Diezmado todavía más, y según ZZ con las fuerzas al límite, termina el partido de Anfield sin encajar un gol, y quien se obstine en recordar la frecuencia del fallo no provocado, y la inferioridad manifiesta en los balones divididos, está olvidando lo substancial. A saber, que incluso queriendo jugar con esmero a ganar, la fatiga de anoche no era solo física sino psicológica, más parecida a un estrés acumulado, pues hace semanas la epidemia de bajas no ha dejado de anticipar cuán difícil resultaría no salir malparado en alguno de los tres partidos, y perder con ello el tren de la Liga y/o la Copa de Europa.
Lo evidente es que con el míster actual no bastan las lesiones, ni el cansancio, para derribar a un Madrid quizá demasiado meritorio para resultar del todo visible a nuestros ojos, del que se hablará con más distancia crítica dentro de algunos años, comparando la balsa donde caben los útiles con el yate donde sestean sus inútiles.
Entre los sobresalientes hoy incluiría a Valverde y Asensio, que jornada tras jornada van mostrando su recuperación, y atesoran cualidades sin paralelo en la plantilla. Lo mismo diría de Courtois, que logró mantener a cero su portería a despecho del bombardeo. Pero la matrícula de honor, el 10, debo reservarlo a Nacho y Militao, que enmendaron todos los balones perdidos de un modo u otro por sus compañeros. Menudo espectáculo de poderío por alto, anticipación y corte regalaron al espectador.
Fotografías: Imago.
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