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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 12 de febrero de 2025

La exuberante demonización de VOX / por Hughes


'..El objetivo no es ya ni siquiera que se vote al PPEl objetivo es que no se vote a VOX. Prefieren trabajar para la abstención (abstención pasiva, la activa también está teñida de antivoxismo)..'

La exuberante demonización de VOX

Hughes
Hace unos días hubo una noticia que no recibió demasiada atención: la tumba de Jean Marie Le Pen fue profanada. Antilepenismo después de muerto.

La diabolización o demonización de Le Pen es un tema apasionante. Se convirtió en la ideología de la izquierda francesa, pero también en un lugar de encuentro y consenso de la República Francesa. De esto ha escrito bien Domingo González.

Hay estudios sobre la riqueza del antilepenismo y sus muchas manifestaciones. Taguieff ofreció la siguiente tipología para encuadrarlas: demonización, silencio mediático, complacencia calculada, la “alianza blanda”, el frente republicano, la lucha intelectual o “acoso argumentativo”, la intervención sobre causas sociales y económicas y, finalmente, la acción política.

Nada de lo que le sucede a VOX es nuevo, por tanto, pero tampoco hay que perder de vista la gravedad del caso español, la particularidad de la diabolización que sufre VOX.

La sensación es que el sistema español (lo que está en la superficie y lo que no se ve) trabaja para dar a cada español una razón para no votar a VOX: usted es gay, mire que… ¿es usted católico?, mire que tampoco…

La demonización de la izquierda es clásica. Basta con mirar El País o el ya entrañable, de puro ridículo, destilado ‘antifascista’ de Los Goya. En la izquierda, el discurso está dirigido a producir miedo, un miedo que despierte a sus votantes. No es un discurso realmente contra VOX sino utilizando a VOX para movilizar a un votante desencantado.

Por eso la demonización particular y muy española es la demonización de VOX desde la derecha: desde el espacio que va del centro (el centro habita en el Duopolio en frontera con el oblast mediático de Ayuso) hasta la extrema derecha (la derecha a la derecha de VOX). Aquí me atrevo a decir que la sofisticación del antivoxismo alcanza niveles de exuberancia franceses.

En la diabolización de VOX desde la derecha ya no se trata tanto de meter miedo como de desalentar el voto. Mientras la izquierda progresista alerta de «la llegada del fascismo» desde un púlpito moral, la derecha informa al potencial votante de VOX de unos problemas de VOX, que ya no son tanto de «neofascismo» (el argumento de facha se desactiva ante el tantas veces llamado facha) como de otro tipo. Aquí la crítica ya no se hace desde un púlpito moral. Por ejemplo, el argumento proinmigratorio del centro derecha no es tanto moral, como económico, de conveniencia. VOX, para este sector, sería un partido incapaz de tratar la economía, incapaz ante el mundo del dinero por ideología (un falangismo innato e incorregible, convertido el falangismo ahora en ideología del arancel —ver Vallés–), o por una especie de incomprensión del arcano económico (la economía como secreto gnóstico en manos del liberal) o también por incapacidad o falta de profesionalización de sus cuadros. Así, VOX es a la vez la amenaza constante del fascismo (para la izquierda) y a la vez un partido siempre en descomposición, siempre rompiéndose… El fascismo en España está siempre legando y siempre quebrando… En el centrismo (repito: un producto del duopolio) estas dos voces se juntan, y de ahí su repelencia máxima.

A este argumento se le suma últimamente el de la falta de democracia interna. El ‘franquismo’ congénito de VOX, cristalizado en Michels, haría imposible su funcionamiento y operatividad. Lo haría disfuncional. No pueden ser el PP. Jamás serán una máquina política productora de eficientes Mazones por una mezcla (oscura, por supuesto) de ideología y paranoia.

No pasa nada si, mientras, el PP de Madrid y el de Extremadura se contradicen, si el de Galicia reniega de su fundador y Bonilla se agarra del bracete de SánchezVox se rompe.

Aquí entra en juego la figura del ex. El ex de VOX. La mejor manera de que hablen bien de uno es morirse o irse de VOX. La sofisticación del antivoxismo español es grande y con esto se demuestra: 

ceden espacios mediáticos a ex de VOX para que digan lo que diría VOX sin ser de VOX. Se crea un VOX posible. Otro VOX rondando. Una marca blanca. Si VOX no se hubiera echado a perder (por falangismo buxadiano o autoritarismo constitutivo) VOX estaría diciendo esas cosas en la tele, piensan los ingenuos… Así, los ex de VOX dicen lo que dice VOX donde VOX no puede decirlo. Se crea una especie de segundo VOX, de VOX, como una latencia de voxismo originario, ¡ése VOX si era bueno!, ¡ése VOX sí que tenía valores! Un remedo del partido primigenio.

