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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 5 de octubre de 2021

Un domingo de matices en Texcoco / por Jorge Eduardo

 Juan Luis Silis rematando con una larga

Juan Luis Silis pinta de cuerpo completo el fracaso de quienes hacen la fiesta brava en México. Es un torero con escuela, con oficio, con concepto y buen gusto, heredero de la tauromaquia marianista. Ha dejado más que su sangre en los ruedos, y ha exhibido la fortaleza suficiente para sobreponerse y seguir en la cara del toro, a pesar de que, de todo cuanto le prometieron entonces, le cumplieron nada. El saldo: dos míseras tardes en la Plaza México.

Un domingo de matices en Texcoco

México, 4 Octubre 2021
La lidia de quince toros conformó una extenuante jornada dominical que estuvo llena de contrastes, por ejemplo, entre la presentación de los toros que se lidiaron al mediodía, y los corridos en la tarde.

En punto de las 12, bajo un sol asfixiante, inició el primer festejo. Luis Gallardo, Salvador López, y Héctor de Ávila tuvieron actuaciones en las que dejaron entrever su poco rodaje ante astados de Vistahermosa que exigían firmeza y mando. Brandon Campos, por su parte, se las vio con una res (5º) que se arruinó tras una vuelta de campana. El abreplaza era tan primoroso como arrogante, luciendo sus arrobas y pitones. El cuarto era probón pero sin malas ideas, mientras que el sexto fue sumamente emotivo en el primer tercio, cuando lo cuajó Carlos Domínguez en un gran puyazo.

Juan Luis Silis pinta de cuerpo completo el fracaso de quienes hacen la fiesta brava en México. Es un torero con escuela, con oficio, con concepto y buen gusto, heredero de la tauromaquia marianista. Ha dejado más que su sangre en los ruedos, y ha exhibido la fortaleza suficiente para sobreponerse y seguir en la cara del toro, a pesar de que, de todo cuanto le prometieron entonces, le cumplieron nada. El saldo: dos míseras tardes en la Plaza México.

En esta ocasión pechó con un astado debilísimo y deslucido, de los que atisban una labor de bostezo para los tendidos. No fue así la actuación de Silis, que ya desde el capote se dejó ver con temple y actitud en su personal verónica. Quitando se ciñó en la chicuelina y desahogó en la tafallera, antes de sublimarse en tremenda larga. Con la muleta le pegó diez o doce muletazos jaleados en una labor de enfermero, de mantener al toro de pie con base en sobarlo a media altura, que no es nada fácil. Emborronó su labor con la espada frente a un astado ya muy parado.

Pasan los años y Luis Conrado continúa desconcertando en cada actuación. Su arrojo y su valor lo plantaron frente a la puerta de toriles para recibir al tercero del mediodía, que salió con el empuje de un ferrocarril, para encontrarse con la casaca del vestido rosa y oro del torero del Olivar del Conde. La paliza fue tremenda, la prenda quedó abierta de arriba abajo por un costado como si de papel se tratase. Empitonado por el pecho, volvió a caer en la cara del toro para quedar a completa merced del Vistahermosa, que no pudo hacer más que golpearle la espalda, afortunadamente. Su cuerpo exhibía un espantoso varetazo desde la boca del estómago hasta la altura de los pezones.

Poco pudimos ver en adelante, puesto que el estado del matador era por demás precario, y el castigo al toro fue acorde a su situación. Tras de un estoconazo, el público premió al capitalino con una oreja. Terminando la vuelta al ruedo, las asistencias se llevaron a un Conrado desvanecido.

Como entretiempo medió una sabrosa comilona en el amplio patio de cuadrillas de la plaza Silverio Pérez, antes de que todos retomaran su lugar en el coso. La entrada del mediodía, que no tuvo costo, sobrepasó el cuarto de entrada, y la de la corrida de la tarde excedió el tercio del aforo.

Nos esperaban ocho toros más de la familia Barbachano, cuya presentación desentonó ostensiblemente en comparación con los lidiados en la mañana. Si bien la afición se lo tomó con calma después del segundo o tercer toro, las censuras acres o soeces no se dejaron de sentir en la ya para entonces exhaustiva jornada taurina.

