera, siendo mucho mejor y más efectiva la estocada del último de su carrera en Madrid. Quién nos lo iba a decir, que nos reservaría esa eficacia con la espada en su tarde final.
El público y la afición, que no suelen coincidir, le hicieron dar una clamorosa vuelta al ruedo, llena de recuerdos y emociones.
Hubo más en la tarde y todo para Manuel Jesús. Sus compañeros le brindaron los últimos toros y al finalizar el festejo lo elevaron en hombros los aficionados para sacarle así de la plaza, aunque tuviera que ser por la puerta de cuadrillas. Al Cid le debió dar igual, pocas veces se entrega, sin triunfo, una plaza de esa manera con un torero. Si así fue, será porque le era merecido. Le deseamos al sevillano todo lo mejor a partir de su última tarde en activo, lo que será la próxima semana en Zaragoza.
Emilio de Justo mantuvo su línea de verdad, de cruzarse, de autenticidad en sus dos faenas. Los toros no se prestaban, pero el extremeño dejó nuevamente el sello de ser uno de los toreros en los que puedes confiar de que no va a aliviarse. Su apertura de faena al sobrero fue lo mejor y más bonito de la tarde.
Ginés Marín también intentó, con otras maneras, sacar lo que tenían sus descastados toros, pero todo se desvaneció en el intento. Además con la espada muy mal.
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