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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 26 de enero de 2019

XI Premio Taurino ABC.: Padilla y Roca Rey: la entrega de la antorcha de la tauromaquia



En los dos casos, se ha repetido la fórmula para aludir a la gran popularidad de estos dos diestros, en Europa y en América: la última actuación de Padilla fue en el gran embudo de la Plaza de México capital; en esa nación sigue ahora toreando y triunfando Andrés Roca Rey, diestro peruano que se ha formado en España y reside habitualmente en Sevilla. La unión de los dos simboliza bien esta dimensión universal de la Fiesta de los toros.


Padilla y Roca Rey: la entrega de la antorcha de la tauromaquia


En su undécima edición, el Premio Taurino ABC se ha concedido conjuntamente a Padilla y Roca Rey, dos matadores separados por la edad (45 años, Juan José; 22, Andrés) y por el momento taurino que están viviendo: acaba de retirarse de los ruedos Padilla, mientras que Roca Rey sigue encadenando triunfos en la temporada americana. A los dos les une, entre otras cosas, el afecto del público, pues son dos figuras que han desbordado ampliamente el círculo de los aficionados taurinos.

Según el acta del premio, se le otorga a Juan José Padilla, «que ha cerrado triunfalmente una carrera taurina plena de méritos y honradez, recibiendo la admiración y el cariño de los públicos de Europa y América, como ejemplo de superación de las adversidades y auténtico héroe popular». En cuanto a Andrés Roca Rey, el acta destaca que, «a una edad muy temprana, se ha consagrado como figura esta temporada en Europa y América, contribuyendo a la proyección social de la tauromaquia entre los más jóvenes».

En los dos casos, se ha repetido la fórmula para aludir a la gran popularidad de estos dos diestros, en Europa y en América: la última actuación de Padilla fue en el gran embudo de la Plaza de México capital; en esa nación sigue ahora toreando y triunfando Andrés Roca Rey, diestro peruano que se ha formado en España y reside habitualmente en Sevilla. La unión de los dos simboliza bien esta dimensión universal de la Fiesta de los toros.

El jurado
El jurado, presidido por Javier Benjumea, ha estado compuesto por José María Álvarez del Manzano, Albert Boadella, José Ramón Márquez, Victorino Martín, Joaquín Moeckel, María Dolores Navarro, Rosario Pérez, Juan Antonio Ruiz «Espartaco», Pilar Vega de Anzo, François Zumbiehl y el que suscribe.

Las deliberaciones, muy animadas, han constituido –en palabras de uno de los miembros del jurado– una auténtica y animadísima tertulia taurina, con muy interesantes intervenciones. Victorino Martín nos ha contado sabrosos detalles de la petición de organizar una corrida en Olot. Albert Boadella y José Ramón Márquez han expresado su deseo de que algún rejoneador vuelva a torear toros en puntas. Joaquín Moeckel aportaba detalles sobre Morante y la televisión…

Hemos comentado que, a lo largo de su carrera, Padilla ha matado muchísimos toros de las ganaderías duras; hubiera podido ser una figura del toreo en los tiempos de Paquiro; es un auténtico gladiador, con un oficio muy bien aprendido de sus maestros Ruiz Miguel y Rafael Ortega. En el caso de Roca Rey, todos han estado seguros de que tiene por delante una amplia carrera como figura y que, lógicamente, le queda amplio margen para depurar y perfeccionar su toreo.

Acontecimiento relevante

 Está claro que Roca Rey ha arrasado por su gran capacidad, valor sereno, ambición y buena cabeza. Ya en Fallas, ABC titulaba: «Triunfal mascletá de Roca Rey». Y, en Pamplona, jugando con la letra del corrido que le cantaron los mozos, titulamos: «Andrés Roca quiere ser el Rey». En Plazas como San Sebastián, Bilbao y Albacete se ha enfrentado a las máximas figuras y ha estado a su nivel.

Juan José Padilla, por su parte, ha completado felizmente su ciclo taurino. Después de la gravísima cornada de hace siete años, en Zaragoza, no parecía posible que pudiera volver a torear. No sólo lo logró sino que entró en mejores carteles y, con reses menos duras, alcanzó nueva cotas: encabezó el escalafón, indultó un toro en México, logró abrir la Puerta del Príncipe. Este año, sufrió un nuevo percance, en Arévalo, con arrancamiento del cuero cabelludo y completó su imagen de «pirata» con un pañuelo negro (no podía usar la montera). Especialmente memorable fue su triunfal despedida de Pamplona: «Padilla, cabeza (recosida) y corazón», tituló ABC. Y la última tarde española, en Zaragoza: «Un diluvio de cariño en la despedida de Juan José Padilla».

Valores taurinos y personales

Los dos diestros reúnen méritos para ser distinguidos con este premio. Unirlos a los dos ha parecido oportuno porque, siendo muy distintos, no rivalizan sino que ahondan en una serie de valores, taurinos y personales, que les han valido para convertirse en figuras popularísimas y abanderados de la proyección social que, en medio de tantos ataques, la Fiesta también necesita.

He recordado yo el monumento, obra de la escultora norteamericana Anna Hyatt Huntington, que vemos en la Ciudad Universitaria madrileña, junto a la Facultad de Medicina: desde un caballo, a punto de caer al suelo, un hombre entrega a otro, más joven, una antorcha. El simbolismo es evidente: el arte es una síntesis de tradición y novedad. Los artistas son –según la fórmula clásica– «enanos sobre hombros de gigantes». Este premio dice lo mismo: Padilla entrega a Roca Rey la antorcha de la tauromaquia. El arte –como decía Valle-Inclán– nunca se acaba…

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