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La Generación del 27 reunida por Sánchez Mejías en el Ateneo de Sevilla
El Veintisiete de la tauromaquia:
Ya he señalado el papel esencial que juega Ignacio Sánchez Mejías en el nacimiento del grupo. El 27 es el momento en el que la Fiesta y el resto de la cultura española están más próximos, con García Lorca (el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías), Alberti, Bergamín…
Las diez Generaciones del 27 que forjaron la Edad de Plata de la cultura española
--Es lógico que la conmemoración actual del 27 se centre en estos seis grandes poetas, así como en sus compañeros y amigos. Sin embargo, no debemos olvidar que el Veintisiete, en España, no se limita a la poesía.
Andrés Amorós
La conmemoración del centenario no debe limitarse solo a los poetas, por muy grandes que estos sean.
La cercanía del centenario del Veintisiete está impulsando ya a varias instituciones españolas a preparar la conmemoración de esta fecha, tan gloriosa para nuestra cultura. (No todos los estudiosos aceptan que se trate de una generación: otros la llaman grupo o algo semejante. Para lo que ahora me importa, da lo mismo).
Si repasamos la historia de nuestra literatura, encontramos dos momentos que suponen cumbres máximas. El primero es hacia 1605 (la fecha de publicación de la Primera Parte del Quijote).
Coinciden entonces Cervantes, Quevedo, Góngora, Lope de Vega y sus seguidores; son, todos, figuras literarias de primera categoría universal. Viven en Madrid, en lo que hoy llamamos el Barrio de las Letras, en las cercanías de la iglesia de Jesús de Medinaceli y el Hotel Palace. Todos ellos se conocen, se influyen y, como suele suceder con los colegas, se dedican sátiras muy duras. A la vez, encarnan lo más alto de nuestro Siglo de Oro literario.
El segundo momento glorioso tiene lugar hacia 1927, también en Madrid, alrededor de la Residencia de Estudiantes. Coinciden allí, entonces, una serie de poetas de primerísima categoría con otras grandes figuras culturales. Lo curioso es que, esta vez, uno de los signos que define al grupo es la amistad. Así lo proclama uno de ellos, Jorge Guillén, en el poema que titula precisamente Unos amigos:
«Visible el entusiasmo
diluído en la luz, en el ambiente
de fervor y amistad (…)
Juntos ya para siempre».
En diciembre de 1927, siete jóvenes poetas («siete literatos madrileños de vanguardia», los llama el periódico El Sol) viajan a Sevilla para rendir homenaje a Góngora, en el Ateneo sevillano. Allí se hacen la famosa fotografía, que da fe simbólica del nacimiento público del grupo. El mecenas e impulsor del viaje es el torero Ignacio Sánchez Mejías, una figura enormemente atractiva.
Los que viajan a Sevilla son jóvenes vanguardistas, antiacadémicos, bromistas, les gusta burlarse de lo que llaman los «putrefactos»; juegan a los «anaglifos»: poemas improvisados, compuestos de tres sustantivos, el segundo de los cuales es forzosamente «la gallina» y el tercero, el más insólito que puedan imaginar. Por ejemplo:
«El té,
el té,
la gallina
y el Teotocópuli».
A uno de ellos, Federico García Lorca, le gusta entonar una sevillana tradicional, «¡Viva Sevilla!», pero canta en alemán el texto, que ha encontrado en una antología:
«¡Hoch, hoch, Se-vil-la!
¡Es lebe Se-vil-la!».
Las dos veladas literarias sevillanas, organizadas por el Ateneo, en la sala de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, tienen lugar los días 16 y 17 de diciembre de 1927. En la primera, entre otras cosas, Alberti y Lorca se alternan en la lectura de un fragmento de la Primera Soledad de Góngora.
La fiesta flamenca de Sánchez Mejías
En la segunda, Gerardo Diego lee su Defensa de la poesía; Dámaso Alonso, un texto del afónico José Bergamín y recitan poemas algunos poetas sevillanos, vinculados a la revista Mediodía: Fernando Villalón, Luis Cernuda, Rafael Laffon y Alejandro Collantes de Terán.