Esto se une a la ocupación oportunista (ya muy mencionada aquí) del espacio VOX por el ayusismo o plataformas liberales varias: esta apropiación del discurso va desde el unitarismo español hasta el endurecimiento de la política inmigratoria pasando por la famosa motosierra, recorte que en VOX se llamó, españolamente, «acabar con los chiringuitos».

La utilización de testimonios incriminatorios contra Le Pen por antiguos compañeros se dio también en Francia, por supuesto. Los ex escribieron bastantes libros. Aquí solo nos consta el de Olona, pero en España se da un paso más creando el espacio para un voxismo antivox. No la mera denuncia, sino la latencia. Esto capturará algún voto sentimental o generará cierta desafección. Este espacio de VOX sin VOX no es exactamente el mismo (aunque haya concomitancias) que el de las plataformas o think tanks de corte liberal antiwoke o libertario (es decir, un liberalismo ahora reforzado de política). Lo repetimos: aquí se dirían cosas de VOX, cosas voxibles, pero sin el pecado original del falangismo-autoritarismo organizativo. La prueba de que este otro VOX y el naciente espacio de liberalismo están depurados de radicalismo es que ellos sí «se entenderían con el PP».

El objetivo no es ya ni siquiera que se vote al PP. El objetivo es que no se vote a VOX. Prefieren trabajar para la abstención (abstención pasiva, la activa también está teñida de antivoxismo).

Es abundantísima la pluralidad de formas y voces derechistas, católicas, centroderechistas, centristas, liberales, libertarias, neofascistas, abstencionistas o incluso seudopopulistas… Internet bulle también de razones contra VOX. VOX es demasiado liberal o demasiado poco. Todo a la vez. Sin entrar en la cuestión geopolítica, que excedería lo razonable en este artículo. Franco ahora mismo sería un vendido a Estados Unidos, un anglosumiso. Nadie es lo suficientemente puro, ¡todos son capapoquito! Solo cabe la resignación tradicionalista y la ruptura geopolítica (disciplina chiringuitizada en Internet). Así se pasaría de lo cagapoquito a lo cagalitroso.

El sistema y su extrarradio trabajan para otorgar a cada persona una razón para no votar a VOX. Hay tanta vida política extraparlamentaria como parlamentaria. Calientan los outsiders, se lubrica el porvenir…

Y a este florido ecosistema se le añaden nuevas forma de falacia. La reductio ad hitlerum no consiste en igualar a Hitler, llamar al otro Hitler, sino en considerar que es Hitler quien diga «me gustan los perros» porque a Hitler le gustaban los perros. Imaginen esto aplicado a Orban, a Salvini, a Meloni… o a Trump. Se da un paso más. La transferencia o atribución: aplicar a VOX lo que hagan o hubieran podido hacer estas personas…

La última forma desesperada de este sistema creativo de diabolización es relacionar a VOX con los aranceles de Trump cuando solo confirman el diagnóstico: hay que orientarse hacia una forma de nacionalismo económico si queremos sobrevivir.

Este tipo de exigencia por supuesto solo la afronta VOX. Los partidarios y aliados españoles del Partido Demócrata de Biden y de los partidos demócratas y republicanos anteriores deberían responder de muchas cosas: de la financiación y matanzas de Hamás, de la destrucción hasta los escombros de Gaza, de las catástrofes de Siria, Libia, Irak, Afganistán, y del debilitamiento económico y geopolítico de Europa… Y no lo hacen. ¡Nadie les pregunta!

El alto en fuego en Gaza es obra de Trump, y la masacre en Gaza es herencia presidencial de Biden, como la guerra de Ucrania. ¡Pero dígase! ¡Dígase!

Lo iremos viendo. Lo que puedan aprovechar de Trump (antiwoke y DOGE) será asimilado; el resto… ¿qué tiene que decir VOX al respecto?

Para el sistema de diabolización, VOX es a la vez trumpiano y putinista, y por supuesto antieuropeo aunque haya formado un partido para hacer política europea.

El putinismo de VOX es delirio losantiano. Nótese que el mundo mediático pepero puede sentar en una tertulia perfectamente el irracionalismo de Losantos con el intelectualismo centrista más pedante, ¡todo les vale!)

Siguiendo este sistema abusivo de imputaciones, a VOX le podrían atribuir, si acaso, lo que ocurra a partir de ahora: está a cero el contador de muertes. Las anteriores (cientos de miles) son algo de lo que deberían responder los demás. Como también de la situación de Europa. Si Europa y España son un caniche y su pulga, respectivamente, no será culpa de quienes lo denuncian no poder ladrarle ahora al gran perrazo americano o chino.

11 de febrero de 2025

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