"...en San Agustín de Guadalix, por dos días consecutivos nos han trasladado a aquella época legendaria que, lidiar a este tipo de toros ya era una éxito tremendo; nada de pegarles pases lucidos, insisto, prepararlos para la muerte y matarlos ya era bastante hazaña, lo que han hecho en estos días unos hombres apasionados por el toreo que, para nada les ha importado jugarse la vida..."
Los Tres Puyazos
Pla Ventura
Toros de Lidia/9 mayo, 2023 / Foto: Andrew Moore
Los Tres Puyazos. Así se denomina una agrupación de aficionados auténticos de San Agustín de Guadalix que, como norte, solo le rinden culto a su “majestad el toro”, una labor ardua, delicada, gloriosa, fantástica e inimaginable en los tiempos en que vivimos. Comprobar el trapío de los toros que se han lidiado en dicho pueblo con la denominación de Feria del Aficionado, es algo admirable, una sensación nueva para el alma puesto que, ese tipo de espectáculos los podemos ver en Ceret, San Agustín de Guadalix y creo que muy pocas plazas más en todo el globo terráqueo. Solamente viendo las fotos y videos al respecto de lo lidiado en este pueblo serrano madrileño, a cualquiera se le eriza la piel.
Una pena que este tipo de espectáculos no puedan prodigarse más por muchísimas razones, entre ellas, por el atragantón que supone para los diestros jugarse la vida de verdad, sin literatura barata; porque no tenemos aficionados suficientes capaces de entender dicha filosofía puesto que, estos festejos nos retrotraen a finales de mil ochocientos y, las piezas no encajan. Lo digo porque, en aquellos años la tauromaquia era tal y como la hemos visto en San Agustín de Guadalix y, el que quería ser torero sabía a qué se enfrentaba. Transcurridos tantos años, imaginemos la metamorfosis que ha sufrido el toreo en estos dos siglos transcurridos.
Pese a todo, en San Agustín de Guadalix, por dos días consecutivos nos han trasladado a aquella época legendaria que, lidiar a este tipo de toros ya era una éxito tremendo; nada de pegarles pases lucidos, insisto, prepararlos para la muerte y matarlos ya era bastante hazaña, lo que han hecho en estos días unos hombres apasionados por el toreo que, para nada les ha importado jugarse la vida y, lo que es peor, a sabiendas de que, poco o mucho, a todos se les exigía el toreo actual, algo totalmente imposible que, las gentes del pueblo así lo entendieron.
La cuestión se tiñe de dramatismo cuando pensamos en aquellos años legendarios en que, Frascuelo, El Guerra, Lagartijo y muchos más, con este tipo de toros que se ha lidiado en San Agustín se compraban una finca mientras que, los hombres que tan gallardamente se jugaron la vida, si de dinero hablamos, ¿qué les quedaría tras pagar los honorarios de las cuadrillas y todos gastos que un espectáculo supone de cara los lidiadores? Lo digo porque, amigos, aplicando la lógica, con un aforo de tres mil personas en dicha plaza si se cubrieron tres cuartas partes, hagamos números. Ahí es donde impera el dramatismo al que aludo. Si de aficionados hablamos, seguro que los asistentes a dichos festejos salieron henchidos de emoción porque, ese tipo de espectáculos es imposible verlo en otro lugar. Y, para que la grandeza alcance proporciones inimaginables, a los componentes de Los Tres Puyazos, hasta les ha costado dinero del bolsillo.
Sánchez Vara
Desde aquí solo nos queda felicitar a Los Tres Puyazos por su organización, a los ganaderos por mostrar la fiereza y autenticidad de unos toros de antaño y, a sus lidiadores, Joselillo, Damián Castaño y Ángel Sánchez que, hasta tuvo la gallardía de cortar una oreja en el desafío ganadero entre Dolores Aguirre y José Escolar, una epopeya de época. Luego, ante los de Casta Navarra, Sánchez Vara como Octavio Chacón, dieron la auténtica medida de cómo un hombre se juega la vida y, la suerte para todos, es que no la perdieron.
Octavio Chacón
Una pena, insisto, que este tipo de espectáculos no tengan los adeptos necesarios para montar estos festejos en plazas de mayor aforo y, que se llenaran, razón única para poder recompensar a estos hombres singulares que nada tienen que ver con el toro aborregado, las ferias de los figurantes, los públicos festivaleros y toda la miseria que vemos a diario por parte de las figuras que, desde hace muchos años, entre todos enterraron para siempre al toro que emocionaba salvo las excepciones de rigor que tenemos en la actualidad. La fiesta de Guadalix no ha sido una feria para cortar mil orejas, rabos, salidas en hombros; nada del estereotipo actual ha tenido luchar en dicha plaza pero, tanto toreros, picadores, banderilleros…. todos han dado una medida sensacional de cómo era la fiesta de antaño y, todo ello, hogaño.
--Vemos las imágenes de nuestro entrañable Andrew Moore que, como británico que es, dicho día podía haberse marchado a su pueblo, Londres, para ver la coronación de su rey Carlos III, pero prefirió acercarse a San Agustín de Guadalix para mostrarnos los toros y toreros de antaño, un espectáculo inusual que rara vez podemos contemplar a lo largo de la temporada.
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