Cuenta Alberti que, cuando Lorca lee un fragmento de su todavía inédito Romancero gitano, el entusiasta Adriano del Valle, «puesto de pie sobre su asiento, llegó a arrojarle a Federico la chaqueta, el cuello y la corbata».
Después, Ignacio Sánchez Mejías obsequia a los poetas con una fiesta flamenca en su finca de Pino Montano, en las afueras de Sevilla: allí, se disfrazan todos de moros, con chilabas. Villalón realiza experimentos de hipnotismo. Dámaso Alonso asombra a todos recitando de memoria los 1091 enigmáticos versos de la Primera Soledad, de Góngora.
El cantaor Manuel Torres canta lo que él llama las placas de Egito (en realidad, su versión del Ay, ba, de La corte del Faraón). En los días sucesivos, coronan con laurel a Dámaso, en la Venta de Antequera, y sufren juntos el miedo de una travesía nocturna por el río…
En medio de estas bromas, estaba naciendo un extraordinario grupo poético. La nómina oficial de sus «primeros espadas» está clara: dos neopopularistas, Federico García Lorca y Rafael Alberti; dos poetas profesores, Dámaso Alonso y Gerardo Diego; dos íntimos amigos, Pedro Salinas y Jorge Guillén; dos más, influidos por el surrealismo, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre.
Como es bien sabido, Vicente Aleixandre fue premiado con el Nobel en 1977. El comunicado de la Academia sueca subrayó entonces sus méritos, pero también su pertenencia a una gloriosa generación poética, a la que quería extender el galardón.
Puedo aportar un dato personal. Arthur Lundquist era un miembro de la Academia sueca, a la que asesoraba sobre la literatura española, por su conocimiento de nuestra lengua. (Él fue, de hecho, el gran promotor de premiar a Aleixandre). Charlando con él, una vez, le pregunté si consideraba que García Lorca, si hubiera vivido más, habría obtenido el Premio Nobel. Su respuesta fue tajante: «¡Sin la menor duda!».
Es lógico que la conmemoración actual del 27 se centre en estos seis grandes poetas, así como en sus compañeros y amigos. Sin embargo, no debemos olvidar que el Veintisiete, en España, no se limita a la poesía. En torno a la Residencia de Estudiantes, surgen entonces muchas figuras y actividades que merecen reconocimiento, en una etapa que ha merecido el nombre de «Edad de Plata» de nuestra cultura.
1/ El Veintisiete de la novela
Influidos por Ortega, que considera caducada la novela como imitación de la realidad, un género decimonónico, surgen intentos de un relato subjetivo, lírica, impresionista, cercan a Proust o a Virginia Woolf; es decir, lo que los ingleses llaman modernism y en España recibe el nombre de «arte nuevo».
Es una estética juvenil, basada en la metáfora: lo vemos en la colección Nova Novorum (1924-1935), de la Revista de Occidente. Como ejemplos, los primeros relatos de Benjamín Jarnés (Viviana y Merlín), Francisco Ayala (Cazador en el alba), Max Aub (Geografía), Rosa Chacel (Estación, ida y vuelta), Valentín Andrés Álvarez (Sentimental dancing), Mauricio Bacarisse (Los terribles amores de Agliberto y Celedonia)…
2/ El Veintisiete del ensayo y el pensamiento
En la Residencia de Estudiantes pronuncian conferencias autores de talla universal, como Chesterton, H.G. Wells, el filósofo Bergson, el economista Keynes… Discípula directa de Ortega es la filósofa María Zambrano, hoy tan valorada. El paradójico José Bergamín funda y dirige Cruz y raya, «la revista del más y el menos», el contrapunto de la Revista de Occidente.
El muy polémico Ernesto Giménez Caballero, «Gecé», crea La Gaceta Literaria, el gran vehículo para las vanguardias. Las divulgan entonces entre nosotros Ramón Gómez de la Serna (Ismos) y Guillermo de Torre (Literaturas europeas de vanguardia): ha hecho hace poco su diccionario español Juan Manuel Bonet.
