la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 20 de febrero de 2025

Hughes. Real Madrid, 3; Manchester City, 1. Viene a marcar una "époque"


'..Mbappé asomaba lo risueño. Su ansiedad se ha convertido en felicidad. Su fútbol se ha afinado yendo a lo infantil. ¡Esa es su primera genialidad! Saber que su afinamiento estaba ligado al goce puro. Sus desmarques tienen belleza en sí mismos, una cualidad de alto atletismo...'


Pura Golosina Deportiva

Jugar en Europa era como volver a estar bajo el Estado de Derecho. Tienen razón los liberalios: ¡Europa, más Europa!

Sonaba el himno y ¿cómo era posible que nuestros estómagos se encogieran?

Cuando el Himno de la Champions suena, lo más sublime, cuando todos miran, es cuando Florentino desciende por las escaleras del palco como la gran vedette litúrgica... Si no hubiera Papa, ¿no podría ser él?

Ancelotti se abrazaba (el abrazo suyo de padrino pero a lo bestia) con Guardiola, que parece haber cogido unos kilitos con el divorcio (ojito a la evolución).

Pep no renunciaba a su genialidad y sacaba a Foden de falso nueve entre Asencio (rompe) y Rudiger (rasga).

El Madrid esperaba pero inmediatamente se notaba lo directísimo que es con Mbappé, que amagaba un desmarque rompedor. En ese momento se pensaba en términos generales: el Madrid con él comprime mucho la amenaza, puede sintetizar los contragolpes...

Pero a la jugada siguiente la especulación tomaba forma. Asencio lanzaba un pase largo a su desmarque y Mbappé elevaba con un solo toque. Tras marcar hacía, vengativo pero sonriente, el gesto de elevación que hizo cuando el Barcelona. No había nadie para hacer terrorismo de frame...

Se lesionó Stones al minuto siguiente, para terminar de apuntillar al City y el Madrid vio simplificado su partido. Bastaría con juntarse y correr, aunque su superioridad era tal que no se quedó en eso.

Guardiola se enfrentaba a un posible vapuleo ante un Bernabéu ya sin sadismo. Sin rencor. El Madrid es el sin rencor (de ahí el himno viejo, de tanta sabiduría: "sin envidias ni rencores"). Cuando Pep mira el fútbol, ¿qué ve? ¿Ve formas? ¿Ve movimientos? ¿Ve ritmos? ¿Es su genialidad pictórica, arquitectónica o musical?

El Madrid estrenaba algo. La primavera ya asoma (quiere incluso asomar la paz) y el Madrid luce lo encontrado durante el invierno: la estructura o sistema y Ceballos y Asencio, dos titulares nuevos.

El gol aflojó el débil intentó de presión 'citizen', leída muy bien por Ceballos, que jugaba rapidísimo, como esos camareros que van de mesa en mesa resolviendo la comanda y la cuenta en un estado de concentración superior.

El Madrid dominaba, llegaba, rondaba, se repetía su dominio del primer partido pero con una solidez defensiva mayor y en Mbappé asomaba lo risueño. Su ansiedad se ha convertido en felicidad. Su fútbol se ha afinado yendo a lo infantil. ¡Esa es su primera genialidad! Saber que su afinamiento estaba ligado al goce puro. Sus desmarques tienen belleza en sí mismos, una cualidad de alto atletismo... Su batir de piernas consigue a la vez potencia y finura, lo que me hace recordar una cita de Pipi Estrada: "tobillo fino, caballo de carreras". ¿Por qué Mbappé yendo al espacio hace pensar en el Folies Bergere? ¡Desmarques de cancaneo!

Ceballos estaba muy bien, anche Tchouameni. Y a los dos medios se les sumaban otros dos; Valverde cuando subía, Bellingham cuando bajaba. Recordemos el factou: las Champions se ganan con cuatro medios.

El Madrid era veloz de cabeza en la media y veloz de piernas en la delantera. El fútbol era placentero en graso sumo. El momento era tan bueno que el gol tenía que llegar o esa dulzura se agriaría...

Todo era perfecto. Asencio estaba espabilado en todo y se llevaba una salva de aplausos rendidos, cuando el público del Madrid se concentra mucho, con una concentración casi taurina.

Todo estaba tan bien que el 2-0 fue una obra de todos que remató en coronación absoluta Mbappé con una acción en dos tiempos: recortó a Gvardiol, que voló y se desmoronó, y luego apuntó al palo corto como solo él sabe hacer. Entre el recorte y el remate su cuerpo osciló de un lado a otro en milésimas.

Celebró el gol con otro gesto descriptivo, como si lo tradujera a sordomudos. Pero es tan bueno que no podrán odiarle. Su simpatía es ronaldonazaria.

Momento orgiástico. El juego era síntesis de posición y velocidad, como un contragolpe constante. Este Madrid creo que tiene ahí su summum.

Una cosa no quitaba la otra y Asencio se sumaba a la fiesta con un tackling salvaje... Su energía era incontenible. Parecía que le acababan de poner imágenes de su novia en Villa Playa.

No sé ustedes-vosotros, queridos amigos, pero yo en esos minutos sentí felicidad, una felicidad cantarina como en la canción de Palito Ortega...

El City era nada. Gvardiol era impresionante pero sin timing, habían perdido el timing. Ese equipo ha perdido el élan. Era un equipo raro jugando un fútbol raro: centrales invasivos, delanteros enanos, juego intelectualizado...

Lo único malo: la amarilla a Bellingham, por cuyos ojos vimos pasar, como un pájaro oscuro, un fuck off reprimido.

Se llegaba al descanso en máximos de dicha. Se le quería al Madrid como a lo que más.

Había muy pronto que encontrar una insatisfacción y esa era Vinicius. ¿Por qué no había marcado? ¿Estaría triste o pelusón?

Se fue directo al área y un rival le agarró de la camiseta y echamos ahí de menos algún dispositivo textil para liberarse o quizás una camiseta muy ajustada, tipo neopreno, inasible. Faltaba que Vini rompiera él el partido a su manera. Ya estaba roto pero faltaba su destrozo, que no llegó.

El City daba pena, era más triste que el de Pellegrini. Ni rastro de la presión. Guardiola ya no hace pep. El City despertaba un tedio piadoso.

Empezaron los minutos de Valverde. Pases como el del gol de Vinicius en París contra el Liverpool. La banana de Míchel pero high tech.

En el 60, cuando empieza lo serio, terminó. El 3-0. Mbappé fuera del área: hizo su arriquitaun y zurdazo al palo. Kylian lo dijo al acabar: "Quiero marcar una époque".

Ya era momento de cambios, pero Ancelotti eso se lo piensa mucho. Llegó el choteo. "Guardiola, quédate" y esos olés que matan siempre la jugada, hacen el ataque demasiado autoconsciente. Probablemente nadie pensó en esa vulgaridad de "la manita".

Llegaron los cambios muy tarde. Endrick en el 89, migajas de fútbol, polvo de estrellas y una obra de todos, que hubiera sido caerse el estadio, acabó en plof muy suyo de Rodrygo.

En el descuento, tras una falta, marcó el City el del honor por Nico González. El VAR se lo pensó mucho, tanto que cuando el gol fue concedido ya medio estadio se había ido.



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