Manuel González “Montoyita” estoqueó cuatro toros, tres de ellos de forma sobresaliente. Con el primero de la tarde, dado el son de protesta, abrevió con tino. Al segundo le extrajo algunos muletazos de cierta factura antes de visitar los aires; mató de otra buena estocada. El quinto rodó por los suelos constantemente, y no le quedó más al capitalino que llegar con la mano al pelo de nuevo. El noveno, de regalo, parecía estar lastimado. Aun cuando se recuperó luego del puyazo, ya el ambiente en la plaza había decaído, por lo que quienes seguían en la plaza le recriminaron antes de reconocerle el esfuerzo frente a un toro con peligro, que también se lo echó a los lomos.

Sergio Flores fue herido en el muslo izquierdo cuando comenzaba a acomodarse con el segundo toro de la función, un delantero vuelto que fue certero al prender al tlaxcalteca. Se trató de una cornada grande, poco aparatosa, resultado de un derrote seco que tuvo suspendido a Flores por algún momento en el aire. Más tarde se difundió que el tabaco fue de tres trayectorias, interesando alguna de ellas a los afluentes de la vena femoral.

Luis David Adame se está consolidando. Luce a su aire enfrente de los toros, sostenido por su escuela. Tiene buenas maneras, es capaz de templarse y de llegarle a la gente. Trata de dar espectáculo, y está arropado por un contexto en el que la gente se identifica con toda la familia. Hizo toda clase de suertes de capote, invitó a banderillear, toreó al alimón con Valadez, se tiró a matar recibiendo, y por momentos alborotó el cotarro toreando con la pañosa.

A pesar de este catálogo taurómaco, sus actuaciones no rompieron. Quizás hiciera falta emoción, verdad en lo que pasaba en el ruedo. No así peligro, puesto que si algo tuvo la corrida de la tarde fue picante, pero uno ingrato con los toreros, en la medida en que la gente poco les reconoció estar ahí debajo aguantando extraños y coladas. En contraste, a sus colegas del mediodía, aún aquellos cuyas condiciones son mucho menores a las suyas, se les tomó muy en serio lo que hicieron. ¿Por qué no sacudirse de las comodidades, señores toreros? Adame mató a los que hicieron tercero, sexto, y octavo del festejo. En el segundo del lote parecía venirse encima un aguacero bromista.

Leo Valadez también echa mano del repertorio, pero sobre todo encuentra toro fácilmente. Así hizo la faena más ligada del maratón al séptimo, que acabó andarín, corto en sus embestidas, y buscando al torero. Leo le aguantó mucho caminando hacia atrás y ganándole la intención al berrendo, al que seguramente le hubiera cortado las orejas de no errar con los aceros. No le vienen bien a su tauromaquia los aspavientos, como el intento de matar con el toro haciéndole hilo muy de largo, como Ferrera, e incluso las propias zapopinas o hasta poner banderillas, que en poco abonan a su carta fuerte haciendo el toreo clásico, ligado, templado, y en redondo.

Anteriormente, encendió el cotarro alternando en quites con Adame en el tercero de la tarde. No obstante, la sensación de rivalidad se desvanece cuando se invitan a poner banderillas sin aire de confrontación, o cuando comparten quite al alimón. Ojalá su rivalidad ganara pique, para que encienda de verdad a los públicos. Al cuarto también le endilgó detalles de calidad, aunque fue un toro sin entrega que acabó muy deslucido.

Así terminó esta maratónica jornada taurina de domingo en la plaza mexiquense. A las tantas de la noche, un público ya bastante cansado y enfiestado tornó la reunión en concurso de mentadas de madre, haciendo de su molestia un enfadoso cachondeo. Total, que en tan generosa paleta de colores, reconocimos todos los matices del círculo cromático.

Galería de fotos festejo matutino:

htps://lasuertesuprema.art.blog/2021/10/05/secuencia-percance-de-luis-conrado/

Galería de fotos festejo vespertino:

https://lasuertesuprema.art.blog/2021/10/04/texcoco-3-de-abril-del-2021-festejo-vespertino/

Secuencia cogida de Luis Conrado:

https://lasuertesuprema.art.blog/2021/10/04/texcoco-3-de-octubre-2021-festejo-matutino/

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