3/ El Veintisiete del teatro
Frente al teatro comercial (drama histórico, comedia benaventina, sainete, astracán), Gregorio Martínez Sierra funda, en el madrileño Teatro Eslava, su Teatro de Arte: allí estrena Lorca su primera obra.
Colaboran en esa ambiciosa empresa pintores y escenógrafos como Fontanals, Barradas, Burmann, Mignoni, José de Zamora; músicos como Falla, Turina, Conrado del Campo. Además, por supuesto, García Lorca y Alberti renuevan el teatro poético español.
Para llevar el teatro a un público más amplio, durante la República, crea Alejandro Casona las Misiones Pedagógicas. Por su parte, García Lorca funda La Barraca, para educar el gusto popular con el teatro clásico: «La Barraca es toda mi obra, la obra que más me interesa, que me ilusiona más todavía que mi obra literaria (…) El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que muestra su grandeza o su descenso».
4/ El Veintisiete de la ciencia
La Residencia de Estudiantes intenta derribar la tradicional frontera entre los estudios de ciencias y los de letras; organiza periódicamente cursos de divulgación científica. Allí dan conferencias nada menos que Einstein, de Broglie, Marie Curie…
Preconiza una enseñanza científica práctica y experimental: crea laboratorios de Química General, Anatomía Microscópica, Fisiología General (donde se inicia Severo Ochoa)… A la Residencia están vinculados científicos como Blas Cabrera, Julio Palacios, Miguel Catalán, Luis Calandre, Madinaveitia, Negrín, Rodríguez Lafora…
5/ El Veintisiete de la música
En La deshumanización del arte, critica Ortega la estética romántica. A la Residencia acuden Stravinski y Ravel. Con el 27, se acorta la distancia tradicional que separaba a la música clásica del resto de nuestra cultura.
Surge el primer gran crítico musical español, Adolfo Salazar. Existe un paralelismo simbólico entre las trayectorias estéticas de Falla y Lorca: los dos alcanzan la universalidad profundizando en las raíces nacionalistas.
Forman el grupo musical de Madrid Ernesto y Rodolfo Halffter, Gustavo Pittaluga, Rosita García Ascot, Julián Bautista, Fernando Remacha; en Barcelona, Roberto Gerhard, Eduardo Toldrá (al que también recuerdo como muy atractivo director de orquesta) y el gran Federico Mompou, al que Messiaen compara nada menos que con Chopin.
Fuera de esos dos núcleos, merecen recuerdo el vasco Sorozábal, el burgalés Antonio José, el levantino Óscar Esplá… Emilio Casares hizo una gran exposición sobre la música en la generación del 27. No olvidemos la pasión por la música que siente García Lorca y su participación, con Falla, Andrés Segovia y Zuloaga, en el Concurso de Cante Jondo de Granada.
6/ El Veintisiete de la danza
Los ballets rusos de Diaghilev habían sustituido, en el fervor popular, al convencional ballet blanco; la compañía fascinó también al público madrileño, incluidos Alfonso XIII y Ortega.
Surgen entonces dos grandes figuras españolas. Antonia Mercé, La Argentina, baila en el Teatro Alhambra de Londres y en la Ópera Comique de París. Vicente Escudero la proclama «la mejor bailarina de todos los tiempos».
Encarnación López, La Argentinita, recorre el mundo con nuevas coreografías de Falla, colabora con Leonide Massine en un Capricho español para los ballets de Montecarlo; estrena El café de Chinitas en el Metropolitan de Nueva York; canta las canciones populares españolas, acompañada al piano por Federico García Lorca; colabora con Ignacio Sánchez Mejías en el espectáculo Las calles de Cádiz. Y, junto a esas dos máximas figuras, triunfan Pastora Imperio, Vicente Escudero, Pilar López… En esos años, el baile español se eleva estéticamente y alcanza proyección universal.
