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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 28 de abril de 2021

Amenazas a nenazas / por Sertorio

Cómo estará España para que un charlatán de feria crea que puede sacar rédito electoral de tres viejas balas de cetme y un par de matasellos mal puestos.

Amenazas a nenazas

Sertorio
El Manifiesto /  27 de abril de 2021
Una de las paradojas de esta España crepuscular en la que tenemos la mala suerte de vivir, es la de ver cómo los privilegiados, los poderosos, los muy protegidos miembros de la élite, lloran, gimen y sollozan como plañideras mal pagadas. Era costumbre secular que los grandes, los magnates, los potentados, se mostrasen arrogantes, soberbios y serenos, como césares vencedores; pero en este extraño y degenerado país las cosas se dibujan de una manera peculiar, aberrante, patética. Lo normal en alguien que ostenta el poder es que sea odiado y aborrecido por sus oponentes, y más en una nación que ha sido arruinada por su casta dirigente, esa que vive en las bien cercadas mansiones del norte de Madrid. Cuando se reciben amenazas serias, que tienen intenciones y visajes de miura, no se airean, sino que se entregan discretamente a los servicios secretos y a las fuerzas del orden para que actúen en consecuencia. Sólo cuando algo no da ningún miedo se puede publicar sin la menor aprensión. Eso es lo que ha sucedido con las presuntas “amenazas” que han llegado a jerarcas del Régimen tan poderosos como su ministro del Interior, su exvicepresidente del Gobierno y su director general de la Guardia Civil. 

Pensar que un sobre con tres balas de fusil de asalto se puede remitir impunemente a los despachos de los principales caciques de la oligarquía dominante es absurdo; sólo en un país en el que los medios de “comunicación” han imbecilizado tanto a la plebe se da crédito a semejante bulo, más propio de Mortadelo y Filemón o de José Luis Torrente que de unos cuerpos de seguridad que están al servicio exclusivo de los boyardos de Sánchez. Por supuesto, un pobre empleado de una subcontrata de Correos ha hecho de cabeza de turco de todo este sainete.

Un bulo propio de Mortadelo y Filemón o de José Luis Torrente

A las amenazas, tanto a las de verdad como a las de mentira, no hay que hacerles demasiado caso si se es poderoso. Es lo más elegante y digno. Los hombres públicos las reciben a diario de todos los lunáticos, borrachos y megalómanos. Una amenaza esboza un gesto tan inútil como imbécil. Si queremos hacerle daño a alguien, es francamente estúpido ponerle sobre aviso. Esta chapuza, este burdo montaje de tebeo, no está concebido más que para obtener réditos electorales y, posiblemente, tiene como fin preparar todo el tinglado necesario para que la izquierda se marque un Biden. Desde que salió el bulo de las amenazas a la luz, y la parte más sensata de la opinión pública mostró un razonable escepticismo, el agit-prop de la burguesía roja se ha puesto en marcha para presentar ante la población la evidencia de una “amenaza fascista” que, por cierto, resulta de lo más invisible. 

Se ha acusado a Vox de mostrar su escepticismo en esta materia y de saltar unas líneas, por supuesto rojas, por poner en duda lo que bien dudoso parece. Pero cuando las pedradas y el acoso muy real y muy amenazante de la escoria roja se ha ejercido contra esta formación, con gente lesionada y graves riesgos para la seguridad de los asistentes a sus actos, nadie ha encontrado esas líneas y hasta se ha justificado la violencia contra los militantes de Vox por parte de los burgueses leninistas. Para colmo, resulta que los primeros en denunciar y pedir una investigación por este asunto de las amenazas por correo han sido los servicios jurídicos de Vox, que se presentan como acusación particular.

Hasta ahora —y con la colaboración inestimable de las fuerzas del “orden”—, los únicos que han sido apedreados, acosados, perseguidos y puestos a los pies de las hordas antifas han sido los candidatos de Vox y sus seguidores. Nadie le ha tocado un pelo a los caniches de la gauche caviar. Sin embargo, la “violencia” absolutamente imaginaria del “fascismo” de Vox (risum teneatis, amice) sirve para agitar las televisiones y hasta para sacar como mascarón de proa de la lucha contra el invisible fascio madrileño a Jorge Javier Vázquez, obesa, peluda y ajada vedette de lupanar televisivo, que con su sola presencia arruinaría cualquier causa en un país menos degenerado y echado a perder que el nuestro. Seamos serios, si de verdad hubiese “fascismo” en España, nadie tendría el cuajo de apedrear impunemente los actos de Vox ni de desfilar con banderas rojas por las calles. Tampoco habría amenazas de chicha y nabo, sino manganello y aceite de ricino. Es precisamente porque el enemigo sólo existe en la imaginación de los publicistas por lo que la izquierda se moviliza en las calles, en las que sólo ella goza del monopolio de la violencia, con las bendiciones del ministerio del Interior, por supuesto.

