Por una parte, toda la deleznable panda de chupópteros que son los políticos en España, nos da la espalda. Eso sí, sigan creyendo que esta fiesta es de derechas. Lo que hay que aguantar de unos y de otros, y de los de fuera y dentro de este mundo. Por otra, una empresa intenta hacer todo lo posible por dar toros, pero de puntillas y fingiendo que nada ocurre, apurando. Eso sí, los gastos de gestión, a su bolsillo. Pagés ha sabido jugar sus cartas.
Y mientras tanto, una panda de toreros adormilados que no han tenido narices de dar la cara a tiempo, y con la cobardía de hacerlo subiendo una foto en Instagram. Pero no solo eso, también con un victimismo que asusta. Hay quejas que no vienen al caso, no todo vale, pues lo único que hay que buscar es equidad con el resto de actividades culturales, no ponerse de rodillas ni dar señales de pusilanimidad.
Para colmo, solo un señor ha tenido bemoles de hablar sin pelos en la lengua tanto en radio como en televisión, y encima, lo miran con malos ojos. En unos tiempos en los que vienen de torear lo más duro del campo bravo se acomodan al tener algo de repercusión, Morante, con casi 25 años de alternativa se planta con una de Miura y otra de La Quinta en plazas de primera (algo que hay que normalizar), defiende los intereses generales, critica (con motivos) a la FTL y a la farsa actual de las escuelas taurinas, y para más inri hace un análisis genial de la situación política respecto a los toros.
Al César, lo que es del César, porque no se ha quedado exento de crítica cuando lo ha necesitado, pero no es de justicia una crítica anodina y sin fundamento.
Por cierto, tener una idea concreta del toreo no es atacar a la que sea diferente, que es muy fácil caer en la trampa de manipular palabras. José Antonio en ningún momento ha faltado a Tomás. Pero para sacar humo, todo el mundo vale, que parece que no queremos variedad en los estilos ya. Problema de quien sea, es no disfrutar ambas formas del toreo.
Haciendo una visión global nos encontramos con todo esto: mismas ganaderías, mismos carteles, pocas corridas, pasividad ante el acomodamiento de algunos toreros, crítica a quien no lo merece, y políticos y sociedad en contra. “Nuestra vuelta será más grande”, si es que hay que reírse. Y a fin de cuentas, el aficionado y el toro, los grandes damnificados.
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