7/ El Veintisiete de la tauromaquia
Ya he señalado el papel esencial que juega Ignacio Sánchez Mejías en el nacimiento del grupo. El 27 es el momento en el que la Fiesta y el resto de la cultura española están más próximos, con García Lorca (el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías), Alberti, Bergamín…
La muerte de Joselito abre la Edad de Plata del toreo: Ignacio Sánchez Mejías, Marcial Lalanda, Granero, Chicuelo, el Niño de la Palma, Domingo Ortega…
Juan Belmonte es el equivalente taurino de las rupturas vanguardistas. Por iniciativa de Ortega, Cossío emprende su monumental tratado Los toros. En él colabora Miguel Hernández, autor también de los extraordinarios sonetos taurinos de El rayo que no cesa. Sentencia García Lorca: el toreo es «la fiesta más culta que hay hoy en el mundo».
8/ El Veintisiete de la pintura y de la arquitectura
Lorca y Alberti son también buenos dibujantes. Salvador Dalí, amigo de Federico, es, con Luis Buñuel, el genio rupturista de la Residencia de Estudiantes.
A la estética del 27 pertenecen grandes pintores como Benjamín Palencia, Maruja Mallo, Gregorio Prieto, Manuel Ángeles Ortiz, Ángeles Santos Torroella, Cossío, Bores… Moreno Villa es, a la vez, poeta y pintor; Ramón Gaya, originalísimo escritor y extraordinario pintor.
A la Residencia acuden también Le Corbusier y Gropius. La Institución Libre de Enseñanza pretende reflexionar sobre la idea de tradición arquitectónica y dedica especial atención a la arquitectura popular de las distintas regiones españolas.
Se abre entonces nuestra arquitectura a las nuevas tendencias, con figuras como Carlos Arniches, Fernando García Mercadal, Luis Blanco Soler, Casto Fernández Shaw…
9/ El Veintisiete del cine
Luis Buñuel, residente, es, por supuesto, el gran genio rompedor, que enlaza tanto con el surrealismo (Un perro andaluz) como con la tradición española de Galdós (Tristana, Nazarín) y el esperpento (Viridiana).
El acercamiento definitivo del mundo intelectual español al cinematógrafo se produce en La Gaceta Literaria. Ernesto Giménez Caballero crea en 1928 el primer cine-club español y realiza películas de vanguardia (Esencia de verbena). Francisco Ayala publica el primer ensayo español sobre el nuevo arte, Indagación del cinema.
Le siguen en eso Antonio Espina, Corpus Barga, Carranque de Ríos, Arconada… Lorca escribe un guión cinematográfico, Viaje a la luna. Los poetas del 27 discuten si prefieren el humor de Chaplin o el de Buster Keaton, sienten fascinación por Greta Garbo…
10/ El Veintisiete de los humoristas
En su discurso de ingreso en la Real Academia Española, José López Rubio ha reivindicado que existe otra generación del 27, la de los humoristas: él mismo, Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville, Miguel Mihura, Tono…
Varios de ellos viajan a Hollywood, contratados por los grandes estudios, para realizar versiones hispanas de películas norteamericanas (lo ha estudiado Jesús García de Dueñas: ¡Nos vamos a Hollywood!). Neville, por ejemplo, se hace íntimo de Chaplin, que lo considera una de las personas más inteligentes que ha conocido.
Una Navidad, Edgar le regala una plaza de toros de juguete y los dos amigos juegan, juntos, a los toros. Allí acuden también cineastas españoles tan importantes como Conchita Montenegro, Rosita Díaz Gimeno, José Crespo, Ana María Custodio, Benito Perojo, Florián Rey… Estos escritores realizan luego la gran revolución del humor español, en el teatro y en La Codorniz.
Disculpe el lector toda esta retahíla de nombres (y la omisión de muchos más). Ya sé que los genios del grupo del 27 son los seis grandes poetas que he mencionado, al comienzo. La mejor celebración del centenario será, sin duda, divulgar la lectura de sus poemas. Pero no debemos olvidar estas otras «generaciones del 27»: a estos creadores y artistas españoles, que abrieron nuestro país a una gran renovación cultural y estética.
Magnífico y “erudito” texto para alumnos de primaria.
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