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'..Hemos dejado que el pudridero europeo se convierta en un manicomio; y ahora son los orates quienes dictan las reglas e imponen las condenas, son ellos quienes portan las espadas. Y las van a desenvainar para silenciar a los pocos cuerdos que nos atrevamos a rechistar..'
DESENVAINAR LA ESPADA
Juan Manuel de Prada
Afirmaba Chesterton que llegaría un día en que sería necesario «desenvainar una espada para decir que la hierba es verde». Pero, cuando ese día llegó, nadie tuvo el coraje para desenvainar la espada; y ahora nos obligan a decir que la hierba es roja, o azul, so pena de llevarnos a los tribunales, bajo la acusación de «delito de odio» o de cualquier otra monserga que se inventen para prohibir la verdad.
Recientemente, en un programucho de la televisión pública, le montaron un aquelarre a una profesora de Filosofía que cuestionaba la llamada «autodeterminación de género», en un debate sobre la participación de lesbianos con barba en competiciones deportivas femeninas. El mero hecho de que se plantee un debate sobre un asunto tan demencial delata la magnitud de la enfermedad que nos gangrena. Es un insulto a la inteligencia que lesbianos con barba participen en competiciones deportivas femeninas; es un insulto todavía mayor que los lesbianos con barba puedan declararse señoras porque les salga de sus santos cojones, al amparo de leyes de sopicaldo penevulvar que niegan grotescamente la realidad biológica; pero el insulto supremo es aceptar categorías tan desquiciadas y filosóficamente insostenibles como el «género». Sin embargo, cuando esa categoría desquiciada se impuso nadie desenvainó la espada; y de la aceptación de esa categoría desquiciada proceden las leyes de sopicaldo penevulvar; así que ahora se le puede montar un aquelarre a cualquier persona que se atreva a cuestionar levemente la participación de lesbianos con barba en competiciones deportivas femeninas.
Aquella profesora de Filosofía a la que montaron el aquelarre sospecho que ni siquiera afirmaba que la hierba sea verde; quiero decir que, según todos los indicios, defendía la existencia de categorías desquiciadas como el «género» que han posibilitado los dislates penevulvares posteriores (es decir, se trataba de una de esas personas que ponen tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias). Pero cuando defendió que las mujeres puedan competir deportivamente sin intromisiones de lesbianos con barba provocó que la tildasen de «tránsfoba» (se inventan un concepto grotesco y después lo utilizan para neutralizar, silenciar y criminalizar al disidente), amén de «fascista» y «nazi» (que son las descalificaciones que se destinan siempre a cualquiera que se resista a injuriar su inteligencia). Incluso fue reconvenida por utilizar la expresión «varón biológico», que se consideró ofensiva para los lesbianos con barba; porque en el pudridero europeo no sólo declina la libertad de expresión, sino el derecho a exponer certezas científicas y a denunciar el pensamiento mágico.
Hemos dejado que el pudridero europeo se convierta en un manicomio; y ahora son los orates quienes dictan las reglas e imponen las condenas, son ellos quienes portan las espadas. Y las van a desenvainar para silenciar a los pocos cuerdos que nos atrevamos a rechistar.
Publicado en ABC
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