la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 27 de febrero de 2025

Hughes. Real Sociedad, 0; Real Madrid, 1. Yes, but...



'..Queríamos ver a Endrick, a Endriqui y apareció en un pase zurdo de Vinicius, dominador de todo ya. Endrick controló con un toque aquí sutil con el pie, volvió a quedar la pelota en su punto y pegó un zurriagazo (palabra seguro vasca) con la izquierda que dejó temblando el larguero..'

HReal Sociedad, 0; Real Madrid, 1. Yes, but...

Hughes

Pura Golosina Deportiva

Al digitar estas líneas desconozco el pronóstico de la lesión de Ceballos, retirado cojo y entre lágrimas tras colisión rotular con Takefusa Kubo, al que no vamos a culpar de la lesión, pobre, aunque su ardor, primero fantasiosamente japonés, haya ido adquiriendo luego un pundonor oscuro.

¡También de eso desconfiamos! ¡Todo nos parece mal!

El Madrid jugaba en el Reale Arena, estadio cómodo. Es un partido norteño que, por lo que sea, ha ido perdiendo el aire de encerrona.

Fuerte presión inicial de los locales a la que el Madrid, tras varios titubeos de Camavinga, se fue sobreponiendo con soltura.

Asencio estaba de lateral y lo mejor que hizo fue un pase largo (su pase largo) a Vinicius, que era capitán. Quizás fuera un efecto psicológico, pero el brazalete pareció darle un poso de seriedad mayor a su juego. Defendiendo como un Tchouamení originó el gol. Se apoyó en Endrick, que al pasarla a Bellingham le marcó la jugada primero con su esprín y luego con un gesto inequívoco de "aquí" que más que aquí era "allí", el espacio, el famoso espacio, donde Bellingham posó una pelota listada que Endrick controló con el costado. No era el gesto de sublime finura del chef que coloca la gota esferificada en lo alto de la creación. Su control fue mandón, tosco, un caderazo sexual. La pelota no fue paulatina, la pelota fue suya, toda suya, desde tocar su cuerpo. No dio los botecitos, ni la cadencia habitual... La pelota hizo: pof y quedó rendida, de velcro, como si la hubieran pinchado y desinflado un poco. Se hizo un poco pelota de playa.

Luego Endrick remató con el exterior de la zurda, pero casi con la espinilla. Controló con un costado y remató con hueso exterior. Es a la vez poco ortodoxo y sumamente técnico, capaz de usar cualquier parte del cuerpo para sus propósitos.

Imanol, un míster que parece plancharse sus propias camisas, veía su plan desmoronarse. El partido acababa antes del minuto 20.

Todos jugaban en el Madrid. A Güler le faltaba brillo, pero el hombre se aplicaba. Fran García acompañaba con más sentido por la banda, como si estuviera superando el síndrome de impostor.

La Real tuvo alguna ocasión que detuvo Lunin. El más revoltoso en ese rato era Kubo. Su duelo con Fran García era el de dos que por fin encuentran a alguien de su tamaño. Perfilados los dos hemipléjicamente parecían luchadores del Street Fighter.

Detrás de la presión de la Real, como en un agujero en la alambrada se abría un mundo mágico de posibilidades. El Madrid azotaba en contragolpes. Remiro le paró un gol a Vini y luego le rozaron el penalti.

Vini, capitán y por tanto portavoz de todos en el campo, habló no se sabe si menos pero quizás de otra forma. Menos gesticulante, menos desesperado. Como si hablara por todos los demás, como un orador distinto.

Pero ese sentido de grupo y representación que le daba el brazalete le afectó también al juego. Un poco más constructivo, más central, más defensivo incluso.


La relación de Vinicius entre su boca y sus pies es total. Vinicius necesita ser ese jugador que todo lo casca, que todo lo ríe, que todo lo protesta... Si Vini se hace capitán y abandona su soliloquio, el jugador cambiará. Quizás a mejor, pero cambiará. Y no queremos que Vinicius cambie porque ha sido, tras Cristiano, el mejor jugador madridista de lo que llevamos de siglo.

(Con los números Cristiano se ha sacado de la discusión futbolera. Por eso quiere llegar a los mil goles. Para sacarse de los debates y de las tertulias, de los gustos y los pareceres. Estar por encima del fútbol, que el fútbol no pueda juzgarle).

El escaso peligro de la Real fue pasando de una banda a otra y acabó llegando por Barrene, que se aprovechaba de Asencio en el lateral. Esa posición le puede enseñar mucho como central. Ha de esperar al jugador de otra forma. No tiene sentido su tackling, no puede responder así a una arrancada del extremo... ¿No es el tackling como comer siempre con palillos?

En el descuento, Vinicius habló con el árbitro. Todos pensamos que era sobre él, pero era por Asencio (creo). En el estadio le silbaban y le deseaban muchos males. El fondo radical ahora se ha convertido en feminista. El árbitro llamó a consultas a los 'místeres' y activó el protocolo del racismo o del 'odio'.

Fuera por eso o por descansar, tras el descanso salió Lucas en su lugar.

Ancelotti estaba muy dentro del abrigo, y su ceja mostraba una distancia creciente. Ancelotti estaba allí y a la vez no estaba.

El Madrid no pasó grandes problemas y Ceballos no parecía peor que Zubimendi, ni mucho menos.

Queríamos ver a Endrick, a Endriqui y apareció en un pase zurdo de Vinicius, dominador de todo ya. Endrick controló con un toque aquí sutil con el pie, volvió a quedar la pelota en su punto y pegó un zurriagazo (palabra seguro vasca) con la izquierda que dejó temblando el larguero.

Endrick tiene el remate de Papin, la potencia de Adriano. Es un Adriano chiquitajo. El centro de gravedad de Romario con el golpeo percherón de Adriano y una musculatura de Roberto Carlos.

No sólo fue el gol y este palo. Endriqui tomó buenas decisiones, pasó bien, tocó mejor y presionó como sólo sabe presionar un delantero. Porque cuando un delantero, el ávido del gol, quiere, a presionar no le gana nadie. Necesita la pelota con una necesidad que los demás no tienen. Además, su verticalidad le ayuda también a incordiar. El que sabe dónde está el gol conoce los cables invisibles.

Vinicius se puso celosón y quiso su gol. Bajaba a la media, por el centro, como si fuera el mediapunta. Se vio que, si quisiese, podría ser Seedorf.

Empezaron los cambios y el Madrid se fue concentrando en conservar el gol. Sin Endriqui, la noche perdía el aliciente.

El gol empezó a buscarlo Bellingham, que si se vacía siempre, con más motivo antes de librar por sanción.

Hubo un par de individualismos de Lucas que no podemos aprobar. Entre los olvidos de la pelota de Fran García y las incursiones cariocas de un Lucas totalmente crecido, volvimos a pensar que el lateral es el lugar donde el fútbol pone a prueba la paciencia del aficionado.

En el banquillo vimos por fin la sonrisa feliz de Endriqui. ¿Sabrá esperar? Tener a Endrick, Vinicius y Mbappé es como si coincidieran Moisés, Jesús y Mahoma a la vez.

De la risa de Endriqui pasamos a las lágrimas de Ceballos, el gran fichaje del Madrid en invierno. Da un dinamismo incansable, como saheliano, con el toque juicioso del que ha sido escolarizado en el tiquitaca. Es el único medio con toque flemático. Además, Ceballos libera a Valverde para la banda y manda a Modric, por fin, al Benidorm de las segundas partes. Ceballos es muy importante.

La estructura tiene realidad de meme: Endrick decide partidos, sí; pero Ceballos sale cojo.


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