Jorge Javier Vázquez, obesa, peluda y ajada vedette de lupanar televisivo

Es una burla a toda España que el bufón rojo de Ana Botín, un tal Pablo Iglesias, comunista de boquilla y cacique monárquico de cartera, se presente como víctima de nada. Primero, porque en algún momento tendrá que rendir cuentas por las muertes de miles de pensionistas, víctimas bien reales de su gestión de las residencias de ancianos, aquellas sobre las que él asumió en público todo el poder en marzo del año pasado. En segundo lugar, porque sus hordas de antifascistas han agredido sin ningún disimulo ni disfraz a los partidarios de Vox en el País Vasco, Galicia, Cataluña y Madrid, ataques que él ha justificado y espoleado. Nadie ha llama más a la violencia contra Vox que Pablo Iglesias con sus histéricas alertas antifascistas, pese a que el partido de Abascal no ha protagonizado una sola acción de este tipo. Pero, además, esta presunta víctima (de sí mismo, seguramente) ha sido el correveidile de los presos de ETA, un apologista de la violencia política de GRAPO, FRAP, los maquis y los múltiples grupos y grupúsculos de asesinos y genocidas rojos habidos y por haber, empezando por el rentista burgués Lenin, otro que no dio un palo al agua en toda su vida y se proclamó defensor de los trabajadores. Quien pide guillotina para los demás, no puede quejarse si los demás la piden para él. Esto tan sencillo no suelen entenderlo los marxistas españoles. Pero una vieja ley histórica enseña que la mejor medida contra la barbarie comunista es aplicar a las hordas rojas la misma medicina que ellos aplican a sus oponentes. Cuando uno va por la calle gritando “arderéis como en el treinta y seis” o glorifica lo de Paracuellos, no puede dar lecciones de nada a nadie. 

Y ahora tenemos a La Moños llorando como una nenaza porque le llega un dudoso papelito

Amenazado de verdad fue Santiago Abascal, al que los hoy socios del Gobierno asaltaron su negocio y no sólo amenazaron de muerte, sino que su padre estaba el primero en la lista de objetivos de un comando etarra, que fue desmantelado poco antes de entrar en acción. Y ahora tenemos a La Moños llorando como una nenaza porque le llega un dudoso papelito. Ellos, que han lanzado escraches verdaderamente salvajes contra Cristina Cifuentes, que no tenía una guardia pretoriana en la puerta de su casa, como sucede con el nuevo rico de Galapagar. Ellos, que están a partir un piñón con los recaudadores del impuesto revolucionario etarra. Ellos, que llevan batasunizando la vida política desde el nefasto 2004 y exacerbando las tensiones, avivando los odios y alimentando los rencores entre los españoles para seguir mamando del dinero público y mantener su lujoso tren de vida. 

La desvergüenza de este sujeto nos enseña a qué nivel de deterioro ha llegado la vida pública, cuando alguien de tal calaña puede tener importantes responsabilidades de gobierno.

No hay fascismo en España, en realidad nunca lo hubo, salvo en escasas y poco influyentes minorías. El presunto “fascismo” del Régimen del 18 de Julio fue el arreglo estético de un régimen clerical, militar y conservador. Pero ya sabemos que en España cualquier cosa que no comulgue con la extrema izquierda es fascismo, incluso los progres liberales del Ciudadanos son acusados de ello. Vox es un reducto del conservadurismo de raíz católica, que hoy levanta un poquito la voz ante los excesos del mundialismo. Nada que asuste, comparado con el viejo FN de Le Pen o con Casa Pound. Hasta defiende la nociva Constitución del 78 y vitorea a un rey al que debería aborrecer. Si eso es “fascismo”, que venga Dios y lo vea.

La realidad es que la burguesía roja está perdiendo el control de los barrios obreros

La realidad es que la burguesía roja está perdiendo el control de los barrios obreros. Pese a disponer de todas las televisiones, de contar con un servicio de censura que hace imposible la disidencia en los grandes medios, pese a establecer una inquisición implacable en las universidades y el mundo del espectáculo, la realidad es más poderosa que el Retablo de las Maravillas del Régimen. Cuando un quidam llamado Iglesias, el amo de Galapagar, el de la obscena “indemnización” de cinco mil euros al mes en plena España de los ERTES y los ERES, se presenta como “víctima”, lo que nunca ha sido, asume uno de los rituales necesarios para prosperar en esta España asfixiada por la Mamá Estado socialdemócrata, que es presentarse como damnificado y llorar todo lo que pueda, porque sólo así se saca algo de las arcas públicas. Y el señorito revolucionario se exhibe ante el pueblo como víctima del “fascismo”, algo que no hay ni lo va a haber, porque la violencia en España es roja, feminista, antirracista y antifascista. Evidentemente, con esta rueda de molino sólo puede comulgar un espectador de Telecinco (la televisión pública ya no la ve nadie). Cómo estará España para que un charlatán de feria crea que puede sacar rédito electoral de tres viejas balas de cetme y un par de matasellos mal puestos.

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